Fundamentado en Andrés Eloy Blanco, tomo su palabra para “regresar por un instante en la historia y
coger el impulso necesario para seguir
adelante”. Pero, a propósito, en vez de seguir adelante me detendré en el
tiempo, hoy 12 de octubre de 2013, para referirme al Día de la Resistencia Indígena.
Antes de iniciar permítanme la siguiente reflexión.
De distintas manera se califican a posteriori hechos o procesos que
suceden en la humanidad. El proceso del
que estamos haciendo referencia se ha calificado, como dijimos anteriormente, de
Leyenda Dorada, Leyenda Negra o Leyenda Ecléctica de acuerdo a la posición, muchas
veces intransigente, que cada persona asume en su interpretación y
convicción.
El tiempo pasa inexorablemente y, el hombre con sus actuaciones hace la
historia, que en su momento y lugar dejan para el gran libro de la historia de
la humanidad. Así, brevemente podemos
recordar a Jesucristo, que nos dejó una religión; Bolívar, que nos dejó una Patria;
Colón, que abrió el camino para unir razas; Hitler, Mussolini y Stalin, quienes
dejaron una alfombra de sangre en las tierras de Europa; Ghandy, Martin Luther King, María Teresa de
Calcuta y el Papa Bueno, Juan Pablo II, quienes nos legaron acciones y mensajes
de Paz. Lo que no podemos ni debemos ser, es considerarnos jueces de los
descendientes, para responsabilizarlos de las malas acciones de sus
antepasados.
Nuestra vigente Constitución Nacional reservó el Capítulo VIII para
referirse a los Derechos de los pueblos indígenas. La intención reflejada en el contenido de este
Capítulo fue motivo de gran discusión, por cuanto muchos miembros de la
Asamblea Nacional Constituyente razonaban que los indígenas no debían ser
considerados fuera del contexto que la Constitución define como venezolanos y
que por lo tanto deben tener los mismos derechos y deberes que un venezolano andino,
llanero, oriental o central, la gran
mayoría también descendientes de
nuestros antepasados indígenas. Aprobada
la referida Constitución, en su Art. 119 establece que: “El Estado reconocerá la existencia de los pueblos y comunidades
indígenas, su organización social, política y económica, sus culturas, usos y
costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos originarios
sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias
para garantizar sus formas de vida. Corresponderá al Ejecutivo Nacional con la
participación de los pueblos indígenas, demarcar y garantizar el derecho a la
propiedad colectiva de sus tierras, las cuales serán inalienables,
imprescriptibles, inembargables e intransferibles de acuerdo con lo establecido
en esta Constitución y las Leyes”.
Al respecto, permítanme la siguiente consideración. Parece que después de quinientos años nos
dimos cuenta que en varios espacios geográficos de la República existen cientos
de miles de venezolanos y que gracias al artículo constitucional citado
reconocemos su existencia. La palabra correcta no es reconocer sino garantizar su existencia y todos
aquellos derechos políticos, sociales, económicos, culturales, ambientales y
humanos que como integrantes de la población venezolana les corresponden. Lógicamente,
sus tradiciones, su hábitat, sus idiomas y costumbres los hacen diferentes, al
igual que diferente son las tradiciones, hábitat, cadencias en el hablar, modo
de expresar y de manifestar su fe religiosa que tiene un andino, un llanero, un
oriental o un central, pero todos, a pesar de esas diferencias, somos
venezolanos.
Por ello, más que recordar y referirnos a los sacrificios de nuestros
antepasados aborígenes, razón de ser de nuestra existencia, vivencia y vigencia
como venezolanos y como nación, debemos
destacar y referirnos a nuestros actuales indígenas, quienes por nuestra propia
responsabilidad, responsabilidad de hermanos venezolanos, todavía hoy, 12 de
octubre de 2013, se sacrifican y resisten, con otros medios pero con la misma
finalidad de hace más de 500 años.
