Resulta contraproducente, pretender hacer
política sin una mínima cuota de sentido común. Sobre todo hoy día cuando por
la complejidad que caracteriza las realidades políticas, luce inminente actuar
con la sensatez necesaria a fin de compensar las amenazas que se ciernen en el
camino. Por eso, la política no debe concebirse a desdén de la ecuanimidad a
partir de la cual deben incitarse las actitudes y disposiciones de quienes se
prestan al hecho magnánimo de conducir procesos sociales creativos que
comprometen la presencia de la sociedad en toda su expresión y amplitud.
Lo ocurrido en el país con motivo de las
elecciones de gobernadores y diputados regionales el pasado 16-D, dejaron ver
todo un maremagno de decisiones cuyo protagonista fue la testarudez por parte
de quienes, a sabiendas de los riesgos que podrían establecerse, se empeñaron
en darle la espalda a la institucionalidad democrática. Aunque un aforismo
popular dice que “la culpa no es del loco, sino de quien le da el garrote”, el
problema sucedido tiene otra connotación que en poco o nada responsabiliza los
factores políticos que asumieron la organización y dirección del proceso
electoral en cuestión.
El problema revela variables que poco han
sido considerados dada la marcada ausencia de una intelectualidad política cuya
labor debió esta dirigida a escudriñar no sólo las razones que han animado el
desmoronamiento de la unidad que en principio respondió a los principios que
signaron el arreglo político entre los movimientos de apoyo al proceso de
gobierno y sus intereses de participación en el mismo. Asimismo, las causas que
han provocado una desbandada a lo interno de la MUD al extremo que puede
hablase de la oposición en la oposición.
Pero las contrariedades parecieran no
terminar ahí. Luce pertinente observar ciertas posturas que habrían surgido del
perverso interés de conspicuos personajes del encumbrado oficialismo de
confundir al país político aprovechándose de la crisis de salud del presidente
de la República. De esta manera, se habrían permitido manipular un escenario en
el cual se presumieran razones que estimularan cierto desapego a las líneas
políticas pautadas por el partido de gobierno para así justificar la fractura
interna que terminó motivando la apatía que se vivió el día de las elecciones.
Las quejas y reproches de una población que
no salió a votar, dejó ver una actitud que de alguna forma se corresponde con
la teoría arriba esgrimida. Ese círculo vicioso en el cual ha caído ese país
que prefirió asumir una actitud de testarudez, de obstinación, torció el rumbo
de una ciudadanía que apostó a resistirse a la postración que habrá de venir
con la imposición del Estado comunal. Más, cuando los nuevos gobernadores
afectos al gobierno central, han declarado su perruna subordinación al dictamen
que pudiera dictarse desde Miraflores en la dirección de la mal llamada “nueva
geometría del poder”.
Por eso cuesta comprender el indolente
proceder de quienes prefirieron abstenerse de declarar su rechazo al régimen
por la vía del voto entendido como deber ciudadano. Fue un día en el que dejo
verse la condición de renuentes de quienes, sin sentido del momento que
representaba tan importante proceso electoral, se comportaron con la más
grosera indiferencia. Había que exhortar su testarudez política llamándolos a
reunirse contra Venezuela. Así que Indolentes de Venezuela, Uníos.
VENTANA
DE PAPEL
EN BANDEJA DE PLATA
En medio de la crisis política nacional, no
resulta contradictorio felicitar a los abstencionistas por la irresponsabilidad
ciudadana demostrada el pasado 16-D. Como dice Tamara Díaz Pisani, en un
artículo que intitula “Así lo han querido” explica que “ahora no vengan a
quejarse, ni a lamentarse y mucho menos rasgarse el pecho (…)”.
Tan crasa actitud, ha representado la casi
absoluta entrega del país a quienes habrán de descomponer su institucionalidad
a través del desquiciado Estado comunal, para no llamarlo Estado comunista. A
pesar de que el país ha involucionado en lo económico y en lo social, Diaz
Pisani continúa señalando que el régimen supo impulsar “la anarquía. Logró
enriquecer el lenguaje con la dignidad de las groserías. Avanzó con un cuerpo
de violentos armados en un pueblo sin Ley. Desarrolló un arduo trabajo para
premiar los peores comportamientos. Brindó loas al mal gusto, al ruido, al escándalo,
al tuteo, a la vulgaridad y la chabacanería”.
