La
desesperanza se empeña.
La absurda idea de creer que todo terminaba con el
depósito de un comprobante en la caja de resguardo y que al filo de la
medianoche un anuncio iba a cambiar la historia en un segundo, se convierte en
sinsentido y en completo desconocimiento de nuestra realidad; esta que
padecemos.
Resulta
muy fácil; sencillito, desanimarse, frustrarse, deprimirse... cuando las
convicciones son frágiles; cuando no se tiene la certeza real y comprobada de
que nos asiste la razón; cuando la confianza se entrega a condición.
Es
mucho más difícil aceptar la verdad cruda; la que se pretende esconder a punta
de manipulación, de elementos distractores, de malversación de fondos y
recursos públicos, de chantaje, de acoso, de soborno, de violencia disfrazada
de comunicados, de amenazas a medios e instituciones.
No
ha habido una sola intervención, desde el Poder Político que dé auténticas
muestras de liderazgo firme, de serenidad ante la crisis, de habilidad para
atajar una realidad que se les desborda en las calles, en las casas, en los
barrios, en las urbanizaciones.
¿Cuánto
tiempo más van a quedarse callados los familiares, los amigos, los jefes o los
subalternos de los uniformados que no piensan igual que la pretendida hegemonía
del poder? ¿Cuánto tiempo más van a soportar la innegable imposición de línea
única, los diputados con algo de formación política y social? ¿Será que todos
los gobernadores de estado se van a quedar callados ante la grosera y
antidemocrática postura del chantaje que no afecta a personajes políticos, sino
a los pueblos enteros de entidades federales que requieren de recursos para
pagar a sus maestros, médicos y demás servidores públicos?
No
amigos. No es este el tiempo para dejar fluir con resignación una realidad que
sólo es posible en las mentes débiles, desoxigenadas, que prefieren aferrarse a
un poder que solo existe en la burocracia manipulada que controlan.
Es
verdad que la violencia logra imponerse por un tiempo. Es verdad que ninguno de
nosotros va a salir a averiguar si las detonaciones son de fuegos artificiales
o de disparos a mansalva hacia los balcones donde la gente protesta con un arma
que aturde las conciencias.
Pero
también es verdad que el pueblo real; llegado el momento no muy lejano, se va a
dar cuenta de que esta zozobra provocada y orquestada desde el Poder Político,
no sirve para comer, ni para trabajar, ni para desarrollarse como país. No se
trata de subestimar a quienes hoy detentan un poder que trastabilla en cada
intervención, en cada aparición pública. Se trata de que ese poder, subestima
descaradamente a un pueblo que confió en ellos como defensores de un supuesto
legado de justicia social, que hoy se manifiesta como la expresión más
aberrante del totalitarismo que atornilla a unos pocos en unas sillas efímeras;
distanciadas de la verdad que se padece en las calles, en los abastos, en el
metro.
Nunca
nadie dijo que sería fácil. Nunca se pretendió esconder esta terrible escena de
ambición y desquicio.
Lo
que si se dijo, y aun se dice con serena firmeza, con convicción real y
comprobada, con elementos de contundencia incontestable; es que se va a
defender cada expresión ciudadana, cada voto, cada manifestación de integridad
nacional hacia la paz, hacia la concordia, hacia un futuro cercano que invite
como nunca antes a un objetivo posible de crecer, sumar y avanzar.
Lamentablemente
en estas horas, la manipulación y la imposición por la fuerza de escenarios de
violencia; a causa de su obstinada sinrazón, obligan a enfrentar la mentira con
inteligencia, obligan a una visión que se sale de los esquemas en función de
desnudar las verdades para que cada quien se de cuenta, a su ritmo, del atajo
de incompetentes que pretenden guiar al país hacia el caos; aún más del que ya
se percibe.
El
que se desanime que busque su librito de autoayuda; que se arrodille a rezar,
que busque fuerzas con una barra energizante; que salga a correr, o simplemente
que toque su cacerola con toda la fuerza que su molestia incontenida le
permita; pero eso si; no sucumba ante la férrea intención de quienes tienen a
la mentira como estandarte. Después de haber dejado el pellejo para derrotar al
tigre, no vamos ahora a tenerle miedo al cuero.
El
miedo es libre; y por tal condición, decidió abandonar a quienes enfrentamos
con la razón; y fue a instalarse entre quienes dicen defender una victoria
escudados en las armas que, a decir de Bolívar, podrían transformarse en
maldición si algún soldado osara usarlas contra su pueblo.
Dios
bendice a Venezuela.
ayanezm@gmail.com
@incisos
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