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sábado, 9 de noviembre de 2013

PEDRO CORZO, CUBA Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXL

El supuesto propósito de la nomenclatura castrista de establecer en Cuba una sociedad justa y próspera resultó en un rotundo fracaso, porque el régimen violentó de forma permanente y sistemática los derechos de los ciudadanos y asumió el control absoluto de los bienes de la nación.

Aun mas, a pesar de las cuantiosas ayudas económicas recibidas de varios países, en particular de la Unión Soviética y Venezuela, fue incapaz de construir una sociedad en la que el ciudadano disfrutara de mejores condiciones de vida.

Sin embargo a pesar del poder que detenta hace más de cinco décadas, la nomenclatura está consciente desde hace varios años que el proyecto fracasó y que para conservar el control tienen que efectuar movimientos que encajen perfectamente entre los intereses de la clase dirigente; y  es en ese aspecto en el que algunas recetas del Socialismo del Siglo XXI pueden servir al régimen, por lo que pudiera decirse queel totalitarismo Cubano se está reinventado.

La estructura superior del Poder se subvirtió a si misma modificando algunos de los factores que caracterizan el totalitarismo castrista, fundamentado en la figura dominante de Fidel Castro y en un control absoluto de la economía, de otros gobiernos identificados con el llamado "Socialismo Real".

El Socialismo del Siglo XXI parece ser útil para el proceso de sucesión que se inició en el 2006 y que aparentemente llegó a su final este año cuando Raúl Castro declaró que este sería su último periodo de gobierno.

Al parecer los Castro han determinado que es mandatorio iniciar un proceso de transición que garantice a la nomenclatura la impunidad de sus acciones y la conservación de las riquezas adquiridas.

Por otra parte el poder en Cuba está centralizado en el Partido Comunista, una corporación mafiosa, más que ideológica o política. En realidad las decisiones fundamentales  las determina  un pequeño círculo de altos dirigentes, primordialmente los que integran el Buró Político.

La transición que procuran, no está orientada a cambios en la concepción del poder ni en la forma que se eligen a los gobernantes. Falta ver si incorporaran la pluralidad política,  condición que permite el Socialismo del Siglo XXI, situación posible si se tiene en cuenta que el régimen tiene el control de las instituciones del estado.

El crítico balance de la realidad cubana quizás determine que la clase dirigente mezcle el modelo castrista y el SSXXI, porque evidentemente se retroalimentan. Muchos  de sus aspectos encajan perfectamente con los intereses del  régimen isleño por lo que es lógico  que la dictadura insular implemente algunos de ellos, en particular, después que el núcleo fundador del totalitarismo desaparezca.

La dictadura cubana tiene a su favor que ejerce un control total de la economía y si el estado redujera ese control,  hay una "gerencia", aproximadamente el 65 por ciento fueron militares de alta graduación, que asumirían con relativa independencia el manejo de las corporaciones del estado, lo que transformaría a estos individuos de privilegiados a multimillonarios.

Una situación similar ocurre con los medios de información y las organizaciones de la sociedad civil que en el presente son parte de la maquinaria estatal.

Los líderes de estas entidades y compañías se transformarían en empresarios independientes o en propietarios de los medios,  formándose un entramado de intereses que viabilizaría la permanencia de la nomenclatura y el surgimiento de nuevo dirigentes  interesados en mantener lo ya establecido.

La seguridad y privilegios de las Fuerzas Armadas son esenciales. Un número considerable de miembros del Comité Central del Partido son militares, porque el régimen cubano es esencialmente castrense.

Por otra parte en lo que respecta a la dictadura institucional que caracteriza al SSXXI, el gobierno cubano tiene que efectuar pocos cambios. En la isla los poderes públicos están supeditados a la voluntad de la clase regente.

Cierto que en los últimos años se han producido ajustes económicos y algunas que otras modificaciones de carácter legal que la propia sociedad demanda, gestiones que tal vez fueron promovidas por sectores de la clase dirigente identificadas con el tipo de despotismo que implica el Socialismo del Siglo XXI, pero estas todavía no se aproximan al modelo antes citado y aun corren el riesgo de ser revertidas.

Hasta el presente las decisiones se han tomado en base al deterioro del régimen, no por la convicción de la clase dirigente, lo que podría conducir a un escenario de contradicciones peligrosas si el liderazgo emergente decide profundizar los ajustes económicos y sociales.

Esas contradicciones podrían derivar en una ruptura en la nomenclatura, que inexorablemente conducirían al surgimiento de dirigentes más radicales, que tal vez no encuentren satisfactorio a sus intereses asumir el modelo del Socialismo del Siglo XXI.

Pedro Corzo

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