El esquema básico constitucional del estado
de derecho ha sido demolido para imponer un gobierno amoral y represivo, está hoy patente el
sentimiento de desprotección que se nos presenta ante la imprevisión política
de la bicefalia palaciega y de los directivos partidistas.
La sociedad quiere una dirección política
efectiva, con coraje, que demuestre voluntad cierta y no retórica de luchar por
rescatar la democrática de la crisis sistémica a la cual la han llevado,
permitiendo pasivamente, en cierto modo, el uso de la violencia política y el
vergonzoso sometimiento de nuestra soberanía a una dictadura caribeña. Para mí,
la responsabilidad es de los políticos de oficio, pareciera que les gusta vivir
de la incertidumbre y sacarle provecho a ella, sin tener interés en la
problemática social del país.
En razón a lo expuesto, considero que se
requiere una tercera fuerza, la única que hace falta, una fuerza social
integrada que se avoque a la disidencia a la cual nos obliga el artículo 350
CRBV. Esa fuerza social consiente
consigo misma para tomar las banderas de la libertad, la dignidad y soberanía
contra los fenómenos de alienación gubernamental; el experimento oficialista se
ha destacado por el control de la
sociedad, la proliferación superflua de la burocracia, las formas cotidianas de
enajenación, las amenazas, la violencia y las insuficiencias institucionales.
Venezuela, en los 40 años de la vilipendiada
cuarta, vivió el período de estabilidad política, económica
y social más largo y efectivo de todos
los periodos políticos desde su nacimiento, ese histórico período cumplió 55
años y hoy, su éxito ha sido secuestrado ilegítimamente por quienes han dado
muerte al mismo.
Durante los últimos años se ha percibido una
creciente desilusión sobre la dirección partidista y su desvinculación con la democracia pluralista y participativa
dentro de los partidos, donde no tiene cabida los ciudadanos con ideas y
pensamiento propio, los liderazgos naturales en los diferentes espacios
geográficos; sólo se repiten y apoyan nombres de personas incondicionales,
remarcaje de candidatos sumisos, sin
medir sus niveles de mediocridad para ser diputados o concejales, como ha
sucedido en la última elección legislativa, lo que trae como consecuencia una
progresiva desconfianza hacia las directivas partidistas que han perdido su
condición de dirigentes, lo que conlleva una distorsión del análisis
sociopolítico del “país real”. En el futuro inmediato la sociedad civil se unirá contra los cenáculos y los
“consensos secretos”, cuyo resultado fue la pérdida de las gobernaciones. La
sociedad quiere compartir el ideal de la
democracia pluralista, sin violencia ni arrodillamiento, no más MUD al servicio de grupúsculos
excluyentes para eventos electorales, ya no hay margen para quienes se creen
dueños de la política y ahogan los derechos ciudadanos, ocupémonos del “país
real” y no del “país partidista”, avoquemosnos directa y efectivamente en un
estudio más profundo que analice y resuelva sobre las metas políticas a fijarse
en lo inmediato y no solamente en los eventos electorales, hace falta una ética
de la responsabilidad frente a nuestros descendientes y frente el país real y
ésta no puede ser la tarea de muchos agentes aislados que persiguen sólo su
ventaja individual. La democracia no
está acabada. Pensémosla de nuevo.
ffacchinb@gmail.com
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Ya la Mud está en otro plano, han surgido nuevos caminos para un mismo fin que es liberar la democracia secuestrada. Si los primeros no cambian su esquema político, lamentablemente pues ahí se quedarán, más atrás de lo que ya están.
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