Ante la brutalidad de los últimos días en Cuba
contra opositores pacíficos, muchos hemos perdido por momentos el aliento.
Basta
ver las imágenes, con los rostros de víctimas y verdugos... y una multitud
contemplativa, para ver donde está la tragedia.
Es una lucha entablada hasta ahora sin apoyo del público. Los cubanos,
en su mayoría, todavía contemplan impávidos lo que ocurre y como ovejas que van
al matadero parece que no quieren ver que el drama de Cuba, como nación,
también les corresponde.
Los
integrantes de los CDR y las turbas que ejecutan complacidas las órdenes de
atacar a los activistas, parece que nunca han pensado que el gobierno actual
puede acabar, tal como han terminado otros regímenes de fuerza en el mundo, en
estos últimos años.
Los
represores deberían tener en cuenta que los grandes cambios son imparables,
como lo fue la desintegración de la Unión Soviética y la Caída del Muro de
Berlín.
Una señal notable de debilidad que puede
conducir a cambios es el socio de Caracas: Primero Hugo Chávez y ahora Nicolás
Maduro han sido quienes han otorgado hasta ahora el vital apoyo financiero.
Pero
Maduro está teniendo su propios problemas y es cosa de poco tiempo ver cómo el
chorro de ayuda, que subvenciona al gobierno de La Habana, dejará por fuerza
mayor de fluir como lo ha hecho hasta hoy. Cuando esto ocurra, La Habana estará
en serios aprietos... junto a su cohorte de represores.
angelica
morabeals
angelicamorabeals@yahoo.com
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