La acción del Estado siempre ha obstaculizado el desarrollo de la industria petrolera. En el siglo XXI con las acciones y medidas desbocadas tomadas y devueltas como un "boomerang", Pdvsa está obligada a participar en el desarrollo de la actividad más allá de su capacidad de invertir y ejecutar, tanto en la actividad directa como en la de las empresas mixtas en las cuales es accionista mayoritario, unido todo en consecuencia y en paralelo a su incapacidad de gestión y la ampliación de su rol para satisfacer exigencias políticas que no le corresponden.
Esta situación de desvío de fondos a actividades reñidas con su rol petrolero ha limitado su capacidad para generar mayores niveles de producción y ha mermado su capacidad de refinación. En contrasentido y para cubrir requerimientos financieros políticos que no le corresponden, se la ha usado como instrumento de endeudamiento garantizado con la entrega de crudo y productos o a través de la emisión de instrumentos de deuda, pensando en que su capacidad financiera y su capacidad de generar ingresos (divisas) serían infinitas. Se ha comprometido el futuro de la industria tanto para el Estado como para el sector privado optando, increíblemente, por una fórmula que ha reducido la capacidad de producción y de refinación y que, por políticas crediticias para fines políticos a países de la región, han creado una situación insostenible mediante la cual un Estado destructor de toda capacidad de producción en el país, hoy no está en capacidad de importar ni siquiera los insumos y los productos necesarios para mantener una situación declinante y traumática de calidad de vida.
Esta situación insólita e insostenible en la cual Pdvsa, a través de continuadas acciones y medidas contraproducentes ha reducido el potencial, la producción y la refinación, ha desembocado en la reducción de la generación de divisas que le hace cada día más difícil o imposible seguir desempeñando el papel de fuente de fondo para la acción política. Añadamos a esto la realidad de producción decreciente de los sectores industrial y agrícola, que incrementa la necesidad de generar los recursos necesarios en función política: se pensó siempre que habría una interminable disponibilidad de fondos resultantes del también supuesto aumento interminable de los niveles de producción y de aumento de los precios del petróleo. Se insiste en un círculo vicioso que genera reducción de la producción de crudo y productos, contribuyendo a un déficit cada vez mayor de producción en comparación con los requerimientos financieros necesarios para mantener un sistema insostenible.
Ante la realidad en la única industria que medio genera fondos ya que tiene comprometida una gran cantidad de su producción por la estrategia en política internacional que ahora también es insostenible, el país representado por su gente sufre una escasez de productos que quienes tenemos memoria suficiente solo se vivió en el país durante la II Guerra Mundial, cuando todos los miembros de la familia hacíamos cola para comprar los productos de primera necesidad que escaseaban.
El proceso político que hemos sufrido desde que la actividad petrolera pasó a manos del Estado, disimulado últimamente bajo la ficción de socialismo del siglo XXI, debe llevarnos a un cambo radical de enfoque sobre los riesgos de la propiedad de los medios de producción por parte del Estado.
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