También por ello, no es menester, por extemporáneo, responsabilizar hoy
a los pueblos españoles, portugueses, italianos, franceses, ingleses u
holandeses, de las infracondiciones humanas en las que decenas de miles de
indígenas venezolanos, hoy día de su cumpleaños, “Día de la Resistencia
Indígena”, se resisten y luchan por
sobrevivir en varias regiones del territorio nacional, no sólo en su propio
hábitat, sino incluyendo calles, plazas, puentes, y pasillos en centros
comerciales en muchas ciudades de Venezuela, sin excluir a Valencia en donde a
diario los podemos ver en las inmediaciones del Terminal de Pasajeros, en los semáforos
cercanos a Centros Comerciales, en lo poco que queda del terreno que no hace
mucho tiempo se les cedió en Parque Valencia, en avenidas y otros lugares emblemáticos de la
ciudad por donde , parodiando a Andrés Eloy Blanco, “andan desnudos cientos de angelitos indios que pasan los días comiendo mango por los
barriales del suelo”, imitando a los angelitos indios de Petare, de Mamera, El Valle, La Charneca, El Cementerio en Caracas y otros cientos de lugares en muchas ciudades
en la Venezuela de hoy.
Nuestra responsabilidad nos obliga y, en especial a los gobernantes de
turno, a materializar lo que, con gran sentido humanístico establece la
Constitución, para preservar y garantizar a los indígenas venezolanos los
derechos allí establecidos. Derechos que les garanticen su desarrollo personal
integral pero que no los obliguen a su confinamiento en un espacio geográfico
el cual, simulando a una “pecera” o
un “museo
de cera”, sólo sirva de distracción a los turistas extranjeros y criollos
para que en sus viajes se tomen fotografías junto a los indígenas del siglo
XXI, para mostrar, en su retorno, como
vivían nuestros aborígenes en el siglo XV.
Esta es la verdadera RESISTENCIA
INDÍGENA que hoy, 12 de octubre, estamos obligados a reconocer: su
resistencia a seguir marginalmente sobreviviendo con las migajas que en cada
período vacacional reciben de agrupaciones religiosas o laicas, quienes
afortunadamente sienten la necesidad de ayudarlos y apoyarlos cumpliendo con la
responsabilidad social que le obliga su conciencia de seres humanos, de seres
venezolanos. O el bolívar fuerte que, algunos casi obligados, depositan en el
envase de cartón que nos presenta una indígena con un niño colgado del pecho en
muchos semáforos de la ciudad.
Le estamos “entregando peces”, cuando al Estado le corresponde
“enseñarlos a pescar”.
Preservar su cultura, usos, costumbres, religión, organización e
idiomas no es confinarlos y obligarlos a seguir viviendo como lo fueron hace
quinientos años. Por el contrario, a nuestros indígenas hay que
brindarles la misma oportunidad, que hemos tenido gran parte de la población venezolana,
para integrarlos con los demás indígenas andinos, llaneros, orientales,
centrales y occidentales y luego, facilitarles aprender y conocer otras
culturas, otros idiomas y otros modos de vivir que les permitan superar, por si
mismos, sus propias limitaciones y disfrutar de las bondades del desarrollo
científico y tecnológico y no las que piensen
y decidan otros por ellos; además,
nos
lo recuerda Andrés Eloy Blanco de
su intervención en el Congreso, el 11 de julio de 1947, al decir que
“…. Lo cierto es, ciudadanos Diputados, que en Venezuela no sólo hay
necesidades. Yo creo que hay que ir más lejos: hay que crear necesidades. Es
necesario que el venezolano, el más pobre, el más desventurado de nuestros
compatriotas -(pienso en nuestros indígenas)- no tenga simplemente con que llenar una
necesidad, sino que tenga esa necesidad: porque lo más trágico es que un hombre
no tenga zapatos que ponerse, sino que no haya sentido nunca la necesidad de
tener zapatos. Hay que crear en el
hombre la necesidad de dejar el chinchorro por la cama; hay que crear en el
hombre la necesidad de dejar la alpargata por el zapato; hay que crear en el
hombre la necesidad de dejar el simple buche de agua por el cepillo de dientes.
