Las raíces tienden a desplegarse y
asentarse silenciosamente, ocultamente, modestamente, absorbiendo la fuerza que
sostendrá el árbol con firmeza.
Y en el Zulia, Venezuela tuvo uno de sus más
grandes asideros de civismo, por su potencialidad democrática y por su
esclarecida tradición de cultura. Aquí encontramos también la fuente de la
amistad y la capacidad de unión política entre el "viejo" Valmore y
Rómulo.
Fue el gobierno de coalición (1959) el que
reabrió la Universidad del Zulia -siempre hostilizada por autócratas de corta
inteligencia- que funcionaba donde Betancourt construyó el gran Aeropuerto
Internacional de Maracaibo que sustituyó al de Grano de Oro.
Sistemas de comunicación y de educación
crecerían como nunca con la Revolución Democrática. Venezuela necesitaba
legiones de profesionales y técnicos para darle la batalla al atraso nacional,
y serían formados en el torrente de universidades a crearse (similar al de
hospitales) sin gigantismo arquitectónico ni despilfarro de dineros fiscales,
bien dotadas, sin despliegue de mármoles, y disponiendo de autonomía
administrativa y docente. Rómulo afirmaba que ninguna universidad debía
convertirse en instrumento de determinada corriente política que pretenda
condicionar los rumbos venezolanos a los vaivenes de la estrategia
internacional de una potencia extranjera. Al igual que Valmore Rodríguez
sostuvo igual siempre en cuanto al sindicalismo, la prensa y otras tantas
temáticas.
En 1947 le correspondió a Acción
Democrática el honor de inaugurar en la Universidad Central la primera escuela
de periodistas de Venezuela. El 24 de octubre de 1959 también le correspondió a
Betancourt inaugurar la segunda escuela de periodismo del país, en la
Universidad del Zulia. Las escuelas de periodismo no pueden fomentarse y
existir sino bajo el clima propicio y estimulante de la democracia. Tanto Valmore
como Rómulo vivieron del periodismo, y sabían que dictadura significa
ahogamiento implacable de todas las libres manifestaciones del pensamiento
hablado y escrito.
Pueblos como el nuestro, donde hemos visto
tantas veces a sectores de la inteligencia traicionando su responsabilidad con
la Historia, están obligados a recordar no sólo a los varones tutelares de la
Independencia sino también a los otros, a quienes en época contemporánea han
sabido ser intérpretes leales de la entrañable pasión de libertad de este
pueblo. Tal es el caso con el primer Rector de la Universidad del Zulia: Jesús
Enrique Lozada (sabio, filósofo, poeta y pedagogo). Rómulo recordaba más en la
III Convención Nacional de Periodistas (24/10/59): "Quiero recordar a dos
que murieron en el exilio: Valmore Rodríguez, quien hizo sus primeras armas
como director de periódico desde las páginas de 'El Nivel' y desde ellas no
obtuvo pasaporte diplomático para servir a la dictadura gomecista en el
exterior, sino a un secuestro de tres años en el Castillo de San Carlos. Y a
Luis Troconis Guerrero, muerto en el exilio después de haber sido diestro
timonel del diario 'El País' (dirigido por Valmore) y de haber ocupado puesto
de comando de la resistencia de la década dictatorial. Y dos escritores ilustres,
de extraordinaria enjundia, columnistas cotidianos en los periódicos de
Venezuela antes de ir al exilio: Andrés Eloy Blanco, quien murió en México; y
Mario Briceño Iragorry, quien tuvo por lo menos la oportunidad de recibir el
reconocimiento de la Venezuela democrática antes de fallecer, ya en su tierra
recuperada para la libertad y la dignidad".
Rómulo se reconoció como periodista, y
garantizó la libertad de prensa con un sentido de responsabilidad en una
Venezuela libre que estuvo amordazada durante diez años, y donde se formaron
grupos supersensibles a los titulares de los periódicos. La gente se iba así
reeducando ante los debates públicos, evitando innecesarias alarmas y
sobresaltos de la población, pese a que algunos buscaban la creación de climas
de zozobra colectiva. Rómulo decía: "La mejor manera de aprender a
caminar, es caminando". El Gobierno mantenía una actitud de puertas
abiertas para la prensa nacional e internacional, democráticamente.
