Conversando
recientemente con un querido amigo, este empleó una palabra que, aunque es bien
conocida, poco es empleada en el lenguaje diario. Pero que creo que viene como anillo al dedo
para definir la circunstancia nacional actual: “perfidia”. Los venezolanos usamos la palabra apenas
cuando cantamos el viejo bolero que lleva ese título y cuya letra empieza con:
“Nadie comprende lo que sufro yo, canto pues ya no puedo sollozar. Solo, temblando de ansiedad estoy…” Se me ocurre que también esos versos suenan a
realidad venezolana: nos consolamos de la dura situación resignándonos,
evadiendo la verdad, haciendo chistes; ¡canturreando, pues!
El
amigo, Federico Fuentes la empleó para calificar a lo que hacen los jerarcas
actuales que, sin aprobar satisfactoriamente lo del manejo de la Hacienda
Pública en estos largos quince años, sobreviven hipotecando el país a potencias
extrajeras, las cuales exigen cada vez más.
También cubrió con el término derivado, “pérfidos” a los áulicos que
hacen loas porque el régimen (no la nación) tendrá dinero fresco para seguir
malbaratándolo entre sus clientes, sin nada de transparencia y sin poder
mostrar avances en el desarrollo del país.
Esos soslayan la realidad: estamos encadenados a los chinos con
préstamos sobre préstamos, los cuales hacen que nuestros tataranietos, sin
haber nacido, ya estén graduados de deudores.
No está de más recordar que los de los ojos rasgados no son ningunas
monjitas de la caridad en lo que a negocios se refiere. No en balde tienen más de treinta siglos en
eso, en prestar y cobrar intereses.
Tampoco
está de sobra recordarles a esos que se alegran y tiran cohetes porque
Girafales fue nuevamente a mendigar, dejando en prenda más riquezas del
subsuelo venezolano, cuál es el significado de la palabra usada por
Federico. Según el mataburros,
“perfidia” es: “Deslealtad, traición o quebrantamiento de la fe debida”. Por lo que “pérfido”, en consecuencia, es
aquél que es desleal, traidor, que falta a la fe que debe. Eso de cometer discursos ante la masa ignara,
haciendo ver que el tipo busca rellenar las arcas para poder seguir
proporcionándoles “misiones”
(“canonjías” sería mejor término), es una canallada política y una
torpeza moral, no importa como la disfracen.
Recurren a más préstamos y a ese tipo de discursos porque se ven
perdidos en las venideras elecciones y necesitan correr la arruga hasta el año
que viene; nada más.
Pero
la perfidia también ocurre en otros campos del proceder gubernamental. Por ejemplo, cuando se recurre a los manidos
argumentos —copiados del difunto— de: “me quieren matar” y “están fraguando un
golpe”. Ante esos “argumentos”, tendemos
a contestar con un encogimiento de hombros y un “ahora, cuéntame una de
vaqueros”. Pocos se dan cuenta de la
bellaquería de esas afirmaciones; porque, además de emponzoñar a los de mentes
más lábiles, para poder justificar sus asertos, tienen que inventar “asesinos”
y “golpistas”, pobres venezolanos a quienes ponen presos sin razón ni
justicia. Sumados, todos los intentos de
magnicidio reportados —uso la palabra con repugnancia, porque el padre y el
hijo nada de magnos tienen— son más que los alegados por Fidel en su más de
medio siglo de tiranía. Alguien, por
“Aporrea” dejó claro que ni los rojos les creen: “La afirmación que ustedes hacen
es una necedad incomprensible para los que conocemos la historia de nuestro
país (…) están haciendo el papel de tontos con esa afirmación tan descabellada
tan solo para complacer a los que tienen ese jueguito dentro del gobierno (…)
están quedando muy mal parados con su militancia (…) el mismo gobierno se está
dando un auto golpe (…) se lo está dando al pueblo cuando va a los expendios
(…) y no consigue nada. Y cuando los consigue tienen que hacer larguísimas
colas para obtenerlo. (…) Este es el verdadero golpe camaradas y se lo está
dando el gobierno al pueblo”.
Perfidia
es lo que comete la fosforito al negociar —al borde de una cama, por cierto—
con los pranes de las cárceles: con el “Mocho Edwin”, por ejemplo, concierta el
hacerse la desentendida por los asesinatos que este cometió. La muy infame, al afirmar con descaro que lo
que sucede en los penales es culpa de “la herencia maldita que nos dejó la
Cuarta República”, trata de salirse por la tangente y obvia que ya tienen
desmandando el equivalente de tres períodos presidenciales de los de antes…
Perfidia
es que el Inmaduro haya visitado oficialmente a Guyana cuando ya era del
conocimiento público que ese país había dado concesiones petroleras en las
aguas que están en contención con Venezuela por la zona en reclamación. Y para “más piol” sale a declarar que lo del
diferendo no tenía razón de ser porque era solo causado por unos
“intrigantes”. Les dio a los guyaneses,
en bandeja de plata, razones para un “estoppel”.
También
es perfidia que algunos de los asesinos que actuaron en la masacre de El
Encanto hayan formado parte del régimen actual Y que los restos de algunos de
ellos hasta hayan recibido homenaje en el Salón Elíptico. Lo recuerdo hoy porque esta semana se cumplen
50 años de ese asesinato múltiple. Para
los de mala memoria, les refresco que ocurrió cuando un comando comunista
ejecutó a cinco guardias nacionales cuyo único pecado era ir dando protección a
las familias que iban de excursión a ese parque.
Si
lo todo anterior no es traición a la patria, se le parece bastante…
hacheseijaspe@gmail.com
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