El
Papa Francisco recibió recientemente al presidente venezolano Nicolás Maduro en
la Santa Sede y también en periodo de tiempo muy cercano a una comisión de la
beligerante oposición que así lo había requerido formalmente ante la
Cancillería de Roma. Esta comitiva estuvo presidida por Edgar Zambrano y
conformada por los diputados Hernán Alemán, Oscar Ronderos y Rodolfo Rodríguez.
Visto
así nada de revelador tendría pero para analizar tales acontecimientos debemos
irnos necesariamente a los antecedentes de ambas coincidencias y el pensamiento
manifiesto del Papa Francisco tras la oración Regina Capelli oficiada en la
Plaza de San Pedro. Ese mensaje nos indica claramente cuál será su maniobrar
internacional de cara a los gobiernos autocráticos y con quienes siendo electos
abandonan la democracia y el estado de derecho:
“Sigo con atención los acontecimientos en Venezuela. Los sigo con mucha preocupación e intensas oraciones y la esperanza de que se encuentren vías justas y pacíficas para superar el momento de gran dificultad que atraviesa el país. Invito al querido pueblo venezolano, y en particular a sus responsables institucionales y políticos, a que rechacen firmemente toda violencia y establezcan un diálogo basado en la verdad, el reconocimiento mutuo, en la búsqueda del bien común y en el amor por la nación”.
Con
este antecedente viaja Maduro a reunirse con el sacerdote argentino con la
intención de capitalizar para si estas memorias de quien es hoy por hoy en el
mundo el ser que sobre sí llama la atención de la mayor cantidad de personas
sean de la tendencia que profesen.
Gran
expectativa había causado la audiencia papal para Maduro, máxime cuando la
legitimidad de su gobierno está en entredicho, precisamente por la terca
actitud del Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Electoral en no dar pronta
respuesta al libelo judicial sobre las exigencias de recuento de votos
formulado por el ex candidato a la presidencia de Venezuela en las pasadas
elecciones del 14 de abril, Henrique Capriles Radonski.
Por
ser el conductor de la Iglesia Católica oriundo de un país latinoamericano de
donde son también comunes nuestras raíces, muchos pensaron que tal cita nunca
se daría ya que el prelado tomaría parte afectiva en la diatriba judicial hacia
Capriles y con el rechazo a la visita así lo demostraría.
Quienes
adversan al mandatario venezolano al conocer el resultado no escatimaron
expresiones de descalificación hacia el sumo pontífice, ruegan por el regreso
de Benedicto XVI y hasta uno que otro epíteto se escucha producto de la ira que
siente el militante cuando acota que es su aspirante y no este quien debería
estar en Roma por derecho legítimo otorgado por el pueblo, hoy burlado. El
encumbramiento del adversario cuyo palmarés está en duda provoca frustración y
despierta, producto del despecho, sentimientos de revancha.
Por
otra parte los extremistas seguidores de Maduro a voz en cuello clamaban el
triunfo anticlerical y hasta auparon la histórica figura del alemán Martín
Lutero, sacerdote católico y teólogo, quien el 31 de octubre de 1517 expusiese
95 puntos públicos que sentarían la división de la Iglesia de Roma y el
nacimiento del protestantismo en el mundo.
manuel.corao@venetubo.com
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