Muchos hablan de la necesidad de la
reconciliación nacional. Pero es necesaria la reconciliación de los demócratas
entre sí para comprender que solo unidos podremos alcanzar la meta de una
Venezuela soberana.
Los demócratas; militantes políticos,
independientes, críticos con razón o sin ella; debemos fortalecer el valor de
la unidad en esta hora menguada de la patria.
No es la hora del fuego amigo, es el tiempo
de la reconciliación unitaria del país democrático intentemos ir todos por un
mismo camino con constancia y entrega de particularidades en aras de lograr la
recuperación de Venezuela.
Nadie es monedita de oro, nadie es más sabio
que otro, nadie es más valiente y osado que otro. Todos hemos cometido errores
en estos largos y agotadores años de lucha pero ellos deben servirnos para
entender que solo con una unidad preñada de desprendimiento podremos alcanzar
la meta de la recuperación nacional.
Pregúntese, individualmente, cada uno,
cuantos seguidores se tienen desde una posición no unitaria y nos daremos
cuenta que a esas posiciones las acompaña la casi soledad. Háganse esa pregunta
antes de lanzar cualquier grito anti unitario.
Todas las ideas deben ser expresadas civilizadamente
como críticas constructivas y deben ser rebatidas, si ello es preciso, con la
altura de quien quiere realmente salir de este atolladero al cual nos condujo
la anti política y el solipsismo.
Solo tenemos un objetivo que resiste
variaciones sobre el mismo tema. Las propuestas de los caminos para lograr
dicho objetivo deben ser analizadas desde el punto de vista de su factibilidad
tabulada por la razón y no por la emociones.
Antes de criticar a quien tenemos al lado en
la misma trinchera tratemos de ponernos en su lugar empáticamente para
desentrañar las razones de su posición. Quizás cuando las sepamos nos sumamos a
su posición o cuando dialoguemos, sin personalismos e insanos egoísmos, él se
suma a la nuestra.
Después de tanto hablar, escribir y luchar no
veíamos que avanzábamos, el régimen parecía más fuerte cada día, encontramos un
caballo que llamamos unidad y hemos venido creciendo por la ruta electoral. Ya
la unidad ha derrotado con los votos, pese a las argucias del ente electoral,
por tres oportunidades al régimen. Lo derroto con votos en las parlamentarias
del 2010 con un 52% y los derroto en las últimas presidenciales con el 51%.
Ante un régimen que deja la rendija electoral para justificarse no podemos
desaprovechar ese postigo. No nos debemos bajar de ese caballo en medio del rio
cuando estamos cerca de la orilla a la que intentamos llegar.
Se vislumbran y enuncian otros caminos; pero
la pregunta que los afecta es la de la factibilidad. Algunos pudieran
desarrollarse en paralelo pues se estima la existencia de recursos para ello.
carlos.padilla.carpa@gmail.com
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