Ver aquel prospecto de ser humano que hablaba
y gesticulaba, lanzando insultos y rellanándose en la impudicia de los actos
sexuales de sus congéneres, cayendo en acusaciones sin pruebas de lo que se
considera lo más bajo y ruin en nuestra sociedad y atribuyéndoselo a las
fuerzas opositoras y mayoritarias del país, fue un espectáculo bochornoso y una
clara prueba de que el país estamos en manos de desalmados; esto, en medio de
la más grave crisis económica y social por la jamás haya transitado Venezuela
en su historia, el lugar de este episodio, la sede de la Asamblea Nacional,
sitio de encuentros, de deliberaciones, la casa donde se hacen las leyes de la
República y donde los representantes de las regiones se dan cita para buscar
soluciones a los ingentes problemas de la nación.
Creo que todos sabemos ahora, sin lugar a
dudas, a quienes les hemos entregado la conducción del país y explica de muchas
maneras porqué estamos como estamos.
Es clarísimo que esta gente socialista
bolivariana no nos van a sacar de este atolladero en el que nos han metido,
no se le puede pedir mangos a un cují; esos diputados que vimos, unidos,
pasando por encima del más elemental decoro y prudencia, son una mafia, y su
intención es hacerle daño a cada uno de ustedes - y me incluyo - un daño real y
presente, que ya le ha afectado nuestro medio de vida, que nos tiene prisioneros
en nuestros hogares, que han hecho papelillo nuestro poder adquisitivo,
desabastecido el país, arruinado a los empresarios, robado las haciendas y
fábricas para luego abandonarlas, han vuelto nuestras ciudades un asco y
derrumbado nuestra calidad de vida a los niveles de los países más pobres del
mundo.
A esa calaña de hombres y mujeres no les
importa el país, sino sus propios intereses y el de sus cómplices, no
tienen el menor respeto por las leyes, por la convivencia racional
entre seres humanos, por la dignidad y los principios morales; actúan como
una manada de hienas - con el perdón de las hienas - su gusto por la
sangre y la violencia los hace tener entre rejas a sus presas para
devorárselas en la noche y al mampuesto, porque a sus víctimas las
prefieren indefensas.
El irrespeto y el desprecio que sienten por
Venezuela se siente en cada acto por transformarla en otra cosa, por
cambiar su toponimia, sus símbolos patrios, sus canciones, su
lenguaje, su cultura… está en proceso una desconstrucción de Venezuela,
patrocinada por Cuba y el régimen de los hermanos Castro, a quienes
estos súcubos les rinden pleitesía.
Lentamente, pero sin pausa, están tratando de
trastocar nuestra psique y nuestra estabilidad emocional, robándonos los
referentes de nuestra patria y cambiándola por cuentas de vidrio de colores y
espejitos socialistas; porque el cuento de la revolución, esa gran narrativa de
la que quieren hacerse parte y no pueden, es una forma de dominación, una nueva
historia, con nuevos héroes, eventos y mártires asociados a países y
movimientos sociales con que los venezolanos no tenemos nada en común,
comprometiendo nuestro buen nombre en causas perdidas y asociadas a la
violencia y la intolerancia.
Esta gente, a pesar de decirse cristianos,
han demostrado reiteradamente que no lo son; no creen en el amor, ni en el
perdón, ni en la solidaridad, que son justamente los
valores que pregonan continuamente para ocultar su sed de sangre y sufrimiento
ajeno, como vampiros disfrazados de Obispos, para que los incautos crean que
con ellos serán salvados, que su falso Cristo vive.
Estas criaturas de la oscuridad que han
logrado envenenar a más de un joven para alistarlo en sus filas, al ritmo de
tambores, rap y reggae, que los une en misiones y campamentos
milicianos bajo la figura del Che Guevara, que los arma, les da motos y les
ordena atacar a sus propias universidades, herir a sus propios
compañeros de clases, aterrorizar a sus profesores y quemar sus aulas, están
tratando de alistar a nuevas camadas de hienas en su
cultura de miseria, destrucción y muerte.
Nada tiene sentido en esta tenebrosa
aventura, marcada por el nihilismo más espantoso, por la pérdida total
de afectos hacia la familia, por el irrespeto a la autoridad, por
una intolerancia hacia lo diferente, por un miedo a la diversidad,
que se palpa claramente en su lenguaje obsceno contra la homosexualidad
los intelectuales, los curas, los ricos, los gringos y todo aquel
que piense diferente a ellos, que no les ría sus chanzas, que no
apruebe su vulgaridad y que no se rinda a su voluntad de violador contumaz.
Lo que hemos visto, oído y padecido del
chavismo ha sido ese lado oscuro del venezolano, una vorágine de
barbarie que ya hemos encontrado antes y que ha reducido el país a
cenizas. Los venezolanos responsables, decentes, a los que les duele su terruño,
no podemos permitir que esta orgía de excesos continúe. El mundo entero nos
mira con horror, no tanto por lo mucho que hemos sufrido, sino porque lo hemos
permitido; si ni siquiera podemos poner orden en nuestra propia casa, pensarán
muchos, no vale la pena auxiliar a quien no se quiere ayudar.
Los venezolanos estamos demostrando que no
somos capaces de prevalecer como país civilizado ni de pertenecer a la
comunidad de naciones, mientras tengamos como “representantes” a unos seres tan
pequeños y sucios como los que nos restriegan en el rostro cada día que, aunque
somos más, y no podrían en nuestra contra si decidimos sacarlos, preferimos
llorar en el rincón, mientras abusan de nuestras
querencias. –
saulgodoy@gmail.com
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