Se
solicitan obreros para jurado de tesis doctoral sobre el bosón de Higgs.
Gadeamus Igitur
Creo
que tanto el gobierno como la oposición se están tomando la situación del país
muy a la ligera. No sé si es con toda la intención o que no han calculado bien
hasta dónde puede llegar el aguante de un pueblo.
Los venezolanos hemos dado
muestras de ser un pueblo pacífico. En
muy raras ocasiones se han desbordado las pasiones y creado situaciones de
conflicto.
La última vez fue lo ocurrido en abril de 2002, cuando una masa
humana se lanzó a la calle y provocó la renuncia de un gobernante. Pasado ese
episodio que todavía no queda bien claro, se ha vivido más de una década de
total incertidumbre, intranquilidad, atropellos de un gobierno, abuso de poder,
violación de la constitución y de los derechos humanos, ausencia del Estado de
derecho, sumisión de los poderes a uno solo, arbitrariedades judiciales,
carnaval electoral amañado, crisis económica, moral y ética, exagerado culto a
la personalidad de un caudillo y paremos de contar. Y el pueblo aceptando o
aguantando toda esta situación de forma estoica. Protestas pacíficas,
respetuosas, más bien saludos a la bandera o juegos florales.
Por
una parte el gobierno y su partido pareciese que han asumido que el pueblo
tiene un aguante infinito. Que la inmensa mayoría del país comparte ciegamente
el desgobierno que se vive, la llamada revolución socialista y que la figura,
ahora la memoria, del teniente coronel fallecido da para todo. Y la dirigencia
de oposición, por su lado, parece que entiende que la mejor y única forma de
actuar es apegándose a unas reglas democráticas. Para algunos es lo correcto,
para otros se está pecando de inocentes. Jugar con reglas que solo funcionan cuando
todas las partes las aplican, no parece lo más acertado.
Pero,
y siempre hay un pero, una vez fallecido el ahora denominado “comandante
supremo y eterno” el gobierno y su partido han quedado sin liderazgo, con un
presidente incapaz, que para una inmensa mayoría es ilegítimo, las cosas se
comienzan a poner color de hormiga. Cada día se hace más peligrosa la
situación. La crisis se está desbordando en todos los órdenes. Los partidos
integrantes del denominado polo patriótico ahora andan por la libre. Cada uno
de ellos se considera con derecho a la herencia. Dentro del PSUV la situación
está que arde, hay varias facciones que también reclaman su parte del
legado. La economía, que ya venía con
problemas, ahora se hace más vulnerable. No hay divisas y el flujo de caja se
hace deficitario. La gallinita de los huevos de oro, PDVSA, ya no pone. La
corrupción se ha desbordado y está a todos los niveles. Muchos en previsión
raspando la olla. Los reclamos por
mejoras salariales son de tal magnitud que ahora unen a oficialistas y
opositores. La inflación comienza a tocar cifras históricas. La inseguridad se
traga la misión a toda vida Venezuela. Por más que se hable de percepción, las
morgues colapsan. La falta de producción deja sin insumos a la misión vivienda.
Los damnificados pierden esperanzas. Los anaqueles se mantienen vacíos, a pesar
de los intentos de importar de todo. N1H1 sin vacunas y diarreas sin papel. Y
los universitarios en la calle. A todo lo anterior se une, según algunos
analistas, un creciente descontento dentro de los uniformados, situación
altamente peligrosa sobre todo en épocas de ascensos.
Panorama
nada alentador. El gobierno sin operadores políticos que puedan tender puentes
con los grupos descontentos, con la oposición. La mayoría de los jefes
gubernamentales, o enchufados como dijera Capriles, provienen de las filas
castrenses y ellos no entiende de diálogo sino de dar órdenes, y en el mundo
civil las órdenes hay que darlas de forma democrática. Son sordos, mudos y
ciegos. La presión de la olla sube y no se vislumbra ninguna válvula. El zar de
aeropuerto en aeropuerto, viendo pajaritos por doquier y de manitas agarrado.
El teniente formando sus pelotones. Videos y grabaciones van y vienen.
Parte de
la oposición engolosinada con el venidero proceso electoral. Nardo, Leopoldo,
María Corina, Pablo, Falcón, con las barbas en remojo. Y la candelita
universitaria nada que se apaga. Muchas candelitas en muchos sitios. Con estopa
no se apagan fuegos. Y si en vez de llover café llueve gasolina.
Los pueblos
son pacíficos hasta que dejan de serlo, como los militares son leales hasta que
dejan de serlo. Protégenos Francisco I.
Iolaizola@hotmail.com
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