Algún amigo le recomendaba a Capriles no
participar en la próxima elección presidencial. No escuchará el consejo; aunque
vaya al matadero aceptará participar en lo que será virtualmente una segunda
vuelta de los comicios de octubre 7.
Los políticos no crecen evitando los riesgos,
sino enfrentándolos; con tantas circunstancias en contra, falto de recursos,
soportando Primero Justicia la persecución política, Capriles pondría toda la
carne en el asador, y hasta vencería si le dan tiempo y demuestra lo obvio:
Maduro no es Chávez; no ha afrontado los desafíos de administrar Venezuela, ni
ha conocido como Diosdado la derrota para después resurgir de las cenizas;
tampoco participó con las armas en la mano en los alzamientos, lo que lo coloca
en minusvalía frente a gobernadores como Vielma Mora, Arias, o Ameliach.
Chávez lo prefirió por ser civil, porque lo
conocen los presidentes de América Latina.
Ahora se está radicalizando para ocultar su
falta de carisma, de autoridad, dentro del PSUV.
Hay que recordar que en estos 14 años cuando
se ha sentido débil el chavismo ha usado la violencia, como ahora que está
cambiando de jinete en medio del río.
El PSUV pretende eternizarse, copar cada vez
un espacio mayor de la sociedad, ahogar a las universidades y al movimiento
obrero, dejarle a la oposición una presencia simbólica como hacía el PRI con el
PAN. No enfrentamos un proyecto similar al de un Betancourt que aceptaba que en
Miraflores se alternaran Copei y AD. El chavismo no se imagina a sí mismo
entregando el poder a los escuálidos, busca por medios democráticos acabar con
la democracia: desprecia a la oposición, le niega hasta la condición de ser
venezolana, dice buscar implantar una democracia real, acabar con la farsa
burguesa. Al PRI lo amparaba en América Latina una aureola revolucionaria,
gobernaba con una supuesta libertad de prensa, una oposición aplastada. El PRI,
a diferencia del chavismo, contó con buenos administradores, y no malgastó los
recursos de México en fantasías internacionales.
Aun así, en las peores circunstancias,
cualquier elección es un respiradero, una oportunidad para recorrer el país con
un mensaje. Abstenerse sólo se justifica en las raras ocasiones en que
realmente deslegitima a un régimen.
Como candidato, Capriles afirmará que esta
vez ganará, no le queda otro remedio, pero le costará entusiasmar a los
electores de oposición; pero se justificará la campaña si desde el primer día
desenmascara la mentira oficial, advierte a los venezolanos que el triunfo de
Maduro consolidaría un sistema que acabará con la libertad política, la
libertad sindical, nos condenará a la miseria.
Sería una campaña heroica de las que vuelven
a los políticos verdaderos líderes Alguna vez recordamos cómo un oscuro
gobernador de Arkansas fue candidato demócrata porque los políticos creían
imposible derrotar al vencedor de la guerra de Kuwait, Bush padre.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la
vida; eso sí, cuando se la enfrenta con coraje. Además, las elecciones
requieren tres o cuatro meses para celebrarse. Antes habrá que resolver el
enigma de La Habana y de Chávez; han enredado tanto la telenovela que cuesta
escribir el último capítulo que requiere que el principal protagonista renuncie
a lo que más le gusta, mandar desde Miraflores.
La vida te da sorpresas…
@faustomaso
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