Yo
estoy seguro que de ese “Noticiero de la Verdad” que ha anunciado Nicolasote
que se va a transmitir dos veces al día, van a estar ausentes informaciones
relativas a la inflación, tal cual ha tomado el comportamiento de los últimos
meses, que va rumbo a romper la barrera de 40%; de modo que esto no lo querrá
divulgar el gobierno, lo que entonces ya no es periodismo lo que se haría allí,
sino propaganda oficial.
Lejos
de admitir ese fracaso, se dejan llevar por las enormes apetencias de poder,
que los embriaga; que es lo que ha debido hacer Hugo Chávez aquel 13 de abril
de 2002; cuando en una forma muy imprudente, y por lo que en adelante pagaría
bien caro, Raúl Baduel lo fue a buscar a La Orchila; para sembrarlo,
nuevamente, en Miraflores, sólo que la soberbia que arrastraba le impedía
admitir sus limitaciones como gobernante; aparte de los intereses, que se
movían en su entorno; gente que llevaba una carrera loca por el enriquecimiento
súbito. De modo que por esta vía nunca le veríamos un propósito de enmienda.
Es
por eso que no deja de tener razón esa frase, que forma parte de una especie de
epitafio relativo a él, que circula por las redes de Internet, yo no sé si a
manera de humor o de resignación, que reza que este fue “un hombre que hizo el
bien por el mal, y el mal por el bien”, y una de estas cosas fulminantes suyas
ha sido su discurso embrutecido y embrutecedor; muy lleno de rencores y de
resentimientos sociales, en un pueblo que cae mucho en la trampa del
reduccionismo social; es decir, en la idea simplista que pregona: hasta ahora
todos los gobernantes de Venezuela han sido malos, y de lo que se trata es de
que la gobiernen los buenos; que somos nosotros.
Más
de una vez yo le escuché a una señora ponderarle a Chávez su bondad. Obsérvese,
la conciencia emotiva que todavía nos embriaga como pueblo; cuando, en lugar de
pedirle eficiencia a un gobernante, se le pide bondad, y éste, en lugar de ser
exigente consigo mismo, se volvió, como decimos en criollo, “un pan grande”.
Entonces, se regaló a los pobres; multiplicó, como Cristo, los panes (penes,
dice Nicolasote) y los peces; enderezó las cargas, a la manera como sugería
Lenin, que había que hacer en el camino; habiendo partido sin una hoja de ruta,
a propósito del proceso revolucionario; para llegar a un país anarquizado, como
el que tenemos hoy en día; porque brilla por su ausencia el sentido común, en
estas condiciones, ya que se gobierna sobre la base del milagro.
Giordani
hizo el milagro de repartir 500 mil millones de dólares entre los pobres de
Venezuela; con quienes se tenía una deuda social. El hecho es que uno oye estas
cosas, y le parecen absurdas; no obstante, por esta vía envilecen a un pueblo
muy conforme con las migajas de panes y de peces, que le dan, y entonces le
compran a Nicolasote todo lo que pretende decir a través del “Noticiero de la Verdad”.
Esto
que hace esta gente se observa que no es periodismo, además, en la propia
expresión de la ministra de Información, Delcy Rodríguez; cuando señala que los
medios impresos privados ejercen una “dictadura mediática”. Uno se pregunta
ante esta circunstancia: ¿vivirá esta señora en Marte? ¿Sabe lo que dice, si es
que apelamos a lo que referíamos ahora acerca del sentido común? Pero, además,
el colmo del cinismo lo constituye la frase siguiente: “felizmente, la
circulación de esos medios impresos es muy corta”. Es decir, ella celebra que
el periodismo, que hace esta gente, sea limitado en cuanto su radio de acción,
con independencia de que manejen la verdad o no, si es que se respeta la
Constitución, y que, en ese sentido, establece que todo venezolano tiene
derecho a estar informado. Entonces, no es ministra de la Información, sino
ministra de la Desinformación.
Ahora,
lo que ella ve en el otro, constituye lo que ella es. Es el propio gobierno el
que ejerce una dictadura mediática; como diría un psicoanalista: lo que le ha
salido a la ministra Rodríguez es una metáfora de sí misma: una dictadura mediática
que, no sólo ha implicado la desaparición de numerosos diarios impresos, sino
también que los pocos, que han logrado subsistir en estos catorce años de
castrocomunismo, el gobierno los ha puesto a un régimen de “pan y agua”, como
diría un criollo, mientras la cadena de medios impresos oficialista llueve por
todas partes: Correo del Orinoco, Ciudad de Caracas (éste se regala en el
Metro), Vea.
Ese mismo pueblo, que le cree a Nicolasote su
argumento, de que la escasez de algunos productos del mercado se debe a una
guerra económica, también ya comienza a sentir el efecto de dicha dictadura,
cuando ahora extraña a la otra Globovisión. Así no le parece divertida la cosa,
en ese escenario, que tenía por delante de pobres contra ricos. Les hace falta
oír a la contraparte, y a la que también se habían acostumbrado a frecuentar de
vez en cuando, cambiando de un canal a otro. Si aquí hubo una guerra mediática,
y en la cual los medios de comunicación vinieron a convertirse en especies de
partidos políticos, a falta de los mismos, si se parte del hecho de que los
partidos tradicionales habían quedado pulverizados por el aluvión del chavismo,
esa guerra la ganó el gobierno.
melendezo.enrique@yahoo.com
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