Un país no se maneja con gritos y ofensas. Tampoco
escuchando pajaritos.
¿PAJARITOS PREÑADOS? |
Un gobernante es en esencia un gerente, capaz de
manejar recursos escasos y de lograr un consenso en la sociedad que produzca
para todos una mejora de nuestra capacidad de progresar. Debe promover las
reglas de juego que logran equilibrios en los grupos sociales y administrar la
hacienda con juicio, para que nuestras inversiones como país, produzcan un
territorio fértil para el trabajo, el crecimiento, la educación y la sana
convivencia de la sociedad. Estás haciendo todo lo contrario.
Socialismo y destrucción son la misma cosa. Después
de catorce años, con petróleo a cien dólares por barril, Venezuela está
quebrada.
Quebrada por los cuatro costados. No hay dólares
para que Cadivi pague las deudas con los importadores, tampoco para cubrir las
subastas y menos para alimentar el mercado gris que la petrolera suministró por
muchos años, por debajo de la mesa. Las empresas básicas de Guayana por el piso
y la producción automotriz destruida. No hablemos de la energía eléctrica.
Para controlar la demanda de vehículos, trabajan a
toda carrera en un mecanismo de restricción de precios y de oferta, de manera
de encubrir la angustiante escasez de vehículos. Ante la inminente escasez de
medicinas, levantan a la carrera un reglamento que tenía años de atraso, para
limitar la venta de medicamentos que ahora–prácticamente todos- requerirán de
un récipe medico. La medida también conduce a que terminemos comprando medicinas
cubanas y chinas. No les sale una buena. Lo que tocan lo convierten en un
problema.
Un gobierno que trabaja únicamente para mantenerse
en el poder, se desploma enredado en sus propios errores. Las decisiones que
toman no tienen conexión ni lógica alguna y la economía se les desbarata
aceleradamente. Todos los venezolanos pagaremos caras las consecuencias de un
accionar gubernamental escondido, que dilapidó
los recursos recibidos, pero también se gastó los prestamos chinos, rusos y
quien sabe cuáles más. Recordaremos por años cuando el finado se reía ante el
país exigiendo un milloncito de las reservas. Terminaron con las reservas y
nunca nos explicaron de qué manera las usaron. Aceptamos como país no recibir
explicaciones y con las arcas vacías, todavía una parte de la población piensa
renovarles el permiso de seguir acabando con Venezuela.
En un par de semanas estaremos de nuevo en las
urnas. Una elección que apunta a ser muy cerrada se puede convertir en una
avalancha demandadora de cambios. Hay un pueblo harto de esta farsa y de un
gobierno atornillado a punta de mentiras y medias verdades. El pitcher que
recibió la pelota, tampoco demuestra tener algo en la bola.
Un baño de esperanza patea las calles de Venezuela.
Todos a votar.
Enrique Pereira
@pereiralibre
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