Betancourt llegó a la Presidencia con la
decisión de no recibir condecoraciones de gobiernos extranjeros, por
temperamento y convicción, y por creer que gobernar es contribuir a educar y a
formar sanas costumbres políticas en el país. Pero recibió con orgullo el
título de Presidente Honorario del Sindicato de Trabajadores de Cabimas
"que post mortem también se ha otorgado a quien fue mi fraternal amigo y
compañero en cien jornadas de lucha, Valmore Rodríguez".
Fue en Cabimas que el "viejo"
Valmore creó el primer sindicato
venezolano que para la época podía llamarse tal, así como el collar de
sindicatos petroleros que siguieron, con una impresionante camada de dirigentes
zulianos que incorporaron andinos como Luis Hurtado Higuera y Alberto
Carnevali.
Rómulo y Valmore se reencontraron -después
de conocerse y firmar el Plan de Barranquilla en 1931, donde se comprometían a
crear un partido al regresar a Venezuela- cuando Betancourt visitó
clandestinamente al Zulia con motivo de la huelga de los trabajadores
petroleros iniciada el 14 de diciembre de 1936, gracias a la tarea política que
se había impuesto el Bloque Nacional Democrático del Zulia, partido impulsado
fundamentalmente por Valmore Rodríguez. El paro se realizó en Cabimas, San
Lorenso, Mene Grande, Bachaquero, Mene Mauroa, propagándose a Lagunillas, La
Concepción, Casigua (abarcando también a los marinos petroleros), y
extendiéndose al Estado Falcón y los campos de Cumarebo.
Rómulo fue a ayudar y conocer las
dimensiones del gran movimiento huelguístico, y a tratar de organizar sus
propios cuadros políticos de ORVE. Betancourt tenía gran interés en penetrar la
región zuliana, semillero de líderes y cuadros de trabajadores en plena
efervescencia política, hombres y mujeres entusiasmados, especialmente en
cuanto a sus dirigentes, mescla de demócratas de la izquierda que meses antes
habían celebrado en el Estadio de Maracaibo una importante manifestación
política que clausuró con un juramento: "antes la muerte que una nueva
dictadura".
Los hombres de ORVE estaban afiliados al
Bloque Nacional Democrático y había una gran hermandad entre los líderes
zulianos de todos los colores políticos, como Valmore, Felipe Hernández, Manuel
Noriega Trigo, Angel Emiro Govea, Juan Fuenmayor, Gabriel Bracho Montiel e
Isidro Valles, el eterno compañero de Valmore que llevó a Caracas la idea del
gran frente de izquierda que debía crearse con el nombre de Partido Democrático
Nacional (PDN), así como los estatutos del Bloque Nacional Democrático.
Fue muy grato el reencuentro de Rómulo
Betancourt con Valmore Rodríguez, escritor, periodista y creador de sindicatos,
quien lo puso en contacto con numerosos intelectuales y universitarios de la
región, además de personalidades independientes. El BND y ORVE se pusieron de
acuerdo por la democracia. El Zulia era una cantera de hombres y posibilidades,
tanto por la concentración de líderes profesionales, de trabajadores petroleros
y por la existencia de una tradición de rebeldía e hidalguía, donde se
precipitó -por recia iniciativa de Valmore- el rompimiento o deslinde con los
comunistas. El Bloque Nacional Democrático fue a integrar el PDN clandestino y
su hija legítima: Acción Democrática.
La huelga petrolera puso de relieve la
trágica condición de Venezuela como país neocolonial, el drama de nuestra
dependencia económica, el grado de explotación del trabajador, el miserable
estado de la familia obrera en la industria petrolera y las realidades
infrahumanas en los campos que procesaban los hidrocarburos. Por encima de
todo, la huelga puso de manifiesto la falta de justicia y de equidad, en los
términos de las condiciones de producción y de refinación, con respecto al
interés nacional; y la forma insolente como las empresas anglosajonas trataban
y discriminaban al venezolano, haciendo, a la postre, los más pingües negocios
a costa de una materia prima nacional y de una mano de obra doméstica. Y
sobretodo, pagando las empresas extranjeras royalties e impuestos, sueldos y
salarios, en una forma irrisoria en comparación con los altísimos beneficios
que obtenían las compañías.
