El Mercosur es un proyecto de integración
estancado y con la decadencia marcada en la frente. Digan lo que digan, con la
retórica inflamada incluso, ésa es la realidad.
Y con más proteccionismo, estatismo e
ideología no va a salir de la calma chicha en la que está sumido.
El gobierno venezolano, anfitrión esta semana
del bloque de países que lo conforman, es un factor más para la profundización
de esa deriva inconveniente y contraproducente. Su participación en Mercosur es
también una incongruencia, si de democracia hablamos. ¿los Protocolos de
Ushuaia letra muerta?
Una idea que fue buena, que permitió aumentar
los intercambios comerciales entre sus miembros fundadores, a la larga, ha sido
mal instrumentada. Después de 22 años, no hay mercado común, ni siquiera una
unión aduanera perfecta.
Por otro lado, la indispensable y ventajosa
supranacionalidad ha sido rechazada por los mercosurianos, le tienen alergia.
Al no existir órganos autónomos e independientes con atribuciones y potestades
por encima de los países, la disciplina y la coordinación necesarias en todo
proceso integracionista han estado ausentes, lo que ha operado en perjuicio de
los eventuales avances. La
bilateralización, en definitiva, se ha impuesto, convirtiéndose en un proceso
más cercano de la cooperación que de la integración. Y las controversias y
contramarchas recurrentes son muestra de ello.
Cuando se revisan las estadísticas, un dato incontrastable es que la mayor parte del comercio de sus integrantes se realiza con socios fuera del bloque, especialmente, Europa, a la que Brasil y Argentina venden 70.000 millones de dólares anuales, superando, con creces, el total del mercado mercosuriano. Al interior de éste cerca del 20% de los flujos comerciales totales se realizan, principalmente entre los dos grandes. De los aproximadamente 54 mil millones de dólares del comercio intrabloque en 2011, 45 mil corresponden a Argentina y Brasil. En la práctica, no hay mercado común, o en cualquier caso un mercado a dos.
Ante esta deriva incierta, novedosas y
pragmáticas propuestas económicas se abren camino en el hemisferio, como las
que se vuelcan sobre el Pacífico.
Venezuela se incorpora a Mercosur en forma
traumática y deslucida, y a duras penas, después de estar esperando 5 años para
que la aceptaran.
Ella aportará, como compradora,
fundamentalmente, 4 o 5 mil millones de dólares anuales, aproximadamente. Es
tal el desbalance que en el año 2012, vendimos a ese bloque apenas 135 millones
de dólares y compramos nada menos que
4.500 millones de dólares. Si se comparan esta cifras con las anteriores al
gobierno chavista, el abismo es notorio.
Hoy, en Caracas, el gobierno venezolano habla
de “un nuevo Mercosur”. No sabemos qué quiere significar con esa expresión.
¿Será un Mercosur político, ideologizado, como lo quería el finado Presidente,
en donde lo económico seria subalterno?
Me temo que es de nuevo puro blablá, el mismo
de siempre. Retórica vacía, sin sustento real, ignorancia supina de cómo se
bate el cobre en los negocios internacionales, ideología barata, que si es seguida
por los demás socios, será el entierro de Mercosur.
EMILIO
NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
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