En los cuadros de la
Fuerza Armada existe un creciente descontento. Es imposible ocultar esta
verdad. Los recientes accidentes aéreos ocurridos en Maracay ratificaron
públicamente lo que era, desde hace algunos meses, un permanente rumor: la
Fuerza Armada se encuentra en tal grado de deterioro que no es capaz de cumplir sus obligaciones con la debida
eficiencia.
Cae avión chino K-8 en Palo Negro durante desfile del 27-N |
No hay exageración en mi planteamiento. Hace unos días conversé con
un teniente coronel de la Aviación que recién había solicitado su baja.
Sorprendido de su decisión, le pregunté sobre las causas que lo habían inducido
a tomarla. Su respuesta fue terminante: "mi general, yo tengo familia. No
quiero morir en un accidente. No hay suficiente entrenamiento y el
mantenimiento prácticamente no existe".
Estos hechos se
originan en una equivocada política militar, planteada en la Reforma Constitucional propuesta por Hugo
Chávez y rechazada por los venezolanos el 2 de diciembre de 2007. La redacción
que allí se hizo del artículo 328 muestra la intención de destruir el sentido
institucional de la Fuerza Armada preservado en la Constitución de 1999. Al
modificar la parte del artículo 328: "la Fuerza Armada, en el cumplimiento
de sus funciones, está al servicio de la Nación y en ningún caso al de persona
o parcialidad política alguna" por la frase: "en el cumplimiento de
sus funciones estará siempre al servicio del pueblo venezolano, en defensa de
sus sagrados intereses y en ningún caso al de oligarquía alguna o poder
imperial extranjero" muestra que la finalidad de Hugo Chávez es subordinar
a la Fuerza Armada a un partido político.
Si Hugo Chávez
hubiese respetado la voluntad popular no hubiera habido problema, pero su
ambición de poder lo llevó a violar la Constitución de 1999 y aprobar dos
reformas a la Lay Orgánica de la Fuerza Armada que buscan alcanzar los mismos
objetivos de la Reforma Constitucional: las reformas del 31 de julio de 2008
y del 2 de febrero de 2010.
De manera
particular, en esta última se
establecieron normas que debilitan
totalmente el sentido profesional de la Fuerza Armada al centralizar el mando
en el Comando Estratégico Operacional y en el Comando de la Milicia debilitando
los comandos de Fuerzas. Al mismo tiempo, para lograr la maximización del
Momento Político Revolucionario, se ratificó la creación de la Milicia
Bolivariana y del oficial de milicias.
Esta maximización del
Momento Político Revolucionario ha debilitado a tal nivel la capacidad
operativa de la Fuerza Armada, que no ha sido capaz de cumplir con
eficiencia sus obligaciones
militares: rechazar la presencia de la guerrilla colombiana en nuestro
territorio; impedir la existencia de organizaciones guerrilleras venezolanas,
tanto rurales como urbanas; no desplegar eficientemente unidades navales y
aéreas en las operaciones combinadas realizadas con la flota rusa en su viaje
por el Caribe y un preocupante incremento del porcentaje de accidentes en el
empleo del material de guerra de origen ruso y chino. Este debilitamiento del profesionalismo
militar se manifiesta en aspectos doctrinarios, operativos y
administrativos.
Para colmo, durante
el acto de celebración de los veinte años del 27 de noviembre, en medio de los
accidentes aéreos, el almirante Diego Molero Bellavia, ministro de la Defensa,
terminó la lectura del discurso de Hugo Chávez con una arenga en la cual afirmó
que la Fuerza Armada era socialista. Un día antes, en la Asamblea Nacional, el
contraalmirante José Luis Castro, incumpliendo sus deberes militares, mantuvo
que la Fuerza Armada era socialista y revolucionaria. Estos inaceptables
planteamientos, muestran que la única manera de tener porvenir en la Fuerza
Armada y alcanzar los ascensos y cargos que le corresponden por sus méritos
profesionales es manteniendo un compromiso ideológico con el chavismo. Esa es
la causa del descontento militar.
Las grandes rupturas
históricas venezolanas han ocurrido al coincidir un creciente descontento
militar y una crisis política. Así ocurrió el 18 de octubre de 1945, el 24 de
noviembre de 1948 y el 23 de enero de 1958. La innegable ilegitimidad de la
elección presidencial, las graves interrogantes que surgen sobre el estado de
salud de Hugo Chávez y el creciente descontento militar muestran delicados
signos de una profunda crisis nacional. Es imprescindible que se comience a
reflexionar sobre esta realidad. Se requiere con urgencia alcanzar un acuerdo
político que le encuentre una solución constitucional a esta gran verdad: Hugo
Chávez no puede seguir ejerciendo la presidencia de la República. Su grave
estado de salud se lo impide.
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