En los últimos 14
años, alrededor de 200 mil venezolanos han perdido la vida, a causa del hampa.
Una cifra que sobrepasa el número de víctimas que se han producido en países en
guerra.
Reconozco que el
título de este artículo habrá hecho pensar a algunos lectores que comenzaría
por abordar otro tema, por ejemplo a la de un tipo de salida a la crisis.
Prefiero comenzar preguntándome si ¿se podría hablar de Guerra Civil en
Venezuela?
Si el estatus de
guerra se define por el número de pérdidas humanas, quiere decir que nos
encontramos dentro de esa definición. Si lo define una realidad donde una
sociedad civil se encuentra sometida al peligro de un cruce de balas
incontrolado, que mantienen a la población en un estado permanente de
inseguridad, encuadramos dentro de esa realidad.
Todo parece indicar
que la situación tenderá a ser peor, ya que ninguno de los planes implementados
por el régimen producen resultado.
Aquí se armó a un
sector de la población civil, a cambio del apoyo al proceso que adelantaban de
la mano de los Castro. Se seleccionaron los grupos más peligrosos y los
personajes más violentos, hasta se les designo una “comandante” que murió como
el turpial.
Grupos de irregulares
con el objetivo de aterrorizar la población y con mucho tiempo libre, ellos
terminaron por dedicarse a hacer productivo ese porte de armas.
Con el agravante que
en determinados sectores populares los jefes de bandas terminan por convertirse
en ídolos de muchos jóvenes desorientados. Una generación a la cual el sistema actual
le concede pocas esperanzas de superación.
El régimen en el
pasado amenazó con una guerra civil si perdía las elecciones, cabe preguntarse
¿que estamos viviendo actualmente los venezolanos? y ¿hasta cuándo?.
Muchos estudios
existen para luchar contra la delincuencia, señalan que para atacar las causas
es necesario mejorar los cuerpos de seguridad, la atención a la familia,
fomentar el deporte, educar a los jóvenes, promover la creación de fuentes de
trabajo, desarrollar programas culturales, entre otros.
En Venezuela es
necesario sincerase. Para lograr la reconciliación de los venezolanos tienen
ambas partes que desearlo, solo así podrán unirse en la búsqueda de una
solución.
Sin voluntad política
no será posible implementarla. El compromiso mayor le corresponde al Gobierno,
quien tiene la responsabilidad y el deber de atender el problema.
La falta de esa
voluntad, la indiferencia demostrada ante los dramas diarios que vive la población
civil. El cinismo de los responsables de la seguridad del país, al intentar
distraer la atención sobre la realidad que diezma la población, no tranquiliza
a los venezolanos.
Se respira un aire de
Guerra Civil, una especie de pacto con la muerte a la que se deja actuar
impunemente. Podría sospecharse que la situación conviene a quienes permiten
que continúe.
Como si existiese la
voluntad de mantener una sociedad entera entre rejas, aquellas con las que
cubre todas las puertas y ventanas de su casa, en un vano intento por alejar al
enemigo.
Una sociedad que ha
terminado por hacer de su ciudad un pasadizo en el que se desplaza rápidamente
de un lado a otro, a fin de satisfacer las cosas más indispensables y evitar el
peligro, De la casa al trabajo, del trabajo al mercado, llevar rápidamente los
niños a la escuela y regresarlos, sin detenerse en los semáforos o en la
esquinas, sobre todo si está comenzando la tarde. Mirando con insistencia por
el retrovisor la cercanía de cualquier motorizado, que podría golpear tu
parabrisas con un revolver.
Donde a pesar del
“paraíso socialista bolivariano” muere un venezolano cada media hora. Situación
que inquieta a padres y madres de familia, con horas de insomnio hasta que el
último hijo regresa a casa, que les roba años de vida, producto del estrés y de
la angustia. Que limita a las nuevas generaciones en su desarrollo personal,
que arruina proyectos de vida.
Que impulsa a miles
de ciudadanos a abandonar el país, buscando seguridad y calidad de vida, pero
sobre todo dejando el control de Venezuela en las manos de quienes teniendo una
responsabilidad, ni la asumen, ni la corrigen.
El venezolano
entiende el peligro de perder los espacios democráticos. Digan lo que digan,
este pueblo no ha descansado luchando por un cambio. Hemos escogido esta vía a
pesar de que el gobierno siempre ha intentado desprestigiarnos, ha perseguido a
nuestros dirigentes, muchos de los cuales han sido detenidos injustamente,
otros golpeados de manera salvaje y muchos obligados a exilarse ante la falta
de justicia en el país. En Venezuela se lucha de manera desigual, contra todo
el aparato del estado y con instituciones que funcionan al servicio de un
partido y no de la Nación.
La garantía de una
salida, ha señalado la oposición, es que exista una alternativa, y que esta
crezca constantemente con el apoyo popular. Una alternativa para una salida
pacífica, electoral y constitucional.
Por su parte el
gobierno utiliza estrategias fascistas porque no ha logrado sacar a la
oposición de la línea democrática, pero no podemos perder ningún espacio de
lucha, a pesar de las trampas, la única manera de probarlo, es obligarlos a
repetirlas, ¡todo eso servirá en el futuro!
En muchas guerras
mundiales se llegó a medidas extremas, supuestamente para evitar más víctimas.
La solución de fuerza se ha vislumbrado como una posibilidad, en muchas de
ellas.
Recordemos que el
camino hacia la paz y la reconciliación, no pasa por la guerra necesariamente…
Cuando estas cosas suceden es porque se cerró la posibilidad de dialogar, en
ese momento se debe estar dispuesto a pagar el tributo y correr el riesgo del
que llega por la fuerza, acceda a retirarse cuando sea el momento propicio para
reinstalar la democracia.
La violencia es la
cara más oscura de la lucha política, no es progresista, no enriquece al ser
humano. Es lo contrario a la civilización. Lamentablemente un dialogo entre
seres humanos, exige esa conducta en ambos bandos.
Detrás de una guerra
quedan las heridas, la desolación, la muerte de muchos inocentes, con ella todo
el mundo pierde, no hay vencedores…
Alguien señaló con
acierto… “Con la guerra no se gana nada que no se tuviera, y se pierde todo lo
que se tenía”.
Todas las partes
deben medir bien las consecuencias, los pro y los contra de nuestras acciones y
de nuestra responsabilidad.
Yo también una vez
tuve un sueño, que todo el que se sentía venezolano asumía un compromiso con
este pueblo, un compromiso por la vida.
nelsoncastellano@hotmail.com
Ex Cónsul de
Venezuela en Paris
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
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