Quienes levantan las banderas de la
"justicia social", sin saberlo están haciendo un llamado a un mundo
cada vez más y más injusto.
El lector se preguntará sorprendido ¿cómo es posible esto? Por empezar, digamos que quienes defienden la "justicia social" no saben en rigor de qué es lo que están hablando. Primeramente hagamos unas consideraciones semánticas, para luego introducirnos en algunas cuestiones más de fondo.
El lector se preguntará sorprendido ¿cómo es posible esto? Por empezar, digamos que quienes defienden la "justicia social" no saben en rigor de qué es lo que están hablando. Primeramente hagamos unas consideraciones semánticas, para luego introducirnos en algunas cuestiones más de fondo.
El profesor A. Benegas Lynch (h) explica:
"El premio Nobel en Economía Friedrich
A. Hayek se ha referido extensamente a Comte y a sus seguidores (1952/1979: 321
y ss.) pero, en su última obra, debido a todos los malos entendidos y
galimatías utilizados principalmente por la corriente de pensamiento marxista
en torno a la palabra “sociedad”, este autor la sustituye por la expresión
“orden extendido” (1988: 6 y 113) y, además, agrega que el adjetivo “social” a
continuación de cualquier sustantivo lo convierte en su antónimo (ib.:
114-119).
Dejando de lado las buenas intenciones con que muchas veces se han
acuñado ciertas expresiones y las sanas tradiciones en las que aparecieron,
piénsese en la expresión "justicia social" que, en el mejor de los
casos, constituye un pleonasmo mayúsculo puesto que la justicia no es vegetal,
mineral ni animal y, en el peor, contradice la clásica definición de Ulpiano de
“dar a cada uno lo suyo” para transformarse en sacar a unos lo que les
pertenece para dar a otros lo que no les pertenece."[1]
A esto se refería Frédéric Bastiat cuando
utilizaba la frase expoliación legal, con lo que podemos completar la idea,
diciendo que la "justicia social" es el nombre con el cual se consuma
la expoliación legal, la que asimismo se transforma en su resultado inmediato.
La "justicia social" es la antítesis de la justicia misma, ya que
faculta a los gobiernos a despojar impunemente a unos lo que en justicia les
pertenece, para darles a otros lo que en justicia no les pertenece. Agreguemos
que no obstante, este es el sistema que impera en la mayor parte del mundo.
El mismo Hayek citado por el Dr. A. Benegas
Lynch (h) dice en otra parte:
"La interpretación errónea del orden del
mercado, como una economía que puede y debe satisfacer necesidades diversas en
un cierto orden de prioridad, aparece especialmente en los esfuerzos de las
políticas destinadas a corregir los precios e ingresos, en función de lo que se
denomina "justicia social".
Cualquiera sea el significado que los
filósofos sociales hayan atribuido a este concepto, en la práctica de la política
económica éste ha implicado siempre la protección de ciertos grupos, para
evitar que éstos desciendan necesariamente de la posición material absoluta o
relativa que han disfrutado durante cierto tiempo. No obstante, éste no es un
principio sobre cuya base se puede actuar en forma general, sin destruir con
ello los fundamentos del orden del mercado. No sólo el incremento continuo,
sino que en ciertas circunstancias aun la mera mantención del nivel existente
de ingresos, depende de la adaptación a ciertos cambios imprevisibles. Esto
implica necesariamente que la cuota relativa y, quizás también la absoluta, de
algunos deberá reducirse, aunque éstos no sean responsables en manera alguna de
su reducción."[2]
La "justicia social" -nos dice aquí
Friedrich A. von Hayek- es un instrumento del proteccionismo económico (no el
único, desde luego), ya sea que la protección se dirija a unos grupos o a
otros. Pueden englobarse entre estos mecanismos diversos instrumentos, tales
como los subsidios, transferencias directas y otras prebendas. Ora destinados a
personas particulares –por ejemplo, empresarios- ora a organizaciones, sean
estas sindicatos, empresas, asociaciones, sociedades, etc. Y añade que, intentar sostener la "justicia
social" demolerá -a la larga o a la corta- el orden del mercado. Señalando
que, tanto el incremento como el mantenimiento del nivel de ingresos han de
depender, necesariamente, de los cambios propios que se dan dentro del ámbito
del orden de mercado.
Si introducimos el nefasto
"principio" de la "justicia social", impedimos no sólo el
crecimiento de los ingresos, sino incluso su mantención en el punto en el que
se encuentran a la fecha de la aplicación de ese eslogan mal llamado de
"justicia".
Y agrega, seguidamente, como la
"justicia social" empeorará las condiciones laborales de las personas
que trabajan o desean hacerlo:
"Una de las paradojas del mundo actual
es que los países comunistas están probablemente más libres de la pesadilla de
la "justicia social" y, a la vez, más dispuestos que los países
capitalistas a dejar recaer el peso en aquellos para quienes el desarrollo ha
sido desfavorable. Para ciertos países occidentales, al menos, la situación no
parece tener remedio, precisamente, porque la ideología que domina sus
políticas hace imposibles los cambios que son necesarios para que la condición
de la clase trabajadora se eleve lo suficientemente rápido como para provocar
la desaparición de esta ideología."[3]
La "justicia social" es una
formidable excusa que tienen los populismos y sus megalómanos cabecillas para
embaucar a la gente de buena fe y engañar a incautos de todo tipo. Pero, al
mismo tiempo y desde un punto de vista económico, simboliza la antítesis de lo
que los mal llamados "progresistas" (que no son sino los representantes
del verdadero atraso y pobreza mayúsculas de todos los pueblos donde gobiernan)
intentan "defender" cuando se llenan la boca con dicha fórmula
"bonita" y se hacen pasar por "justicieros sociales" cuando
no son más que fenomenales farsantes y simples asaltantes encaramados desde el
poder del estado-nación, detrás del cual se escudan para cometer sus fechorías
impunemente.
Donde impera la "justicia social"
observamos que campea la corrupción, el latrocinio, la venalidad, la pobreza y
la miseria más indignante para cualquier persona de bien.
[1]Alberto Benegas Lynch (h). "Una
refutación al materialismo filosófico y al determinismo físico". Revista
de Economía y Derecho. Lima, 6(22), Otoño 2009. Universidad Peruana de Ciencias
Aplicadas, UPC. pág. 3
[2] Friedrich A. von Hayek. "La
competencia como proceso de descubrimiento". pág. 10
[3] Friedrich A. von Hayek "La
competencia..." op. cit. pág. 11
gabriel.boragina@gmail.com
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