La huelga se extendió por 44 días y fue
una demostración ejemplar de civismo y de solidaridad social. El gobierno se
atemorizó porque se trataba de un movimiento justo sobre las condiciones
injustas de vida y de trabajo en la explotación del petróleo. Los diarios de
Caracas respaldaron a los huelguistas y el gobierno intervino poniendo fin a la
huelga, unilateral y precariamente, concediendo aumento de sueldo a los
trabajadores que no tenían viviendas proporcionadas por las empresas. El paro
fue de tremendo contenido social y económico, campanada de alerta de la
democracia por venir.
Para Rómulo, pensando en ORVE, los sucesos
del Zulia afirmaron su convicción de que no se podía contar con un verdadero
partido de masas hasta no tener una fuerte base de trabajadores y de
campesinos, además de un liderazgo con la fuerza y la mística zulianas. Esto lo
impulsó a crear un elenco de dirigentes en todos los campos laborales donde
destacarían líderes como Luis Tovar, Jorge Hernández, Pedro Bernardo Pérez
Salinas, Juan Herrera, Ramón Quijada, Francisco Olivo, Humberto Hernández,
Malavé Villalba y Alejandro Oropeza Castillo, quien a través de ANDE era la
vanguardia de los trabajadores de clase media.
Cuando se llegó al gobierno en 1945, sin
complejos de inferioridad frente al cártel del petróleo, los adecos pusieron
esforzado empeño en lograr mejoras sustanciales en los salarios, prestaciones
sociales y condiciones de vida y de trabajo de los obreros, empleados y
técnicos venezolanos al servicio de la industria petrolera. En ocho meses de
gobierno revolucionario los obreros petroleros alcanzaron lo que no había
podido lograrse en treinta años de explotación del petróleo en nuestro país.
Los nuevos contratos colectivos de trabajo en esta industria consagraron las
conquistas del movimiento obrero y esos contratos fueron adoptados como modelos
en otros países. En ello trabajó intensamente Raúl Leoni, otro de los
compañeros más abnegados y más honestos del equipo de la revolución de octubre,
quien, como ministro del Trabajo y miembro de la Junta, se consagró de noche y
día a la tarea de mejorar la suerte y el destino de la clase laborante
En 1959, cuando Rómulo construía
aeropuertos, universidades, carreteras y hospitales e iniciaba la Reforma
Agraria y una agresiva obra de remodelación de los campos y ciudades
petroleras, también otorgaba empoderamiento a los sindicatos devolviéndoles sus
acciones en la Radiodifusora Cabimas, adscribiéndoles terrenos para la construcción
de viviendas y firmando contratos colectivos beneficiosos entre los personeros
de la industria y los personeros de los trabajadores. Del convenio 50/50
obtenido en 1948, Venezuela pasó en 1959 a obtener 60 céntimos por cada dólar
petrolero, preparando el terreno y la formación de profesionales capaces para
eventualmente poder manejar la industria toda con venezolanos, consciente de
que los trabajadores del petróleo ya no se dejarían arrastrar por minorías
antinacionales que los coloquen como simples peones de ajedrez en la estrategia
política internacional de una potencia extranjera.
No sin razón, aunque con modestia
histórica compartida e iniciándose la Revolución Democrática, Rómulo resumía en
mucho su recuerdo de Valmore Rodríguez cuando dijo: "...mi amigo fraternal
y compañero de cien jornadas de lucha".
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Muy buena aportación de Alberto, cuando contribuye a "recordar no sólo a los varones tutelares de la Independencia sino también a los otros, a quienes en época contemporánea han sabido ser intérpretes leales de la entrañable pasión de libertad de este pueblo". Y una manera de fortalecer en nosotros esa PASION DE LIBERTAD que nos caracteriza. Gracias
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