La Tiby resolvió el
problema de la partida de nacimiento de Nicolasote, y entonces a todos nos dejó
boquiabiertos esta semana, mostrando la respectiva del susodicho que,
seguramente, sacó del legajo de documentos que éste introdujo el día de su
inscripción como candidato del oficialismo ante el CNE, y que nadie se había
dado cuenta, porque la misma estaba traspapelada ahí; tanto más porque la
oposición no hizo la impugnación a tiempo, como ella adujo, y entonces había
pasado desapercibida.
¿Qué es una raya más para un tigre? Así no le importó
el qué dirán, pues lo suyo en todo caso consiste en taparear las cosas de la manera
como mejor le parezca. Empezando, porque
se trata de una persona que ya se le venció el plazo, que tenía para ejercer el
cargo, para el cual fue nombrada y ratificada por la Asamblea Nacional, y que
está allí, según se dice, habida cuenta de que dentro del oficialismo ha
comenzado a privar la tesis de que más vale diablo conocido, que por conocer, y
en esto parece que influye el hecho de que su sucesión tiene enredado el
papagayo del lado adentro, es decir, no está claro quien es la persona más
indicada para asumir tan alta investidura, tan pronto salga de allí, ya que la
situación atraviesa por una guerra de cuotas de poder; de modo que lo mejor que
se ha considerado es dejarla por el instante presidiendo el organismo por unos
meses más; por lo que queda en la condición de usurpación de funciones, como se
lo ha hecho ver más de un abogado, que ha llamado la atención, a ese respecto.
Por supuesto, en dicha condición también se encuentran
otros dos rectores del organismo, y hasta la actual Contralora Nacional. De
modo que nada pasa, al respecto, si es que alguien por ahí se pone cómico.
¿Cuál estado de derecho? Así no deja de evocarse la mal llamada IV República y
todos sus vicios, y entonces para adelante, que para atrás espantan.
En efecto, a más de uno se le ponía que tarde o
temprano esta gente iba a venir por ahí; sólo que se esperaba que la
“chimbería” del documento guardara más la forma, esto es, cuadrara con todo lo
que hasta entonces se había dicho acerca del nacimiento de Nicolasote; cuando, al
parecer, él mismo había informado que dicho acontecimiento había tenido lugar
en la parroquia San Pedro de Caracas, en cuya iglesia había sido bautizado, y
así que nada le costaba ajustar una cosa con la otra. ¿Tiene la mentira las
patas muy cortas?
Razón le asiste entonces a la gente que alega que, en
lugar de aclarar, doña Tiby, lo que ha hecho es confundir. Claro, también es
verdad, que a esta gente la tiene sin cuidado si uno les cree o no;
sencillamente, cumplen con informar, y aquí no valen repreguntas. ¿Se reirá la
Tiby de su audacia? Para ella esto es pan comido; pues en circunstancias más
comprometedoras se ha visto, y de allí ha resultado airosa. Ella sabe muy bien
comportarse frente a esa fiera implacable, que es la opinión pública, y para lo
cual cuenta con su voz atiplada melodiosa, y una sonrisa de matrona que
obsequia a cada uno de mis colegas, que la osan enfrentar, cuando de una rueda
de prensa se trata.
Así resolvió el asunto de los cuadernos de votación;
en el momento en que fue preciso llevar a cabo una auditoría de los resultados
electorales del pasado 14 abril, a solicitud no sólo de Henrique Capriles, sino
también de Unasur; habida cuenta de la duda que existía sobre los mismos. “¿Quién
dijo que en una auditoría de este tipo se entregan cuadernos de votación?” Con
estas palabras dejó el caso cerrado, y no le importó que le digan que su
trabajo es chimbo.
En estas circunstancias se diría que la Tiby no le
habla a uno, el mundo civil, sino al mundo militar; donde, al parecer, la
presión ya es insostenible, de acuerdo a lo que trasciende de los cuarteles, a
propósito de las hojas volantes que a amanecen a diario en sus recintos, y
donde se le califica a Nicolasote de cucuteño, y esto en razón de que habrá más
de uno preocupado por su situación en el escalafón institucional, en el sentido
de que si éste le firmó su ascenso, dada la condición de ilegitimidad, en la
que se encuentra, el mismo resultaría nulo; pero, además, porque en ese medio
no deja de haber el nacionalista auténtico, y que no se atrevería a
manifestarse, porque el aparataje de la institución no se lo permitiría, y, en
última instancia, prefiere manifestarse por esta vía.
Porque sería demasiado infantil de parte de la Tiby
plantearse la confusión por la confusión misma, y en la que uno ha quedado;
pues, como decíamos atrás, ya Nicolasote había asomado lo de su alumbramiento
en la parroquia San Pedro de Caracas, y no sólo él, sino también Elías Jaua
había dicho que esto había ocurrido en la parroquia El Valle de Caracas, y José
Vielma Mora que en una localidad del Táchira. ¿Qué le pasó a la Tiby, en ese
sentido? Aparte, de que ella tenía que haber premeditado, asimismo, que la
opinión pública le iba a pedir de inmediato detalles del documento, de marras;
en el entendido de que tenía que indicar su origen, es decir, su ubicación en
el libro de Actas, relativas a los nacimientos del año en que vino al mundo
Nicolasote, y fue presentado ante la autoridad civil, pues desde entonces ha
guardado silencio.
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