El nuevo régimen, además de ilegítimo, actúa
fuera de la Constitución y de las leyes, emplea métodos fascistas y se comporta
de manera brutal. Arremete contra la oposición con todo el poder del Estado,
desde los órganos del Poder Público hasta la Fuerza Armada Nacional, cual si
cada uno de éstos perteneciera a una fracción del país y no a toda la Nación.
En apenas quince días se han desatado los
demonios que hibernaron durante casi quince años en las vísceras de los
individuos más irracionales del chavismo, que ahora en desbandada persiguen,
hostigan, amenazan, excluyen y atacan con odio y saña a quienes consideran
enemigos, es decir, a más de la mitad de los venezolanos. No cabe duda de que
lo hacen impulsados por el miedo a perder sus privilegios y la oportunidad de
seguir incrementando sus fortunas a expensas de los recursos del Estado. El
socialismo es la mampara de su interés mercantilista y de su desmedida ambición
de poder.
Un hecho puntual es el acoso sistemático,
público y notorio por parte de algunos funcionarios del Estado a los empleados
públicos de quienes se sospecha que votaron por el candidato de la oposición
Henrique Capriles. No parece importarles que es un crimen de lesa humanidad la
"persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en
motivos políticos" (art.7.1.h. del Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional).
El carácter extremista de las posiciones del
funcionariado se muestra sin tapujos sobre la cuerda floja donde hacen sus
maromas el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello: "Como hay
personas que no quieren reconocer al compañero Nicolás Maduro como Presidente
de este país, en esta Asamblea Nacional, mientras yo sea presidente, no tendrá
derecho de palabra ningún diputado que no reconozca al compañero Nicolás Maduro";
el Ministro de Vivienda y Hábitat, Ricardo Molina: "Me importa en lo
absoluto lo que dicen las normas laborales"; las rectoras del Consejo
Nacional Electoral, Sandra Oblitas: "Para el CNE el evento electoral
culminó. No hay auditoría que cambie los resultados electorales", y
Tibisay Lucena: "Es imposible aprobar la solicitud [hecha por Capriles] en
los términos planteados"; y hasta la Presidente del Tribunal Supremo de
Justicia, Luisa Estella Morales, que sin haber recibido aún ninguna acción ni
recurso, declara por anticipado que: "En Venezuela, el sistema electoral
es absolutamente sistematizado, de modo, pues, que el conteo manual no existe,
se ha engañado a aquellas personas que han pensado que realmente esto podía
realmente producirse".
Esa cuerda ha de romperse más temprano que
tarde, si no por el peso de las tremebundas acciones y omisiones del régimen
espurio, sí por la presión de nuestras protestas pacíficas, de nuestras
denuncias contra las violaciones de los derechos humanos, de nuestra oposición
contundente y firme a sus decisiones arbitrarias y a sus tácticas fascistas de
criminalización de nuestros derechos a manifestar, a pensar, a expresarnos, a
elegir y a disentir libremente.
Los opositores sabemos muy bien qué podemos
esperar y qué no de las instituciones del Estado, desde hace casi quince años
al servicio exclusivo de una revolución que las ha puesto de rodillas ante el
poder omnímodo, antes de Hugo Chávez, ahora de unos cuantos oportunistas detrás
de la figura de un presidente cuya legitimidad es dudosa y cuya capacidad es
más que cuestionable. También sabemos qué esperar y qué no de la comunidad
internacional, en la que se sientan a la misma mesa demócratas y dictadores,
todos más interesados en hacer negocios que en defender los principios democráticos.
Los opositores somos militantes de la
Democracia. Que seamos pacientes no significa que estemos conformes con cuanto
sucede; que seamos pacíficos no significa que estemos pasivos en medio de este
caos político-institucional. Los opositores, a diferencia de los oficialistas,
respetamos la Constitución, acatamos las leyes y nos servimos de ellas para
invocar nuestros derechos, defender nuestra causa por la Libertad y exigir
Justicia. Será con estas herramientas con las que romperemos la cuerda floja de
la impunidad.
lilianafasciani@yahoo.es
@lilianafasciani
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