En
el oficio, a fuerza aprendido, en mas de cinco décadas de hacer periodismo de
opinión, es inevitable saber que nunca se comienza un artículo con una
aclaratoria, como este texto no cabe en el enunciado genérico de "un
artículo" sino es mas bien el testimonio de un hondo dolor compartido, con
muchos venezolanos, con sus familiares, innumerables amigos y la militancia
-dentro y fuera del cascarón oficial- de Acción Democrática. Comienzo por decir
que nada hay en estas líneas de compromiso, ni de cumplido.
Aspiró a ser el candidato presidencial de AD en las elecciones de 1973,
tuvo dos elementos extremadamente
limitantes para lograr su meta, el fallecimiento del ex-presidente Leoni, quien
lo apoyaba sin reservas y la prolongada indecisión de Gonzalo Barrios
-probablemente deliberada- en retirar su propia aspiración, que Reinaldo sentía
que lo obligaba moralmente. Con un sentido ético que lo enaltece, se negó a
seguir mi consejo de solicitarle a Doña Menca de Leoni grabara un mensaje para
la base de AD, solicitando el apoyo para él, que Menca estuvo dispuesta, sin
dudar un instante, en hacer. Reconozco que,
aún de haberlo hecho el resultado era
dudoso, dado el apoyo abierto del máximo líder del partido, Rómulo
Betancourt a Carlos Andrés Pérez. No obstante todos estos importantes y
significativos obstáculos, en poco mas de UNA SEMANA de campaña logramos
amarrar casi 180 votos, frente a los 300 y tantos que favorecieron al secretario
general, CAP, pero esos días y horas de cordial "conspiración"
afianzaron aún más nuestra amistad anudada en Roma, recorriendo sus calles,
iglesias y museos...
El
joven líder guaireño, tenía todo a su favor para haber sido un extraordinario
candidato y presidente, su imagen propia era, sin subterfugios publicitarios ni
retoques de marketing, un "producto" que se vendía sólo. Recuerdo que
Jacques Regis Etievan, presidente de CORPA, para ese entonces la mayor agencia
publicitaria de Latinoamérica, decía que era "el Kennedy
venezolano" y añadía que cada
sonrisa de Reinaldo eran al menos 50.000 votos, si pensamos que Rafael Caldera
ganó las elecciones de 1968 por 30.000 podemos medir adecuadamente la cifra. En
1978 se volvió a plantear el tema, que no llegó a cuajar, también entonces
estuve a su lado.
No
tengo sino buenos recuerdos de Reinaldo y de los suyos, él demostró que la
sonrisa y la firmeza no sólo son compatibles sino complementarios. Frente a la
subversión fue fuerte sin ser duro, era un asunto de estilo, nunca le tembló el
pulso para hacer lo que fuese necesario, pero jamás practicó, eso que los
españoles llaman de manera muy gráfica el "recochineo" ese solazarse
en el dolor del adversario, ese gozo del dolor ajeno tan de moda en estos días.
Queda la figura del educador, del abogado, del luchador político, del
eficiente hombre de Estado, como un homenaje y una exaltación de la hidalguía y
el buen gusto. El solo recordar que existieron hombres como él, es gratificante
para el espíritu en esta hora menguada de Venezuela...
Alfredo Coronil
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