Sería un reduccionismo o una simplificación
adjudicarle la decadencia Argentina a una persona o a un partido político
específico. El retroceso que desde los años 40` viene padeciendo nuestro
desdichado país, tiene por supuesto responsabilidades varias, pero no por ello
es aceptable repartir o distribuir en partes iguales las responsabilidades a
todos y cada uno de los habitantes o, en su defecto, a todos los Presidentes
que pasaron por el Sillón de Rivadavia, como si éstos fuesen bonistas de un
paquete accionario del cual se reparten las porciones en una suerte de
prorrateo igualitario.
¿Tiene la misma responsabilidad Juan Perón
que José María Guido? ¿O Raúl Alfonsín respecto de Ramón Puerta? El parangón no
resiste análisis alguno.
Es corriente que muchos Presidentes o
partidos políticos hayan excusado sus respectivos fracasos a través de tres
pretextos habituales: “no nos dejaron gobernar” (subterfugio frecuente en el
catecismo radical); “no me dejaron terminar el mandato” (asiduo en aquellos
gobiernos derrocados –o que se cayeron solos-); o el genérico “tuvimos un
contexto económico muy desfavorable”, repetido con ahínco durante los años
90`: “efecto tequila”, “devaluación de
Brasil” y “la Guerra del Golfo” (entre otras explicaciones geopolíticas y
macroeconómicas) fueron algunos de las justificaciones de la época.
Este tipo de explicaciones como las señaladas
las podemos acatar, las podemos relativizar o las podemos descartar según el
caso, pero por sobre todas las cosas, en general son todas atendibles y en
suma, las podemos discutir.
Distinto es el caso del kirchnerismo, que
pareciera no poder encuadrarse en ninguna de las excusas habituales o
convencionales en danza. En efecto, el régimen no tiene justificaciones por su
fracaso económico e institucional, a excepción de invocar su propia incapacidad
de gestión o lo que es más grave: su grotesco desacierto ideológico.
A excepción de algunos gobiernos militares de
duración limitada, jamás un gobierno como el actual tuvo tamaño poder para
manejar la cosa pública. El poder político de un gobierno no sólo se mide en
función de su peso específico intrínseco, sino también en función del poder de
contrapeso que pueda tener un partido o facción opositora.
Por ejemplo, al muy
poderoso gobierno de Juan Perón (1946-55) se le opuso toda la oposición en un
solo espectro partidario y hubo desde comandos civiles hasta sublevaciones
militares que finalmente lo derrocaron.
En cambio, la oposición al kirchnerismo
no es otra que el pacífico “cacerolazo” urbano, algún medio de prensa supérstite
o un programa de TV. Es decir, el kirchnerismo es el gobierno que tuvo mayor
concentración de poder, o en su defecto, es el gobierno que tuvo la oposición
con la menor cuota de poder, lo cual es más o menos lo mismo.
En cuanto al contexto internacional, jamás la
Argentina tuvo un escenario tan favorable como el que transitó el kirchnerismo.
Hasta el año 2002 y con motivo del precio de los commodities que imperaban por
entonces, por causa de la exportación agrícola ingresaban al país 5 mil millones
de dólares anuales. Con el ingreso de China e India al mercado mundial y la
consiguiente quintuplicación o sextuplicación del valor de nuestra materia
prima, desde el año 2003 hasta la fecha han ingresado 26 mil millones de
dólares por año (21 mil millones de dólares más que el promedio de la década
anterior), equivalente a un total de 210 mil millones extras acumulados en
estos 10 años de kirchnerismo. ¿Conclusión tras diez años de tamaña bonanza?:
no hay dólares por ningún lado (salvo en las bóvedas de los delincuentes) y hay
que elaborar artilugios jurídicos de manera desesperada o improvisada para que
narcotraficantes y malvivientes de toda laya blanqueen sus dólares en nuestras
playas.
¿Acaso padeció de falta de tiempo el
oficialismo para completar su
“revolución”?, no es el caso. El kirchnerismo es el proyecto político más largo
y continuado de la historia argentina (2003-2015), jamás un Presidente (en este
caso un matrimonio) gobernó 12 años continuos nuestro país (sólo Juan Perón y
Carlos Menem se acercaron a ese plazo rozando los diez años).
La Argentina es una sociedad y como tal,
sería injusto sentenciar que el kirchnerismo es el responsable exclusivo y
excluyente de la decadencia: pero no sería tan errado señalarlo como el
accionista mayoritario de la misma.
La Prensa Popular | Edición 200 | Viernes 17
de Mayo de 2013
(*) Twitter: @nickymarquez1
noticias@laprensapopular.com.ar
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