“De
dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: De la derecha cuando es diestra y de
la izquierda cuando es siniestra.” Mario Benedetti
La disidencia contra el ilegítimo
(des)gobierno está de muy baja intensidad,
la desafección hacia la crisis política, social y económica está
estancada en debates repetitivos sin respuestas válidas, el CNE se burla de los
electores, el TSJ no resuelve las impugnaciones y la esencia del gobierno se
basa en el monopolio de la fuerza y argumentaciones baladíes, cualquier
llamamiento a sumarse a las críticas encuentrará una inmediata acogida. La
disidencia pacífica es una virtud cívica necesaria pero insuficiente, vivimos
una mezcla de conformismo y disentimiento improductivo, el tiempo corre y la
crisis se agrava.
Es la hora de rebelarse, hemos tocado
fondo. Es la hora de salir pacíficamente
a la calle, es la hora de recuperar el auténtico sentido de la disidencia, es
la hora de recuperar la dignidad, es la hora de reivindicar ciudadanía, es la
hora de alzar la voz y participar activamente, es la hora de decir que existimos,
que somos más y que podemos rescatar al país de la ignominia castrocomunista.
No podemos soportar la degradación de las
libertades ciudadanas, amenazas de
políticas de violencia sin límites y en una inseguridad jurídica crónica. Es la
hora de demostrar que la fuerza está en la opinión ciudadana, la cual nos
quieren callar cerrando los espacios televisivos a la disidencia, creando el
llamado “Totalitarismo mediático”, ante ese panorama oscuro es imposible
abstenerse de sentir y ver lo que le está sucediendo al país, no podemos
permanecer impasibles, como cobardes, ante la destrucción de la república por
un gobierno que pretende imponen su
criterio podrido, impregnado de veneno,
para defender las más innobles causas con tal de saciar su ambición y las de
sus acólitos.
El caso Globovisión es una amoralidad para
tratar de manipular la opinión pública, desechando vilmente a todos los
profesionales del periodismo honesto que actúa dentro de los mayores niveles de
ética y moralidad, ante lo cual no podemos tener un silencio cómplice que nos
esclavice ante una clase política espuria enquistada en el poder para eliminar
la capacidad de crítica de la sociedad democrática y su argumentación de los
acontecimientos diarios que están construyendo la oscura historia de un país
sumido en la vergüenza por la invasión extranjera; en ocasiones me cuestiono:
¿colapsó el liderazgo político
democrático?
Por lo demás, todo parece indicar que ni las
repercusiones por la investigación de la ruta del dinero negro denunciado por
el capo rojo, ni el clima de indignación que envuelve a una parte de la
sociedad vayan a apagarse como por arte de magia. ¿Supone acaso que la sumisión de la reptante
y oportunista directiva de Globovisión puede servir para quitar de la agenda pública
el asunto de la corrupción denunciada?
Las repercusiones parecen ser infinitas. Las hay de todas las formas y
colores. Y todavía, más allá, las impugnaciones y las investigaciones parecen
dormidas, estimo que tanto fiscales como jueces y magistrados sumisos tienen la
intención de que terminen en la nada: “Izquierda siniestra”.
ffacchinb@gmail.com
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