Hay quienes se preguntan por qué fuerzas
sociales y políticas no pueden crear consensos generando paz y estabilidad
democrática, para que los problemas del país se comiencen a resolver. Algunos
experimentan una sensación de fastidio porque fácilmente, cualquier diferencia,
entre políticos, gobernantes y oposición, se convierte en abierta
confrontación. Parece que lo racional en quienes detentan el poder hoy en
Venezuela fue desplazado, predominando
lo instintivo. De esta manera, discrepancias ideológicas, políticas y culturales
derivan en confrontación. Se percibe que no saben actuar con madurez y
tolerancia frente al debate político y a los problemas que ultrajan al país
nacional
José María Maravall en su libro “La
confrontación política” refiere las estrategias de los políticos para detentar
el poder y disponer de autonomía respecto de los ciudadanos. La primera
cuestión que analiza es la de la crispación. ¿Por qué razones algunos rechazan
estrategias de convergencia y moderación, en busca del voto de la mayoría, y
optan por una polarización radical? El autor explica esta opción en base a cálculos racionales que atienden
paradójicamente a votantes moderados y estudia sus consecuencias sobre la
política democrática.
Por otra parte, algunos politólogos y
psicólogos sociales, sostienen que esta práctica tiene que ver con quienes niegan
la sicología social y la cultura de los diversos grupos sociales, étnicos y
regionales, como es el caso de nuestro país que a lo largo de 14 años rechazan
el diálogo, tolerancia y respeto en sus distintas manifestaciones y hacen uso
de la violencia, el insulto y el cobarde agavillamiento contra quienes
disienten del llamado socialismo del siglo XXI, marxista, bolivariano y como lo
afirmara Fidel Castro en una entrevista por VTV hace algunos meses: COMUNISTA
Para otros, la causa proviene del caudillismo
y caciquismo que con sus matrices autoritarias y de confrontación, que se
expresa en el medio social, y luego se reproduce en la comunidad. Este último
aspecto es un elemento que activa esa conducta, pues incide sobre la sociedad, a
través de mensajes que penetran en la conducta del individuo. Pero la pregunta
que formulamos para comprender esta determinación es ¿Por qué actúan así? ¿Qué es
lo que determina esta conducta?
Los aspectos que inciden sobre la
confrontación que observamos en estos tiempos que vivimos tiene que ver con:
a) La deficiente calidad y escasa cultura
política y conducta de quienes en los actuales momentos detentan el poder.
b) El diseño, presencia y acción de una política
tutelada, excluyente, que restringe y bloquea la participación social y del
desarrollo democrático. Esto tiene que ver con el tipo de gobierno actual que
no procesa ni asume la diversidad socioeconómica, étnica y regional del país.
Un gobierno que excluye la sociedad y no educa para el consenso sino para la
confrontación y el disenso.
c) Una estructural débil de la cultura,
tradición e institucionalidad que se caracteriza por el despotismo, el grito y
el insulto.
d) La negación de acuerdos políticos con las
distintas fuerzas de la oposición, lo cual evidentemente debilita la
institucionalidad, la democracia y a los ciudadanos.
e) La calidad de la educación social y cívica
que se imparte en las aulas de escuelas, liceos y universidades y que poco o
nada contribuyen a crear un ciudadano crítico, participativo democrático y
respetuoso del pluralismo ideológico.
f) La constante confrontación, para crear de
esta manera una sicología y cultura del excluido, al que se le considera sujeto
político, que esquiva acudir a las a instancias institucionales y legales.
Quienes detentan el poder actualmente no
entienden que para hablar hay que saber escuchar y este binomio es el que
sustenta el diálogo y crea las bases del respeto y tolerancia. Estos y otros
aspectos son la raíz de esa confrontación.
En Grecia,
hubo dos estados democráticos: el ateniense y el espartano. Los
atenienses fueron los creadores de la democracia directa, los espartanos de la
democracia representativa, una falsificación de la anterior. Los atenienses no
sufragaban, pues sabían que el voto favorecía a los acaudalados, a los de
"noble cuna", a los embaucadores y a los exitosos. La democracia
ateniense era deliberante, racional, expositiva, y los ciudadanos discutían las
cuestiones de estado en la plaza. Los ciudadanos espartanos, en cambio, eran
simples espectadores, votantes manipulados, pues elegían aplaudiendo o pifiando
a los candidatos. La de Atenas era la democracia como gobierno del pueblo. La
de Esparta era una democracia como gobierno de los políticos.
¿Cuál es la nuestra?
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fundador del Colegio Nacional de Periodistas
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