Con la recién aprobada Ley de la
Cultura surge la incongruencia y confusión en intelectuales, artistas,
creativos, políticos y comunicadores sociales, ante los desprecios a la
historia cultural del país, a la creatividad artística y a la realidad
nacional.
Es perversa manipulación de la
“creación y la difusión artística e intelectual”. Nuestra cultura tradicional
siempre manifestó una gran resistencia y energía, y su esencia continuó
transmitiéndose a través de las generaciones.
El chavismo pretende destruir la
cultura tradicional que es el alma de una nación. El desarrollo cultural define la historia de
la civilización de una sociedad. La completa destrucción de la cultura de un
pueblo conduce al exterminio de la nación.
La destrucción de su cultura tradicional mediante una ley, es un crimen
imperdonable.
Contrariamente a la ley, que dicta
reglas rígidas, la cultura actúa como un limitador moderado. La ley impone un
castigo después de que se comete un crimen; en cambio la cultura, al alimentar
la moral, impide que el crimen suceda. Los valores morales de una sociedad
suelen reflejarse en su cultura.
Desde 1999, la llegada al poder del
legador de la maldad, destinó los recursos nacionales a destruir la cultura
tradicional de la nación. Fue algo planeado, bien organizado y sistemático,
sustentado por el uso de la violencia de Estado, como en el caso de la
usurpación de los Ateneos.
Aún más despreciable, la ley garantiza
al gobierno el mal uso intencional y la alteración solapada de nuestros valores
culturales que se ha venido ejecutando desde 1999; se resaltan las páginas
malas de la historia y se oculta la verdad histórica de nuestro desarrollo y
gentilicio, para crear su propio conjunto de parámetros amorales, de maneras
equivocadas de pensar y su sistema de escatológico discurso de violencia
verbal.
Este proceso ha traído consecuencias
nefastas para Venezuela. La gente no sólo perdió sus principios morales, sino
que es víctima de un adoctrinamiento con las teorías perversas del chavismo,
así, la destrucción que se hace de la
cultura tradicional con la aberrante ley inquisidora, es un ataque directo a la
moral nacional, que aniquila las bases para la paz y la armonía de la
sociedad. Nuestra cultura tradicional
nos distingue como ciudadanos socialmente respetados y es un obstáculo para
latiranía. Más temprano que tarde retomaremos nuestros valores culturales y
nuestra condición de ciudadanos libres.
La anticultura del chavismo canoniza a
su líder y fomenta un culto a su persona, por lo que no va a permitir la
permanencia de conceptos culturales de tan larga tradición en el país, su
política y sumisión entran en la
categoría del crimen más infame y descomunal a la sociedad y la democracia.
El legador sabía que mientras
existiera la cultura tradicional, el pueblo no aprobaría su proceder, ni lo
vería como “grandioso, cargado de gloria y acertado”. El pueblo no se
convertiría en marioneta del poder, y él, no podría imponer obediencia en el
pensamiento de las masas, ni la política de la incriminación.La cultura
tradicional desafía la legitimidad del régimen.
Nuestra cultura tradicional cree en la
democracia, la libertad de pensamiento y expresión, en la creatividad de
nuestros artistas y esa creencia socava las bases gubernamentales.
El chavismo
y su legado responden a un fin político perverso, de preservación y
consolidación de la tiranía, del engaño, la maldad y la violencia.
Ffacchinb@gmail.com
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