Termina manifestando que “lo cierto de la
realidad actual es que el venezolano tiene precio y carece de principios. Se
vende al mejor postor porque no posee autoestima ni memoria. Se deja manipular
con cualquier brillo, labia o envidia por su falta de educación”. La conducta
política del 16-D frustró esperanzas al entregarle el país a este régimen.
Dios cuide a Venezuela de lo que los
oficialistas hagan con él toda vez que lo recibieron en bandeja de plata.
¿LA CONSTITUCIÓN EN EL BOLSILLO?
No es igual tener una Constitución de
bolsillo que meterse la Constitución en el bolsillo. Esto hay que decirlo, a
propósito del problema que pareciera estar construyéndose en los predios del
alto gobierno ante la posible ausencia del reelecto presidente de la República
el 10-E por causa de la crisis de salud que lamentablemente padece.
El hecho de pretender que el vicepresidente
tome la conducción del país, en nombre del titular, porque él así lo pretende,
constituye una grave falta a la Constitución. Es hacer papilla la Carta Magna.
La elección de un funcionario por el voto popular, no es transferible a otro.
Si así fuese, entonces podrían traspasarse condiciones, delegaciones, títulos
profesionales y credenciales. Es decir, podrían heredarse posiciones y posturas
públicas, oficios, compromisos y, desde luego, escaños, funciones civiles y
hasta jerarquías militares.
Si el próximo 10-E, la persona elegida para
desempeñar el cargo de Presidente de la República no toma posesión del cargo ni
ante la Asamblea Nacional ni ante el Tribunal Supremo, quien se desempeñe en el
cargo de presidente de la Asamblea Nacional se encargará de la presidencia de
la República por falta absoluta del elegido y deberá llamar a elecciones dentro
de los siguientes 30 días consecutivos. Es así como lo estipula la
Constitución. Otra decisión, estaría fuera del ámbito legal-constitucional. Si
el país político deja pasar este “bola”, entonces se habrá perdido la República
y quedará por entregarle el país a los cubanos.
¿O será que quienes presumen de demócratas
dejarán que le introduzcan la Constitución en el bolsillo?
¿SERÁ
PURA COINCIDENCIA?
La vulgarización de la política, gracias al
descarnado populacherismo que ha venido imponiéndose a través de la
descomposición de valores morales y del provocado desarreglo de la historia
contemporánea, dio al traste con el concepto de “patria”. Como valor, ha sido
objeto de múltiples transgresiones con el perverso propósito de hacerla parecer
obsoleta de cara al postmodernismo que viene aupándose. Sin embargo, este
concepto tan pujante desde la Revolución Francesa que exaltó el idealismo
romántico, adquirió otra connotación que poco o nada exalta la moralidad y el
patrimonio afectivo y cultural de una nación.
Es una connotación que ha podido desplazar
estamentos que exaltaban todo un abanico de relaciones políticas entre
instituciones, idearios democráticos y responsabilidades gubernamentales.
Hablar ahora de “patria” o “patria nueva”, es referirse a un colectivismo que
encubre un populismo aberrante que en su gestión olvidó las más mínimas pautas
de acción sobre las cuales se edifica algún posible futuro.
En este colectivismo que consiguió alzarse
con el nombre de “patria”, el gobierno
manipula condiciones a partir de las cuales se atenta contra la naturaleza
humana y su dignidad pues dentro de sistemas colectivistas la persona
individual deja de tener dignidad en sí misma. Sólo puede tenerla en cuanto
forma parte de un grupo al que se considere superior.
Por eso el régimen justifica la creación del
Estado comunal pues desde sus entrañas puede considerar que el ser humano
individual tiene un valor inferior al de un colectivo. Así luce obvio hablar de
socialismo, corporativismo, nacionalismo o comunismo. La tendencia al
autoritarismo, facilita la erección del gobierno como la entidad frente a la
cual ninguna persona tiene protección.
¿O acaso esto será pura coincidencia?
antoniomonagas@gmail.com
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