Hasta
ahora sólo se han hecho tres subastas o rifas de divisas, como las prefieren
llamar los economistas, del Sicad; luego de varios meses de anunciado el nuevo
esquema de otorgamiento de divisas, a través de este organismo, cuando entonces
el gobierno aseguró que aspiraba a convocar a dos sesiones al mes a razón de
200 millones de dólares cada una, y hasta se hicieron cálculos, y se hizo ver
que aquello no alcanzaba; si se partía del hecho de que el año pasado se
entregaba para esta fecha sólo en un día 200 millones dólares a través de
Cadivi y el Sitme, para las importaciones
Pero
los días pasan, y aquí la impresión que queda es que vamos a pasar unas
navidades, para decirlo a la venezolana, comiéndonos un cable. Obsérvese que la
escasez llegó para quedarse. Ahora ya no es el desabastecimiento el que se
sufre; que es cuando uno va al abasto, y si no consigue leche fresca, se lleva
la de larga duración; para poner el ejemplo de la leche, que pasó a estar entre
los productos, que ya las amas de casa le dicen “oro” (Harina Pan, Mazeite,
Azúcar); porque ahora ha desaparecido la de larga duración también; la que vale
el doble de la fresca; marca extranjera la mayor parte de lo que llega a los
abastos, de dudosa procedencia o, dicho con otras palabras, importada con dólar
“bolivariano”.
Lo
acabo de decir dólar “bolivariano”. No los hay. El populismo del dólar se
acabó. Lo que significa que se lo tragó la corrupción. En efecto, el nombre
Bolívar se rayó en este país; porque eso es lo que traduce la revolución
“bolivariana”. No vayamos tan lejos, ¿no se habla desde hace muchos años de la
“boliburguesía”? Sujetos que se han venido apoderando de las propiedades de la
antigua burguesía; incluyendo sus casas en el Country Club de Caracas;
arrastrados por esa borrachera de dólares, por la cual han sido favorecidos,
mediante un régimen de complicidades, que va desde el pez gordo, pasando por el
testaferro y el aguantador; borrachera, decía, que se suscitó, sobre todo, el
año pasado, cuando se entregaron 60 mil millones de dólares, y para los cuales,
como lo reveló la ex presidenta del BCV, Edmeé Betancourt, se crearon hasta
empresas de maletín.
¿El
más quejumbroso de todos? Un Giordani que ha sido el artífice de toda esta
estructura, que se montó como parte de una guerra económica; que no la promovió
el empresariado venezolano, como lo hacen ver ellos, sino el propio gobierno, y
quien llevó a cabo una política de importaciones, a los fines de competir en
términos de precios con esta gente, y no tomando en cuenta para nada el costo
de producción de cada uno de los productos, que se colocan en el mercado; una
política, además, que iba muy bien con la onda dispendiosa en la que andaba
Chávez con la petrochequera; a la zaga de componendas políticas fuera y dentro
de este continente; lo que vino a quebrar el aparato productivo.
Pero
lo que más le duele a Giordani no es esto, sino que se haya convertido ese
diseño suyo de política económica en el medio de hacerse ricos esa masa de
boliburgueses, sin habérselo propuesto, e impotencia que se vio hace unos días,
cuando reveló que esas empresas de maletín se habían robado 20 mil millones de
dólares. Todo se le había derrumbado: aquellas cuentas que lo hacían aparecer
orondo el año pasado, cuando la economía crecía a razón 5,5%, se demostraron
que no tenían un fundamento económico ya en el primer trimestre del año, cuando
ese crecimiento se redujo a 0,76%, de acuerdo a las cifras emanadas del BCV, y
no hablemos de la inflación, que rayará en el 50% a fines de año, de acuerdo al
cálculo de algunos economistas. Ahora, a Merentes, no es que la historia le
daba la razón, pero esa situación en la que el otro quedaba, le brindaba un
airecito; tanto como para arrebatarle de la mano al Ministerio de Finanzas, y
destrabar un tanto la economía, que estaba toda concentrada en Giordani, en el
sentido de que ejercía las veces de ministro de Finanzas y ministro de
Planificación, un biministro. ¿Entonces, para quién habló, cuando dijo lo de
las empresas de maletín? Tenía en ese momento clavado un cuchillo en su corazón.
De otro modo, no se hubiera expresado con semejante despecho. ¿Al famoso ex
biministro que se le salgan estas cosas, y no pase nada?
Esto
significa que hemos tirado nuestra moral por la ventana: “En este país se roba,
porque no hay razones para no robar (Gonzalo Barrios)”. Esto reforzado por un
problema de autoestima, digamos social, y lo cual se traduce en un cierto
desdén por el trabajo; la tendencia a hacerse rico sin el menor esfuerzo
posible; un cierto espíritu hedonista, es decir, muy dado a la rumba; lo mismo
que al derroche, nos ha llevado a esta precaria situación.
Mario Vargas Llosa
se ha referido en un artículo, que circula en estos días por las redes de
Internet a esa tendencia nuestra al derroche, y así le saca la cuenta al
ingreso petrolero que le ha entrado en estos catorce años a Venezuela; una
cifra que considera la mayor fortuna que ha recibido país alguno, y que no le
ha quedado nada, y esto, lo dice sin el menor espasmo, porque todo se lo han
robado.
melendezo.enrique@yahoo.com
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