Es necesario que el hombre no se
acostumbre a vivir conforme bajo un rancho en piernas, a la intemperie y sin
los elementos necesarios contra la plaga, es necesario crear en él el estado de
rebeldía fisiológica que le hace asumir la propia defensa de su vida”
Hoy, 12 de octubre de 2013, nuestros indígenas muestran su resistencia,
no ya a los conquistadores sino ante un Estado, su propio Estado, poderoso y
dadivoso, que en el papel escribe los derechos más apetecibles pero que en la
práctica les niega lo que a otros indígenas en otros países a menudo les ofrece
y, los nuestros, obligados a seguir viviendo casi igual que 500 años atrás. Esta si es la verdadera RESISTENCIA INDÍGENA que
los impulsa a emigrar dentro de su propio país en búsqueda de lo que se les
niega y que sí disfrutan sus hermanos venezolanos y millones venidos de otras
tierras.
Los indígenas venezolanos deben tener la prioridad de recibir lo que se
entrega a otras naciones o, por lo menos de compartirla, en fertilizantes para
mejorar la calidad de sus suelos; tractores para aligerar la siembra; financiamiento
para adquirir insumos; apoyo para la recolección, vías para el transporte y
mercado para la venta; electricidad para aparatos electrodomésticos y por qué
no: radio, mini-componente, televisor, video, nevera, microondas, licuadora,
celulares y otros que su necesidad y oportunidad le exija o le brinde; agua para cocinar, lavar
y bañarse y, Centros de Salud para prevención y atención de enfermedades
primarias.
Indudablemente todo no se puede hacer a la vez ni en poco tiempo, pero
como diría nuestro Libertador, ¿500 años no bastan? En los últimos 50 años mucho es lo que se ha
podido comenzar
La urgente lucha a favor de la racional resistencia indígena debe tener
como objetivo fundamental que el indígena venezolano, conservando su identidad
étnica y regional, sienta que su patria es mucho más grande que la región donde
habita: que su hermanos, con los cuales quiere vivir en igualdad de
condiciones, somos más de veintiocho millones y, que al igual que ellos aún
teniendo identidades regionales diferentes, somos la sumatoria que, con
orgullo, nos hace decir: somos todos
venezolanos. Integración que impulse al Yanomami a ofrecer su vida por la
defensa del Golfo de Venezuela, a pesar de la distancia y desconocimiento,
porque siente que ése golfo también es suyo, y al Wayú a luchar por la
protección del ambiente ante los depredadores y saqueadores de nuestras
riquezas en el Estado Amazonas, porque también siente que es territorio y
riqueza de su patria grande.
Quiero terminar, emulando nuevamente a Andrés Eloy Blanco, tomando de
una prosa suya referida originalmente a un llanero y aplicarla, con la misma
razón a un indígena venezolano. Cito: “Fue
una mañana amazónica donde yo encontré aquel yanomami que viajaba conmigo, todo
desabrigado, y que, en una madrugada en plena selva, cuando yo lo desperté para
seguir viaje, lo encontré con el pecho desnudo bajo el aire de la mañana y le
pregunté si tenía frío, y me contestó el yanomami: ¿Y yo, qué voy a hacer con
frío si no tengo cobija? Haciendo un
símil, se me ocurre que, al preguntarle a muchos indígenas, en todas las
regiones, si tienen identidad nacional, Dios no quiera que, dolorosamente, contestaran: “y yo, que voy a hacer con Identidad Nacional, si no tengo Patria”.
El sentido de denominar “Día de la Resistencia Indígena”, al 12 de
octubre, no debe ser para conmemorar el doloroso pasado histórico de nuestros
indígenas, sino más bien, para acompañarlos, en su conciencia y acción, para
resistirse, hoy, a seguir siendo expuestos como muñecos en vitrinas de
exhibición, y, lograr que en poco tiempo puedan gritar como lo hace un andino,
un llanero, un central, un oriental o un zuliano, “soy indígena, orgulloso de ser venezolano”.
Por todo lo anterior, considero una obligación patriótica, ciudadana y
cristiana, exigir que se cumplan los postulados de nuestra vigente Constitución
a favor de nuestros indígenas y las de todos los venezolanos, para lograr que
cada uno de nosotros continuemos echando las bases y trabajar unidos, para colocar a nuestra Patria,
Venezuela, en el alto sitial que como pueblo libertario nos corresponde y
evitar que, dentro de 20 a 30 años, otro venezolano, a lo mejor un
representante indígena en otro 12 de Octubre, escriba para referirse al “Día
de la Indigencia Nacional”
DANIEL E. CHALBAUD LANGE.
Valencia, 12 de octubre de 2013EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
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