El inolvidable Manuel Caballero decía que la corrupción es muy difícil de combatir por que “es muy sabrosa”. Tenía razón y al igual que los deslices que los casados disfrutan con un amante escondido, los “cachos” son casi imposibles de evitar.
Usualmente la corrupción se asocia a algún funcionario público que haciendo uso del poder de su posición se mete unos cobres. Por ejemplo un contratista repara una carretera por un monto de 30 millones. El funcionario público que firma los pagos de obra ejecutada, el inspector de campo que “mide” la obra ejecutada y el contratista se ponen de acuerdo en aumentar los números en 10%. De esta forma hay ahora 3 millones para repartir, quizás 20% para el inspector, 30% para el contratista y 50% para el que aprueba. Imposible de detectar y todos felices y esperando la próxima.
Similar cosa son las comisiones por compras. Te asigno una orden de compra para hacer un barco que cuesta 100 millones de dólares pero quiero el 2% de comisión, es decir 2 millones de dólares, tú sabes para la revolución.
Pero hay otras formas de hacer corrupción. Alquilar autobuses para llevar gente al acto político, usar el avión del organismo público para llevar a los hijos a Argentina, donar dinero para la campaña a la presidencia de otro País, emplear familiares o amigos sin necesidad y miles de otros ejemplos.
La corrupción es imposible combatirla y al igual que los “cachos” los implicados buscarán la forma de esquivar los controles. Las amenazas de duros castigos, reglamentos y cuanta vaina crucificadora se quiera inventar solo lograrán que los corruptos se vuelvan más listos y se protejan más de los que los vigilan.
Viene todo esto a cuento por cuanto nuestro pobrecito e iluso Maduro ha decidido sacarle las tripas a cuanto corrupto exista en Venezuela y eso no lo logrará con amenazas. Tal vez le sirva como herramienta política para meter al gobernador de Lara en prisión por cortarse el pelo con fondos públicos o al de Miranda por alguna otra cosa inventada, pero la represión es inútil.
Quién puede resistirse a una rubia de 25 años, bonita, simpática y de buen cuerpo que te invita a su cuarto del hotel?. Solo el casado que cree en la importancia de no engañar a su esposa podría hacerlo. La fuerza es la convicción interna. No hay otra manera y eso exactamente aplica al asunto de la corrupción.
La forma de evitar la corrupción es que los funcionarios públicos acepten la honestidad como forma de vida. Que nadie los pueda tentar con un soborno y que ellos detesten los malos manejos de dineros que no son suyos.
Lograr funcionarios honestos no es tan difícil. Debe ser materia obligada en todos los niveles de escuela, liceo y universidad. Debe ser permanentemente promocionada vía medios de comunicación y resaltada como la conducta esperada y al mismo tiempo, los actos de corrupción deben ser ridiculizados y condenados también por los medios.
eugenio montoro
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