Dios, es el “garante de la grandeza de la
persona humana” Papa Benedicto XVI. Adviento, tiempo de preparación para la
venida de nuestro salvador, Jesús.
Adviento, tiempo de reflexión sobre la mayor
demostración de amor que por el mundo hayamos visto, el amor inmenso de Dios,
nuestro Padre Todopoderoso Jehová, manifestado en la encarnación, muerte y
resurrección de su Hijo unigénito (1 Juan 4: 7-21) (Juan 3:16, 17:23), de su
Hijo amado (Mateo 3:17), “imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda
creación” (Colosenses 1:15), Jesús, quien por amor se sacrificó, dejó el cielo
y la Gloria que tuvo con Dios “antes de que el mundo fuese” (Juan 3:13, 6:38,
17:4,5) y se encarnó. Como hombre sufrió injusticias, humillaciones, tortura y
una muerte dolorosa y terrible, dio su vida perfecta. “Porque no envió Dios a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo”
(Juan 3:17).
Tiempo de agradecer y corresponder ese amor
inmensurable, guardando su Palabra, cumpliendo nuestra labor evangelizadora,
especialmente en nuestra familia, en quienes debemos sembrar valores: fe,
esperanza y caridad, para que sean personas de bien.
En nuestra labor evangelizadora es esencial
seguir los consejos de nuestro Sumo Pontífice, Benedicto XVI: “al hablar de
Dios, en la obra de la evangelización, bajo la guía del Espíritu Santo, es
necesario recuperar la simplicidad, un retorno a lo esencial del anuncio: la
Buena Nueva de un Dios que es real, concreto, de un Dios que se preocupa por
nosotros, de un Dios-Amor que se acerca a nosotros en Jesucristo hasta la Cruz
y que, en la Resurrección nos dona la esperanza y nos abre a una vida que no
tiene fin, la vida eterna”.
En Adviento ponemos el nacimiento, no como un
adorno sino con el significado de celebrar la venida de nuestro Salvador;
prendemos las velas de la corona de Adviento, oramos en familia, hacemos examen
de conciencia ¿Cómo ejercemos nuestra libertad para pensar, hablar, obrar o no
obrar? ¿Cómo procedemos en relación a los 10 mandamientos y a los 7 pecados capitales?
¿Practicamos y enseñamos a nuestros hijos las virtudes cardinales? ¿Buscamos y
elegimos el bien a través de acciones concretas? Siempre podemos escoger el
camino de la virtud, dando a Dios y a los hombres lo que les corresponde,
reconociendo los derechos de los demás, actuando honradamente, sin dañar al
otro (justicia), pensando antes de actuar a fin de elegir el bien (prudencia),
siendo perseverantes en su búsqueda, resistiendo a las tentaciones (fortaleza)
y controlando nuestras pasiones (templanza).
En adviento nos arrepentimos, ofrecemos una
penitencia en particular como muestra de amor a Dios en reparación de los
pecados del mundo y los nuestros, y por las necesidades propias y ajenas.
No olvidemos nunca lo que dijo el Papa
Benedicto XVI: Dios es “el verdadero garante, el garante de la grandeza de la
persona humana”.
elmon35@gmail.com
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