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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

lunes, 23 de septiembre de 2013

FELIPE GUERRERO, SIMPLEMENTE MAESTROS

Con acierto Paulo Freire señaló: La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar al mundo. Por eso hay que educar bien a nuestros alumnos, porque ellos serán quienes gobiernen nuestro futuro».
Ante el inicio del año académico comparto contigo la reflexión semanal: «Simplemente Maestros».
Un nuevo año escolar… Se inicia nuevamente el éxodo de la muchachada desde sus hogares hasta las instituciones escolares. En esta renovada peregrinación los abuelos deshacemos cualquier compromiso para poder atender la invitación de los nietos al primer día de clases.
La actividad muestra los ingredientes del cariño y la ternura, estos  estados espirituales se comportan como una fuerza mágica, capaz de generar grandes transformaciones y sacrificios; son sustancias invisibles que unifican espíritus y esfuerzos, que generan entusiasmos individuales y colectivos, alimentando de vitalidad procesos de engrandecimiento humano.
La convocatoria de mi nieta a compartir con sus amiguitos las actividades iniciales de la institución a la cual ella asiste, me sirvió de extraordinario laboratorio de vivencias para reafirmar, consolidar y robustecer mis personales convicciones.
Ingresar a la escuela de mi nieta significó romper el alto silencio de esa mañana con olor a pan recién hecho, pues una deliciosa algarabía interrumpió todos los pensamientos. Una especie de coro de risas y murmullos infantiles reinaba en aquel espacio. Al adentrarnos y penetrar en el lugar, una treintena de pequeños, los grandes ciudadanos del futuro, reían contentos, porque participaban del reencuentro amistoso luego del período vacacional. Niños y niñas, tomados de las manos, se sentían pletóricos. Allí no se adivinaba ni odio, ni rencor; ni envidia, ni rabia; ni egos o ansias de poder.
Observar la naturaleza y sentir la vida, dejarse llevar por el aire a veces fresco pero que con el correr y saltar se vuelve cálido, lo cual obliga a liberarse  de abrigos, de chaquetas y todos los etcéteras a los que coacciona el mal tiempo.
Yo, que he pasado toda mi vida en las aulas escolares quería reflexionar pero  me quedé en blanco. Y en ese maravilloso blanco, recordé que un día fui niño y sólo quería saber y entender la vida.
Ahora, cuando ya han pasado varias décadas en las cuales he gastado muchos años aprendiendo tantas cosas, me he dado cuenta de que llega un momento en la vida en el que hay que aprender a desaprender.
Desaprender tanta arrogancia, envanecimiento, pedantería, soberbia, orgullo, petulancia, y altanería para volver a ser niños. Desaprender para llegar a la ingenuidad, esa génesis divina donde creer no cuesta nada.
Buen tiempo para volver como educadores a proclamar nuestro credo de maestros:
«Creo en mí mismo, mediador entre la realidad y mis alumnos, la mano que ayuda a nacer, el paisaje sin niebla que ayuda a percibir, a comprender, a admirar…»
Creo en ti, alumno o alumna, en tu capacidad radiante o en tu capacidad dormida; en ti persona pequeñita pero dispuesta acrecer, operación gigante comenzando a amanecer, idioma inédito de palabras balbuceantes, pero tú y sólo tú.
Creo en ti desde mis manos cada vez más inútiles, que solo valen para acariciar tu crecimiento, tu aprender, tu comprender y tu sabiduría. Por eso asalto tu mirada oscura para encender en ella la luz que te descubra y te haga comprender que eres tú, sólo tú, quien muere un poco si no se encuentra.
Creo en ti, por eso te llamo cada día: Ven a la escuela del amor y aprende muchas cosas, pero apréndete a ti, que es lo primero.
En esta hora,  al iniciar una nueva expatriación sólo me atrevo a decirle a los alumnos: Creo en mi y creo en ti. ¡Espero que lo entiendas!.
Debo agradecer a mi nieta y a sus amiguitos por la extraordinaria lección de vida que me dictaron. Ahí aprendimos que el cariño y la ternura son las armas espirituales con las que podemos combatir a los odios y rencores, a los egoísmos y envidias, a los deshonestos y bárbaros.

felipeguerrero11@gmail.com

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