Emmett Fox afirmaba: “Si solamente
pudieras amar lo suficiente, podrías ser la persona más poderosa del universo.”
Es decir, se refiere al amor como un instrumento de poder el cual, es uno de
los objetivos más comunes emergiendo de eso que llamamos egoísmo. Una de las
expertas en el amor, Marlene Dietrich, escribió: “Ama solo por el placer de
amar y no por lo que te pueda ofrecer el corazón de alguien mas.” Para la Diosa
del amor, el experimentar ese sentimiento era suficiente para satisfacer su
“deseo egoísta de obtener placer.”
El placer para los seres humanos,
no es un lujo, es una necesidad psicológica. En su significado más salvaje, es
una concomitancia metafísica de la vida, es el resultado exitoso de alguna
acción así como el dolor es el resultado e insignia de acciones produciendo ese
fracaso, destrucción y muerte. A través de ese estado de gozo, el ser humano
experimenta el valor de la vida, la sensación de que vale la pena vivirla y
continuar la luchar por mantener eso que nos lo produce. El amor, es, o debiera
ser, la máxima expresión de ello.
Es un error identificar el amor
como lo opuesto al egoísmo. Lo opuesto del amor es el odio. El amor es la
respuesta emocional de un ser humano a las virtudes de otro, es el pago
espiritual que se da a cambio por el “placer egoísta” que obtiene de las
virtudes de otro. Pero nos han programado para pensar que, el valorar a alguien
más, debe llevar implícito el sacrificio nuestro puesto que, el amor que
podamos experimentar no debería ser fuente de nuestro gozo y placer, con lo que
se nos exige un cheque en blanco a nombre de quienes amamos.
Se dice que "amar es dar sin
recibir nada a cambio". Esto, es falso. Toda acción es egoísta y también
todo sentimiento. Cuándo amo, espero recibir algo a cambio ¿Qué? Se pregunta
escandalizada la gente. Al igual que Marlene Dietrich, espero recibir la
satisfacción de experimentar ese sentimiento maravilloso que es el hecho de
poder dar y amar. Si amar me produjera indiferencia, si me diera lo mismo, o si
me hiciera daño, no me molestaría en amar ya que con ello no experimento
sensación alguna de bienestar, sino malestar.
Ni que decir si amar me produjera
dolor. Pero aun así, si busco ese malestar, si soy masoquista, sigo siendo egoísta
ya que el producto del masoquismo es precisamente la búsqueda de placer. Es lo
que me hace sentir mejor en algo que se le ha llamado la adicción al dolor. El
caso clásico y contrario de este peculiar fenómeno, nos lo presenta el
personaje del popular programa de TV, Becker, cuando explota en histeria al
“sentirse feliz por estar enamorado.” Eso sería un caso claro de egoísmo
irracional.
Lo propio cabe decir en relación al
odio. Si odio, es porque prefiero ese odio al amor. Pero lo que importa
destacar aquí es que "siempre prefiero". Es sobre ese "siempre
prefiero" que aplico el término egoísmo, es mi libre albedrío para poder decidir.
Y en este estado de preferencia se oculta la verdadera realidad puesto que,
nada ni nadie tiene, o debería tener ese poder sobre nosotros, más que el que
le otorgamos a través de nuestros pensamientos. Si el amar me produce dolor, no
es porque la otra persona me lo provoque, es el resultado de darle ese poder
porque en el fondo, lo acepto y hasta lo disfruto, o, simplemente abandono esa
situación de insatisfacción y dolor. Odiar, amar, indiferencia, etc., son
simples efectos de la causa principal que es el egoísmo.
Esto resulta difícil de entender a
causa de la programación que hemos sufrido a lo largo de años de educación
estatal, donde se nos ha acostumbrado a tratar la palabra "egoísmo"
como el más despreciable de los males. Nunca se nos enseñó ni acostumbró a la
idea de que, el egoísmo es inherente a la naturaleza humana y es sólo una
palabra vacía si no le damos un contendido. Dicho contenido puede ser odio,
amor, simpatía, indiferencia, etc. Pero con estas palabras, llenamos de contenido
al egoísmo como actitud inherente al hombre. Es el egoísmo lo que hace al
hombre alimentarse, vestirse, trabajar, dar dinero a obras de caridad, ir a
misa, estudiar, amar, casarse y tener hijos, criarlos, alimentarlos y
educarlos.
En una relación de amor, cuando uno
de los dos participantes impone su egoísmo irracional sobre el otro, empieza su
proceso de deterioro hasta llegar a la destrucción. Alguien afirmaba que amar
es el encontrar la felicidad en la de alguien más. Pero ante tal fenómeno es
cuando encontramos la emergencia de los mártires y Jefferson escribió, “tierra
necesitada de mártires, es tierra maldita” puesto que, los mismos mandamientos
cristianos nos lo aclaran al afirmar: “Ama a tu próximo como a ti mismo,” es
decir, si no nos amamos a nosotros mismos, no podemos amar a otros.
Uno de los grandes placeres del ser
humano, es el orgullo ante sus logros y la construcción de su carácter. Y el
placer que experimenta ante logros de alguien más, es admiración. De la
manifestación, expresión y unión más grande de estas dos respuestas; orgullo y
admiración, nace el amor romántico. Lo opuesto sería envidia.
Cuando se nos ordena amar a Dios
sobre todas las cosas, nos preguntamos ¿Cómo? La respuesta la encontramos en
los escritos de uno de los seres que ha logrado arribar al nivel de
espiritualidad de los yogas. Paramahansa Yogananda, el yoghi más famoso de la
historia, nos afirma que si llegamos amar a Dios de esa forma, seremos
recompensados, “satisfaciendo nuestro egoísmo,” recibiendo su infinito amor que
llenará nuestro corazón para alcanzar un estado de gloria y felicidad. Es
decir, vamos en busca de nuestra felicidad.
Una de las acciones más egoístas
del ser humano, es el suicidio, especialmente cuando es provocado por el amor.
En los años 50 la bella actriz, Miroslava, se quitó la vida porque no soportaba
haber perdido el amor de un gran torero español. Para ella era más doloroso
vivir que morir, y en un acto de egoísmo, decidió por lo segundo. Ello, al
igual que la adicción al sexo, son manifestaciones de egoísmo irracional
provocado por una baja autoestima.
El amor, por otra parte, no es una
cantidad estática que no se pueda dividir, sino una ilimitada respuesta que a
base de acciones se debe merecer y ganar. Ese concepto, es el que produce uno
de los sentimientos humanos más destructores; los celos. Y no hablo de una
esposa o esposo celosos porque alguno de ellos es infiel. Hablo de cuando el
egoísmo irracional de alguien, trata de monopolizar el sentimiento de la otra
persona. Ej. Una esposa que no acepta su marido continúe su relación de amor
con sus padres y viceversa, con sus amigos. Uno que quiera acaparar el tiempo y
la atención del otro.
El egoísmo es un hecho. Toda
diferencia reside en el uso que le demos. Como la energía atómica no tiene en
sí nada bueno o malo. Todo reside si la vamos a utilizar para construir
aparatos que promueven una vida mejor, o para fabricar armas de exterminio. La
misma energía puede ser para fines benéficos como diabólicos. Y ello reside
simplemente en los valores de quien la utilice. Y dichos valores vienen dados
por la educación y así, regresamos al mismo punto para luego desembocar en el
verdadero problema de fondo: el educativo.
Ricardo
Valenzuela @elchero 8min
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