Algunas de las ideas de quienes han venido
gobernando en los últimos 14 años descansan en el llamado Primer Plan
Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación que debió haberse
ejecutado entre el 2007 y el 2013. Entre sus aspiraciones estaba una
refundación ética y moral de la nación; siempre fundamentado en las corrientes
humanistas del socialismo y, por supuesto, en el pensamiento de Simón Bolívar.
Transcurridos ya seis años desde su
aplicación, suponemos que así fue, ya los venezolanos deberíamos estar
observando los cambios en la conducta de ese venezolano que emergería de las
entrañas de la patria. Así lo dice la propuesta de marras: “El Proyecto Ético
Socialista Bolivariano debe llevarnos a la construcción del hombre nuevo del
Siglo XXI.”
Destaca la pieza que “El terrible lastre
capitalista de la subcultura de la corrupción y del soborno…” serían,
suponemos, superadas con el nacimiento de ese nuevo hombre inspirado en una
nueva ética que haría florecer “una nueva moral colectiva”.
La historia que hoy vivimos es muy distinta a
los delirios de los redactores y de su promotor. El gobierno de turno, luego de
14 años de desafueros en el manejo de los dineros públicos ha decidido
enfrentar la corrupción – no muchos lo creen. Dicho de otra manera, el gobierno
admite ante los venezolanos que desde el 2007 hasta los días que corren no se
produjo en el país cambio alguno en esa materia, sino que, por el contrario,
además de muy evidente, evidentísimo más bien, la corrupción ha sido el
componente más visible de quienes se ocupan de los asuntos públicos.
Así las cosas, la “nueva moral colectiva” de
la que se ufanan los llamados revolucionarios no es otra que el de la corrupción.
Corrupción que parece operar como una gran red de delincuentes organizados que
diezman los dineros de la nación. Solo aquellos que osan operar con
independencia de los jefes de las bandas rojas corrompidas son sometidos a la
“justica revolucionaria” previamente instruida del castigo a infligir.
El proyecto “ético socialista” va como la
múcura escalera abajo. Volviéndose añicos. Son demasiadas las antinomias que
impiden construir una nueva moralidad. El gobierno no muestra valores, parece
no tenerlos: un diputado 99 hediondo a dólares; el saqueo como moral y solución
a la incompetencia gubernamental para llevar una adecuada política económica.
Demasiadas disonancias.
La prueba más contundente del fracaso de la
pretensión socialista es la que testifican los venezolanos en la calle por
estos días: las tiendas a medio abrir, bien por las colas frente a sus
comercios o por temor a las insinuaciones maduristas respecto al saqueo; las
inclinaciones y gustos de los venezolanos por las marcas reconocidas. Nadie busca
prenda textil, electrodoméstico o calzado que diga “Hecho en Socialismo”.
Es el consumo que se revela a un modelo que
fue un fracaso y que sus pretensiones, en estos tiempos, fracasan de manera
irreversible ante la evidencia popular. El régimen podrá seguir llamándose
socialista pero el país va por un rumbo distinto. El modelo que se ha
pretendido imponer no ha cambiado ni los valores, ni las creencias, ni la
cultura del venezolano.
@leomorales P.
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