Esta
semana he leído dos medulosos artículos: uno de Vicente Díaz y otro de Fausto
Masó, en ellos se define con bastante claridad, la significación y alcance del
término “anti-política”, pero como: por otra parte, también he leído en otro
diario, un escrito del Sr..Gonzalo
González donde asegura que ese concepto esta errado, modestamente, voy a
introducir algunas ideas que espero sirvan al Sr. González para elaborar mejor sus criterios sobre la
“anti-política” y lo que es mas ingente, sus ideas sobre “la política”.
Parecería
obvio que la idea que nos formemos de la anti-política estará muy en concierto
con la que tengamos de la Política, he allí el meollo de la cuestión.
Quienes
creen que la Política se limita a ser, simplemente, “la acción de luchar por
ejercer poder e influencia”. Interpretará que toda actividad o actitud de los
políticos, o de los partidos, estará condicionada de esa forma y para esos
fines, pero mas allá de tal percepción hay también quienes creemos que “El
quehacer político, siendo pugna de intereses y competencia de ambiciones, es
también, paradójicamente (y hete aquí lo mas importante) trabajo por el
entendimiento entre los hombres y la unidad de las fuerzas sociales. En esta
aparente o real contradicción de sus fines reside su interés y su grandeza.
Gracias a esa contradicción, en el tablero de la política se encuentran y
alternan: el rufián con el apóstol, el demagogo con el estadista y el tirano
con el libertador.”
Esa definición de política, algo más amplia que la usada por el Sr. González en su escrito nos indica, además, como la política es la antitesis de la fuerza y de la violencia. Así pues, la imposición obligada, sin contar la voluntad de las personas sería el antónimo de la política, su negación.
Las
anteriores consideraciones vienen a cuento porque así se pone de manifiesto el
vinculo entre la mentalidad militar y autoritaria y la antipolítica ya que esta
les consustancial y necesaria, esa es la razón por la cual el traidor que nos
entregó a Cuba y el que mantiene el proconsulado, nos insulta a diario y cuando
puede, pues de esa forma, bloquea la prevalencia de la política, el
entendimiento entre los hombres y la unidad de las fuerzas sociales. Las
provocaciones y los trapos rojos son, precisamente, el acicate para que los
ingenuos y los ignorantes proclamen su inconformidad con la política, con los
políticos y con los partidos políticos.
Ciertamente
que “todo aquel recurso, comportamiento o praxis funcional a los objetivos
propuestos es acción política” pero existe una practica que pretende agazaparse
tras un níveo y puritano rechazo a la política en general, cuyo resultado,
independientemente de las intenciones, es el de desmovilizar a aquellos
factores políticos que luchan contra el autoritarismo y la violencia, ocultando
así lo que González acertadamente señala
como un comportamiento también político y que es lo que se ha dado por llamar
anti-política.
Mientras no entendamos que las relaciones y categorías políticas son altamente complejas y no responden solamente a expresiones de nuestras emociones y sentimientos, nos será más difícil reiniciar la organización de la sociedad en Partidos Políticos fuertes y poderosos, capaces de acabar con las pretensiones de permanencia indefinida del castrismo-madurismo.
alvilla8@hotmail.com
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