Mucho tienen en común la Ley Orgánica de
Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI) de 2010 y la Ley Orgánica de Cultura
(LOC) aprobada días atrás por la Asamblea Nacional. Hijas del mismo proyecto
pseudo-revolucionario totalitario, ambas procuran absoluta hegemonía y control
de las actividades científicas y culturales, distinguidas desde siempre por la
libre creación intelectual de sus actores. Con ellas y otras, el régimen apunta
a la sujeción individual y dominio total de la sociedad través del freno a la
libertad de pensamiento, ideas y creación propios del ser humano.
Mientras la LOCTI establece una autoridad
nacional con competencia en materia de CTI, la LOC hace recaer en el Ministerio
de Cultura y el Poder Popular la función de concebir, diseñar, promover y
controlar las políticas públicas en materia cultural, para "evitar la
práctica de todo colonialismo, despojo espiritual del avasallado". Sólo
valdrá lo que imponga el régimen de acuerdo a un pensamiento único y
parroquial, que relega cualquier relación cultural fuera del mundo
latinoamericano y caribeño.
Copiando a la LOCTI, que desde 2010 establece
el Fondo Nacional de CTI para la administración, recaudación y control de los
aportes para el sector, la LOC ahora crea el Fondo Nacional para la Cultura. A
partir de su vigencia, las empresas con ingresos brutos mayores a 100 mil
unidades tributarias (UT) (LOCTI) ó 20 mil UT netas (LOC) deben aportar cada año
a estos fondos, en menoscabo de las contribuciones que ellas hacían a sectores
científicos o culturales, de común acuerdo entre las partes. Así se agrega un
impuesto recurrente más a los 24 ya existentes.
Por LOCTI, el monto oscila entre 0,5 y 2% de
los ingresos brutos anuales, mientras que por LOC, el tributo será del 1% de
las ganancias. No son magros los montos que maneja el régimen a través de estos
fondos. Por LOCTI, la información oficial señala que se recaba alrededor del
2,69% del producto interno bruto (PIB). Tomando datos oficiales del Banco
Central de Venezuela (PIB 2012, Bs. 1.635 millardos), el fondo de CTI rondaría
los Bs. 40 mil millones en 2012 y una cifra similar en 2011.
Si estas enormes sumas sirvieran de verdad
para el impulso a las actividades de estos sectores, sería de regocijarnos.
Pero la realidad es terca: las cifras anunciadas oficialmente como aportes a
programas de CTI cubren apenas una fracción de esos montos, mientras la
productividad científica declina sin cesar desde 2008, encontrándose ahora en
nivel similar a la que teníamos en 1996.
¿A dónde ha ido tanto dineral? Probablemente
al mismo lugar adonde irá el fondo de cultura. Mala señal es que la LOC haya
sido aprobada en una sesión de la Asamblea Nacional en la que se enseñoreó la
incultura por boca de un diputado rojo, que con lenguaje soez de bajos fondos,
dio fe de la degradación institucional en esta era pseudo-revolucionaria.
gioconda.sanblas@gmail.com
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