El anuncio presidencial de una inminente
transición del poder ha dado un poderoso viraje a los temas del debate político
nacional, incluidos por supuesto los de las próxima elecciones regionales.
Algunos se molestan por ello y exigen imperativamente que nos concentremos en
el 16-D y no en la salud presidencial y sus consecuencias. Olvidan que resulta
imposible evitar que los anuncios y decisiones presidenciales sobre su salud
arropen todo el espacio político y se lleven también por delante los temas
locales de las importantes elecciones del próximo domingo. Es como si un fuerte
temblor de tierra se presenta cuando estamos a punto de apagar las velas de
nuestro cumpleaños y nos enojáramos porque los invitados salen corriendo en vez
de seguirnos cantando.
Los presidentes poseen un peso específico muy
grande sobre la vida de los países; y ello es particularmente excesivo con este
que hoy tenemos. Cómo imaginar que lo que dijo Chávez el sábado, y la suerte
que tenga en su nueva operación en tierras extranjeras, pueda ser separado de
la agenda electoral regional. No hay manera, fueron esos limones los que nos
cayeron del cielo y con ellos tendremos que hacer la mejor limonada posible. No
creo exagerar si comparo el impacto de este anuncio una semana antes de nuestras
elecciones, con la bomba que estalló en la estación de Atocha tres días antes
de una elección general española. Las tendencias de voto se revirtieron
dramáticamente, con resultados devastadores para el gobierno, a causa de su mal
manejo de la información sobre el acto terrorista.
Es muy difícil predecir cuáles serán las
consecuencias electorales de lo anunciado por Chávez el sábado. Por supuesto
que él lo hizo con el propósito de insuflar ánimo y voluntad participativa en
un electorado oficialista que no ha sido muy entusiasta en esta campaña. El
cálculo del PSUV es que la emergencia supuesta en la posibilidad de perder a su
líder movilizará al máximo a sus patrullas y votantes el domingo. Por ello se
lanzaron con las reuniones dominicales en las plazas Bolívar, de cuya
asistencia se tienen noticias poco alentadoras. En todo caso, es evidente que
la fibra militante del chavismo recibirá un fuerte impulso con la grave noticia
que recibieron.
Pero la oposición no deja de recibir
importantes ventajas del mismo hecho. Desde ayer mismo se comenzaron a ver en
las redes sociales manifestaciones de muchos opositores que no tenían
disposición de votar y cambiaron su actitud ante la repolarización que
introdujo el anuncio de Chávez, especialmente por la agresiva y grosera
conducta de los diputados chavistas en la sesión de la Asamblea Nacional.
También es un factor movilizador para los “escuálidos” el hecho de que
vislumbren otra oportunidad cercana de enfrentar y vencer al oficialismo en
elecciones presidenciales. Por otra parte, la principal muletilla discursiva de
los candidatos del PSUV –“vota por mí porque tengo el respaldo de Chávez”-
pierde considerable fuerza y credibilidad.
Por todo eso, en las redes sociales –un
termómetro bastante aproximado del ambiente público- se comenzó a leer con
mayor frecuencia el entusiasta llamado “¡A votar!”, en los time lines de
opositores y oficialistas.
Eso repetimos aquí con mucha fe y entusiasmo.
¡No queda otra que votar! Porque la importancia de cada voto se duplicó en esa
sola noche.
@Turgelles
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