Podría parecer una contradicción en los
términos, calificar como electorera una devaluación y es que: habitualmente,
las devaluaciones suelen perjudicar en lo electoral a quienes toman la medida.
Ya antes habíamos visto inconsecuencias y
absurdos económicos para justificar devaluaciones y otros despropósitos, pero
la desfachatez de la de ahora hay que inscribirla en la enciclopedia de la
infamia y el mal hacer.
El paquetico de Maduro arranca con una
devaluación del 46.6 % pero no se detendrá allí; según fuentes de Palacio,
también se trabaja en un aumento del precio de la gasolina y en la
reinstalación del impuesto al débito bancario.
Ya nadie se opone al incremento en el precio
del combustible pues es un insulto que este se regale de la forma ominosa como
se hace. Importar gasolina a precio internacional para venderla internamente a
precios de regalo es un atentado contra el país.
Ante la impostergable convocatoria a elecciones
presidenciales, dado el también impostergable reconocimiento de la ausencia
definitiva de HRCHF, y visto el desastre fiscal producido por el desgobierno y
la incapacidad del equipo gobernante, apelan a la devaluación para procurarse
ingresos fiscales extraordinarios, que les permitan acudir a nuevas elecciones
con el consabido, trillado, revolucionario, efectivo y conocido mensaje
“ideológico” del gobierno: “véndenos tu voto”.
Así pues, se trata, paradójicamente, de una
devaluación electorera.
alvilla8@hotmail.com
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