La reciente devaluación terminó por desnudar realidades que venían siendo solapadas por la “mano invisible” de corrompidos intereses que tienen sus escondrijos en alcantarillas gubernamentales.
No hay duda de que Venezuela está soportada
sobre una estructura de gobierno cuyo comportamiento es perversamente
contradictorio. Con el devenir, los resultados se han visto acompañados de
determinaciones negativas que han alcanzado todos los ámbitos del mundo social,
económico y político. De hecho, todo se ha transmutado en perjuicio de las
esperanzas de muchos venezolanos que habían apostado al triunfo de esta gestión
gubernamental. Pero las consecuencias, asomaron lo contrario.
En materia económica, las realidades han sido
profundamente controvertidas toda vez que el gobierno ha actuado al margen de
políticas económicas debidamente analizadas y en conciliación con los avatares
que, en economía, representan los factores que determinan las fluctuaciones de
variables que incitan los consabidos cambios. En lo exacto, esta fue la razón
para haber elaborado y tomado decisiones que transgredieron importantes
posibilidades de desarrollo económico.
Sucede que cuando la política se sobrepone a
la economía, arrogándose condiciones de poder que exceden la necesidad de
allanar espacios de acción que dejan en engañosa libertad a la política para
decidir por encima de las circunstancias, la dinámica económica sufre de una
peligrosa disfuncionalidad al disociarse de problemas que son específicos de su
esfera de competencias. Cuando estas situaciones hacen crisis, la movilidad de
un país se afecta gravemente al extremo de desorientarse de cara al rumbo
establecido a instancia de importantes exigencias internas y externas.
La recién devaluación o ajuste cambiario
ordenado por el alto gobierno (de facto), si bien respondió a encarnizadas e
impostergables necesidades que innegablemente derivaron del disparatado
tratamiento que le dispensó el Ejecutivo Nacional a la materia económica,
precisamente por desconocimiento del equilibrio bajo el cual deben mediarse
carencias con dificultades, así como debilidades con oportunidades, terminó por
desnudar realidades que venían siendo solapadas por la “mano invisible” de corrompidos intereses
que tienen sus escondrijos en las alcantarillas gubernamentales.
En cuanto a lo que significa esta
devaluación, deberá reconocerse que gruesos problemas vendrán a sumarse
irremediablemente a aquellos acumulados por causa de la desmedida apetencia del
régimen de desmontar la estructura productiva privada nacional en nombre de un
proyecto ideológico fracasado. Por otra
parte, debe entenderse que esta coyuntura se da en un contexto cuya economía es
fuertemente dependiente del ingreso petrolero. Esto ha provocado que se haya
restringido convulsivamente la oferta aunque incitando una grosera demanda
mediante el brutal incremento del gasto público con el consiguiente resultado
de una sobrevaluación exagerada de la moneda lo que desfiguró dramáticamente la
economía nacional.
Así se configuró la medida de devaluar el
bolívar (ya convertido en alfeñique) a sabiendas de las letales secuelas
inflacionarias que tendrán lugar en medio de una acusadora inactividad a
engendrarse próximamente. De ahí que no hay mejor razón para denunciar lo que
el país vivirá, pues serán tiempos oscuros plagados de sueldos y salarios
decaídos que conducirán a una restricción de compra y de consumo lo que llevará
a que la economía se torne recesiva. No hay duda pues para aducir que el país
se encuentra encadenado a una creciente inflación que a su vez se verá sometida
por un estancamiento de la economía hasta alcanzar lo que en teoría se denomina
“estanflación”. O sea, lo peor de todo.
VENTANA DE PAPEL
LAS COSAS SON COMO SON
La vida es una sola. No hay manera de
modificarla en su esencia. Es tal cual como está prescrita por la ley divina.
Tampoco hay forma de revertirla por hechos que resulten mal en su primer
intento. Pero esto no significa ser conformista. Benjamín Franklin expresaba
que “si se me dejara elegir, yo no tendría ningún inconveniente en repetir la
misma vida desde su principio. Lo único que pediría es el privilegio que se
concede a los escritores cuando hacen una segunda edición de sus obras de
corregir algunas fallas de la primera”.
Esta reflexión vale a propósito de lo que
viven muchos venezolanos. Sobre todo, al reparar sobre la crisis de salud que
afecta al presidente Hugo Chávez. Su situación ha devenido en opiniones
encontradas que en buena forma se deben a la desinformación que equivocadamente
reivindican dirigentes políticos ligados a la causa del régimen. Esto ha
llevado a demostrar incomprensión e irrespeto ante lo que la vida pueda
depararle a cualquier ser humano.
Es insensato, indistintamente de quien pueda
verse aquejado por las inclemencias de la vida, aprovecharse de estas
coyunturas para obtener prebendas de la situación. Herodoto afirmaba que “las
pruebas de la vida y los dolores de la enfermedad hacen demasiado largo hasta
el breve período de la vida”. Las calles que recorren esta vida, a pesar de que
están llenas de la más recia incertidumbre, no deben utilizarse para la aguda
confrontación de posturas que sólo dejan profundas heridas no sólo en la
espiritualidad. También en la moralidad y en la ética social y política. El
hecho de que el país no esté nada bien, no es excusa para justificar excesos de
ningún bando.
Por el contrario, lejos de tales tropelías,
el reconocer lo difícil que es pasearse por tan oscuros laberintos, debe
constituirse en oportunidad para desafiar las realidades pero con comprensión,
voluntad y tolerancia. A pesar de que lo que sucede muchas veces resulta fuera
del control organizado, la vida corre su curso sin que nada ni nadie pueda
rebatirla pues las cosas son como son.
¿MÁS RADICALIZACIÓN Y VIOLENCIA POLÍTICA?
De ridículo a impertinente, pasando por todos
los grados de hostilidad y agravio, luce el comportamiento del vice presidente
en ilegítimo ejercicio de la presidencia de la República. Sus extemporáneas
amenazas, terminan enredando gravemente cualquier pretensión de ordenar la
gestión pública.
No conforme con usurpar atribuciones que la
Constitución confiere a quien alcanza por votación universal, secreta y directa
la condición de presidente de la República, lo que además es un delito de rango
administrativo y dominio público, penado con prisión y fenecimiento político,
este personaje se ha dado a la repugnante tarea de aterrorizar personas,
imponer condiciones y alarmar realidades en nombre no sólo del presidente
reelecto, sino también porque pretende colocarse por encima de la razón que
compromete la inaplazable necesidad de evitar el desmadre de la administración
pública nacional.
Su aspereza llega al punto de afrentar
situaciones, de ofender a cualquiera y de arremeter contra todo proceso que no
encuentre alineado a su visión política. Lo único que está ganando y con toda
la predeterminación y alevosía del caso, es acentuar la polarización que ya
tenía al país partido en infranqueables toletes. Sólo está apostando a más
radicalización y violencia política.
antoniomonagas@gmail.com
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