Si
Charles Dickens fuese un venezolano contemporáneo quizá no escribiría su
famoso Cuento de Navidad con un solo personaje principal, el avaro y
solitario señor Scrooge a quien, gracias
a una pesadilla, los espíritus del pasado, del presente y del futuro
trasformaron en un ser generoso y social. Probablemente Dickens recrearía la
escena con varios actores principales, más difíciles de corregir que el señor
Scrooge, pero como en Navidad todo es posible quien quita un final feliz.
El Espíritu del Pasado nos recordaría que
hubo muchas cosas buenas tales como los
logros en educación, salud, vialidad,
generación de electricidad,
extracción y refinación eficiente de petróleo, producción de acero y
aluminio, aumento de la producción agrícola,
mayor seguridad personal y jurídica, no discriminación por raza, credo o
por razones políticas. Posibilidad de cambiar el gobierno por la vía electoral
sin mayor injerencia del Ejecutivo. Existencia de adversarios políticos, pero
no de enemigos.
Desde luego que ese Espíritu también nos recordaría que a
partir de mediados de la década de los 70 empezamos a declinar, la pobreza
aumentó a niveles intolerables, los jóvenes tuvieron menos oportunidades,
disminuyó el ascenso social, aumentó la inflación y los partidos políticos y en
general los venezolanos que tuvimos más recursos nos volvimos egoístas olvidándonos del otro país.
El Espíritu del Presente destacará lo evidente. Una nación dividida,
destrucción de la infraestructura,
prisioneros políticos y exiliados, apartheid laboral, medios de comunicación
cerrados, deterioro del sistema de salud, masificación de la educación
universitaria a costa de su calidad, quiebra de las empresas del Estado,
desaparición de la institucionalidad, dificultades para acudir a unas
elecciones libres, aumento de las importaciones, escasez de productos. En la parte positiva el Espíritu destacará
que hoy los venezolanos más humildes se
sienten tomados en cuenta, aunque la realidad sea otra, y la creación de Misiones que aunque no
resuelven el problema de la pobreza, sí contribuyen a aliviarla.
El Espíritu del Futuro nos permitirá
visualizar que de seguir por esta vía y
no tomar el camino del progreso, estaremos condenados a fracasar como
sociedad. Al despertar de la pesadilla,
tal como el señor Scrooge, los venezolanos nos dispondremos a cambiar. Este
cambio incluye a los fanáticos de ambos bandos, a quienes buscan culpables ante los
recientes fracasos y a nuestra
dirigencia, la cual deberá modificar
algunas estrategias, acercarse más al
pueblo y defender derechos con mayor
ahínco. Como somos optimistas por
diseño, estamos convencidos que tendremos un mejor futuro, para lo cual
debemos aceptar que habrá un pueblo chavista sin Chávez que es necesario
respetar y con el cual se puede y debe convivir. Con toda seguridad, los
dirigentes de ese chavismo se
alejarán de esa quimera del Socialismo
Siglo XXI que fue solo un engaño de unos pocos para controlar el poder y
aplastar a los adversarios políticos.
Ojalá que cuando publiquen este artículo se haya producido una amnistía.
¡
Feliz Navidad! ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com
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