Todavía no entienden que los tiempos de
siembra no son los mismos que los de la cosecha. No se percatan de que es la
actuación reposada de Capriles lo que continúa perforando los cimientos del
oficialismo, la única manera de que la oposición se consolide como una mayoría
amplia e invulnerable al fraude.
EFECTO BUMERÁN |
Algunos opositores siguen mirándose el
ombligo: creen tener la razón, aunque todo indique que la conducta del
excandidato -y el contraste que con ella ha estimulado- le está generando
ganancias gruesas a la causa democrática.
Es increíble que el país revolucionario haya
comenzado a ver en Capriles lo que otros le escamotean desde las propias
trincheras de la Unidad. La ignorancia, la incomprensión, la mezquindad y el
cálculo personal se dan la mano para desconocer que sólo él encarna hoy la
aspiración de cambio que se ha venido extendiendo entre todos los estratos
sociales, donde se le valora justo por las razones que provocan las críticas de
los impacientes. No hay otro que se le equipare y no hay tiempo para cambiar de
caballo a esta altura avanzada de la carrera.
El civismo que ha caracterizado el desempeño
postelectoral de Capriles le ha dejado ver al pueblo revolucionario que sus
intenciones no se parecen en nada a las que proclaman las voces del oficialismo.
Las discrepancias entre lo que él hace y todo aquello de lo que se le acusa,
está minando la credibilidad del régimen, cuyos dirigentes enfrentan hoy a una
masa arrepentida de no haberle dado la oportunidad al cambio y pesimista ante
la conducción de Maduro. La desilusión causada por la decadencia en que se haya
hundido "el proceso", representa la clave del remordimiento que está
tomando cuerpo entre quienes aceptaron cumplir la última voluntad del
comandante.
Transcurridos 100 días desde el 14-A,
Capriles se ha reafirmado como una esperanza hasta para un segmento creciente
de lo que fue el chavismo, mientras Maduro está convertido en una pesada
equivocación; en el peor error del comandante. Si los seguidores de Chávez
pensaron que su muerte significaba el fin de la revolución, ahora ya no tienen
rastros de dudas, porque el "heredero" no ha sido capaz de
demostrarles lo contrario. La certeza de que todo ha culminado -y de que
"el chavismo sin Chávez" no resolverá los viejos ni los nuevos
problemas-, además de la comprobación de que Capriles no es el monstruo
ambicioso de la etiqueta propagandista, han estimulado la propagación del
arrepentimiento y el deseo, cada vez más extendido, de que Venezuela emprenda
un camino diferente.
Las cosas marchan bien para la oposición.
Quien diga lo contrario, no sabe de lo que habla. Ni sabe cómo es la dinámica
que concluye en la irreversibilidad de un cambio.
Argelia.rios@gmail.com
@Argeliarios
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Leer esto es un bálsamo de apoyo para quienes entendemos que la democracia se construye, no se decreta. Saber esperar es privilegio de pocos. Gracias, Argelia. Siempre tienes la palabra acertada.
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