Los carabobeños tenemos el convencimiento de
que es necesario realizar una profunda reflexión en cuanto a las candidaturas a
alcaldes y concejales para las próximas elecciones, como una estrategia para
poder rescatar los gobiernos municipales. Esa reflexión debe estar concebida en
el análisis y reconocimiento de los errores cometidos en recientes elecciones,
pero sin recriminación de ninguna especie, dentro de un marco de madurez
política e interés por el futuro de nuestra región.
El cinismo político es una costumbre, por ello, una veraz reflexión nos obligaría a deponer intereses individuales e imposiciones absurdas de candidatos no aceptados por las comunidades o extraños a ellas, de nada vale mantener candidaturas impuestas en un “reparto negociado con nombre de consenso”, si no se garantiza el triunfo; es fundamental apelar a la conciencia y responsabilidad que nos impone la situación actual que vive el país y en especial Carabobo y su municipio capital. Se requiere dejar de lado los triunfalismos ilusos que solo buscan construir sin cimientos o hacer crecer sin raíces a políticos que son estatuas de arena, ídolos ocasionales, hay que analizar con crudeza lo que nos demanda el colectivo.
Respetar las identidades de los nuevos liderazgos, para constituir un gobierno municipal comprometido en una lucha frontal contra la corrupción, la pobreza, la marginalidad, la impunidad y el desarrollo sostenible, convocando a las fuerzas económicas, políticas y sociales a un gran acuerdo regional con destino a establecer mecanismos efectivos de participación ciudadana en la toma de decisiones sobre las políticas públicas municipales.
En Venezuela, luego de las dos últimas elecciones se nos presenta otra realidad política totalmente diferente y la mayoría de los escogidos por consenso están debilitados, obviar esto significaría la exclusión de los nuevos liderazgos locales, Valencia quiere y precisa de caras nuevas en las concejalías, que conozcan las demandas sociales de los ciudadanos y estén en condiciones de afrontar la problemática más sentida de cada localidad parroquial con facultad para generar propuestas incluyentes donde las principales alternativas de solución emanen de la propia opinión ciudadana, los concejales actuales no se han compenetrado en el trabajo diario con las bases sociales de las comunidades, lo que no les permite el posicionamiento de su imagen como líder municipal con poder de triunfo.
Carece de sentido negar la importancia que ha alcanzado el movimiento social que ha canalizado la Unidad, pero es preciso definir unos objetivos estratégicos, como la revisión de las candidaturas, que vayan más allá de lo que he llamado “reparto negociado mal llamado consenso” o cinismo político, la mayoría sospecha que con dichas candidaturas no se garantiza el triunfo, la unidad efectiva de hoy debe ser abierta al diálogo sincero con las comunidades.
No es el momento de entrar en polémicas estériles, de lo que hay que hablar es de cuestiones básicas y fundamentales que afectan a los municipios, especialmente a Valencia, lo contrario será una debacle electoral aprovechado por la ilegítima casta gobernante que ha demostrado que la ciudadanía les importa un bledo. Las elecciones municipales son un reto colosal a la medida de nuestra historia, por tal razón, la acción de la Unidad debe estar contra la manipulación, el oportunismo político y el cinismo como ideología del fariseísmo. Las candidaturas: ¿Consenso o reparto negociado?
Fernando Facchin Barreto
ffacchinb@gmail.com
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