Lo
primero que traía en mente Betancourt, a su regreso en el año de 1936 a
Venezuela, era la constitución de un partido de masas, al estilo leninista, es
decir, con un politburó; que con el tiempo, y la degradación de nuestra
política pasó llamarse cogollo; eso en cuanto a su estructura organizativa, mas
no así en cuanto al carácter de su militancia; pues Betancourt no sólo quería
ganarse la voluntad del obrero; que era lo otro que caracterizaba a la teoría
marxista-leninista, a propósito de la revolución proletaria, sino la del
pueblo, en su conjunto; lo que en palabras de Betancourt sonaba como un partido
policlasista, y de allí el símbolo del Juan Bimba alpargatudo, que viene a
representar ese populismo, que tuvo que adoptar Betancourt en aquellos
instantes en aquella Venezuela semi-rural; habida cuenta de que se inicia la
era de la Venezuela petrolera; cuyo enclave va a necesitar mano de obra, y la
que fluye de los campos.
Así
se conforma el PDN, que con los años, y por las circunstancias del destino,
pasará a llamarse Acción Democrática (AD); un partido con una serie de cuadros,
casi todos ellos pertenecientes a las Generación de 1928 o en sus entornos, y
quienes se habían formado en el exterior; sobre en todo, en el área del Caribe
y Centro América; donde ya se fraguaba la revolución proletaria, y como tal
esta gente se había empapado de las teorías marxistas, muy en boga para el
momento; como otras librepensadoras. Figuras como Raúl Leoni, Gonzalo Barrios,
Luis B. Prieto.
El propio Rómulo Betancourt confiesa en
“Venezuela: política y petróleo”, que él anduvo unos años clandestino en
Venezuela; durante el periodo duro de López Contreras; cuando se aprobó un
decreto de persecución contra esta gente, acusada de comunista, que los obligó
a salir del país; mientras Betancourt se quedaba, a todo riesgo, terminando de
organizar su partido, y hasta que lo sorprenden en este afán la seguridad del
régimen, y lo envían de nuevo al exilio.
Traía la lógica en su cabeza del fugitivo
exitoso: cambiar de escondite todos los días. He allí lo que le había dejado su
época de militancia por Costa Rica. Aunque ese exilio será muy breve, pues ya
en 1939 se flexibiliza el régimen, y se permite su regreso, así como de otras
figuras como Jóvito Villalba, Raúl Leoni.
Es así como llegados a 1941, se lanza la
figura simbólica de Rómulo Gallegas por el PDN-39, para competir con la de
Medina Angarita a la presidencia de la República en unas elecciones
censitarias; un gesto de valentía por parte de este hombre; tomando en cuenta
que, como ahora, no competía con un partido político; sino con la maquinaria
del Estado; pues no se olvide que López Contreras gobernaba con la resaca del
post-gomecismo. Hasta al propio Betancourt le hacen una jugarreta, comprándole
unos delegados, a propósito de unas elecciones para el Congreso Nacional; quien
aspiraba salir diputado por el estado Miranda, según lo relata Laureano
Vallenilla en sus memorias. Aunque el medio venezolano no lo ve como un acto de
valentía, sino más bien como una temeridad de parte del maestro Gallegos, y por
lo cual es objeto de burla.
No obstante; quedaban dos ideas sembradas en
el país político de aquella Venezuela a partir de allí; primero, que la nueva
elite, que aspiraba el poder, no venía armada; como hasta el pasado reciente,
y, en ese sentido, creía en la vía electoral, como único medio para lograr su
objetivo; por la otra, que ésta provenía de la universidad. Se trataba de una
dirigencia ilustrada, y nada mejor que el más conspicuo representante las
letras venezolanas para asumir ese papel.
Aparte de que eso le permitía al PDN-39, que
en ese mismo año de 1941 iba a adoptar el nombre de AD, expandir su mensaje por
toda la nación, con motivo de la campaña electoral; de modo que para 1945,
fecha en que se da la asonada cívico-militar, que lleva a la presidencia a
Rómulo Betancourt, la maquinaria ya cuenta con una suficiente fuerza, como para
que un grupo de militares, de la oficialidad joven, a la cabeza de Marcos Pérez
Jiménez; convoque a sus dirigentes, a los fines de darle carácter popular a
aquella asonada cívico-militar que se lanza contra el gobierno de Medina
Angarita; apoyándose, precisamente, en la organización adeca.
Se trataba de un grupo de militares jóvenes;
que se venía reuniendo, y conformando una especie de logia, como la llamaba el
propio Pérez Jiménez; un sujeto que no abrigaba ninguna tesis política, aunque
sí lo embriagaban unas enormes ambiciones de poder; sólo que, según Betancourt,
su temperamento pusilánime lo obligará a apoyarse en los hombros del otro, para
su ánimo de trapecista, y nada mejor que comenzar con un partido político, como
decía, que tiene un cierto arrastre popular; luego se montará en hombros de
Delgado Chalbaud, y así sucesivamente; una trayectoria donde estará de por
medio hasta el asesinato de éste.
Entonces, se instala el primer gobierno civil
en nuestro país: impuesto por los militares, eso sí, y el que dará origen al
Estado democrático; aunque muy adulterado todavía por los prejuicios
decimonónicos de casta; del pardismo, en este caso, y que fue uno de los factores
que a la larga iba a dar al traste con aquel ensayo de democracia.
melendezo.enrique@yahoo.com
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