En tiempos donde reina la doble moral, es
normal escuchar al gobierno defender hoy, lo que ayer condenaban. El doble
rasero ha sido práctica del oficialismo desde sus inicios, desde el propio
momento que comenzaron a celebrar una intentona golpista fracasada como una
fecha patria, mientras enfilaban su más enérgica condena contra los sucesos del
11 de Abril de 2002.
Desde ese momento nos empezaron a enviar un mensaje, un
código que nos trata de decir que ellos son los dueños de la verdad, de la
razón, que ellos tienen el monopolio de lo bueno y todo lo que no sea rojo
sencillamente es malo, es mentira, es subversivo.
Esto representa el abuso del “ellos” y el
“nosotros”, que en la práctica se ha traducido en el uso indiscriminado de
etiquetas, descalificaciones e insultos que a veces tienen tanto éxito que las
terminamos usando nosotros mismos. Los “escuálidos”, los “majunches”, los “guarimberos”,
los “golpistas”, han sido algunas de las más populares. Por su lado, ellos se definen como los “patriotas”, los
“revolucionarios”, los “hijos de Bolívar”.
Pobre de aquel que sea acusado de
“guarimbero”, sobre él recaerá todo el peso de la ley, pero no la justa, sino
la que conocemos con el nombre de “Ley del Embudo”. Tengan en cuenta que esta
no se aplica solo a opositores, aquí hay chavistas de base que cuando protestan
por sus derechos, lo primero que tienen que ponerse es una franela roja y decir
que no son guarimberos. Sin embargo, eso no ha sido excusa para que la policía
madurista los haga tragar gas parejo.
Lo extraño, lo curioso, lo atipo es lo que
sucedió esta semana en Miranda. Todos sabemos que la protesta popular es
espontánea, es genuina, es irreverente. La gente sale a trancar una calle
porque ha agotado todos los canales institucionales antes, porque ha sido
peloteada sin respuesta. Esa protesta el gobierno la reprime, la elimina de sus
noticieros, la invisibiliza, pero la de Miranda no solo contó con amplia
cobertura de los medios del PSUV, sino que fue prácticamente custodiada por los
cuerpos de seguridad del Estado. Sin contar que muchos de los “manifestantes”
llegaron en vehículos oficiales con sus cauchos y gasolina para iniciar, como
ellos mismos la llaman, “la guarimba”.
¿Es que acaso hay guarimbas buenas y
guarimbas malas? Si hay golpes buenos y golpes malos no nos sorprendería este
nuevo acto de doble moral. Muy raro que no vimos al Ministro de Interior y
Justicia diciendo “candelita que se prenda, candelita que se apaga”. Unos
cuatro gatos trancaron todos los accesos a Caracas y no hubo condena oficial,
solo aplausos. Que a decir verdad resultan masoquistas, viendo el malestar
generalizado entre quienes se levantaron bien temprano para llegar a sus
trabajos y no pudieron hacerlo.
La verdad es que cada vez más sus propias
etiquetas los definen, son escuálidos y guarimberos. Son cada vez menos y usan
los métodos que antes cuestionaban ¿Desesperación? Sus hechos los delatan y los
hunden más. Pero sigan así, restando y nosotros sumando, que el 8-D
arreglaremos cuentas.
@Brianfincheltub
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