Vivimos una época en donde la política perdió
el emblema del coraje. Ahora la plaza pública fue sustituida por un set de
televisión en donde el líder se cree más un artista que un conductor de
pueblos, los arrestos de virilidad que encendían las pasiones de las vecindades
ideológicas en disputa, fueron perdiendo el vigor hasta atragantarnos con este
melodrama barato de un escenario político pobre, en donde Venezuela es
observada desde los sesudos análisis de algunos tipos que no saben lo que
significa visitar un barrio.
Toda esta reflexión nace de una excelente
entrevista hecha a Antonio Ledezma por parte de Leopoldo Castillo en su Aló
Ciudadano, allí el líder dio una clase magistral de lo que tenemos que hacer
para cambiar las cosas. Ante la brutal acometida del régimen no se puede
anteponer un discurso bobalicón de manitos blancas y frases de Gandhi.
Reflexiones extraídas de libros de autoayuda y alguna ocurrencia pedestre de
esos que opinan sin entender que desgraciadamente quien supo leer en el alma
del pueblo fue el chavismo, y digo desgraciadamente, ya que su innegable
influencia no la utilizó para su bien sino para manipularla a su suerte. Hizo
de su mayoritario respaldo un espectáculo circense en donde sus acólitos son
simples payasitos pintarrajeados de manera grotesca. Les entrega migajas en
largas colas en donde se vulnera la dignidad, multiplicándose su hambre.
Quitémonos la careta. Este régimen blindado
en lo económico y lo político no cae con actividades nimias, solo será
desplazado cuando dejemos las reunideras inútiles y vayamos al encuentro del
pueblo insatisfecho. Un liderazgo con el coraje suficiente de mostrar que desde
este lado del país existe fortaleza para defender nuestra posición democrática.
No estamos hablando de crear condiciones violentas, sin embargo tenemos que
alzar la voz para acompañar al pueblo en sus luchas.
La decadencia en la calidad política nuestra
es lo que ha contribuido a que tengamos esta sarta de resentidos gobernándonos.
Han podrido el ambiente con sus miserias y nosotros hemos caído en su juego,
creemos que mostrándonos como dóciles experimentos de usanzas norteamericanas
lograremos engancharnos a la rueda de la historia de las mayorías. Que la
camisita tal y la sonrisa batiente conjugarán en el verbo de la gente, que tal
cancioncita pegajosa abrirá el tesoro de los votos y nos conducirá directo a la
veda de Miraflores. Gran estupidez analizarnos con la versión de otros, es
sencillamente patético creer que las mayorías se conquistan con enfoques que no
hacen ver como estúpidos.
Afortunadamente existen líderes que como
Ledezma entienden cual es el camino a seguir.
alexandercambero@hotmail.com
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