ANTE LA
NUEVA DERROTA
La derrota es monumental. Nunca nada es
definitivo, pero es un inmenso descalabro. Las causas son múltiples; cada cual
arribará a una interpretación y de los contrastes emergerá algo compartido.
Algunas explicaciones son menos afortunadas
que otras. La conducta predominante en la oposición para incrementar su
porcentaje de votos ha sido la de tratar de conquistar al chavismo
"light". A este sector que vota en forma militante y convencida por
Chávez y sus candidatos, la mayor parte de la oposición le habla -como debe
ser- con prudencia; no lo insulta, le habla pasito, le argumenta por qué es
mejor la oposición que su caudillo, le ofrece algo preferible pero no
radicalmente diferente. Se puede discrepar de esta aproximación pero es la que
domina. Sorpresivamente este tratamiento educado y casi diplomático con el
chavismo se torna furia incontenible con los que se abstuvieron. Con estos no
hay buenos modales sino insultos. Se les atribuye el fracaso; son la hez de la
tierra. Si a los chavistas moderados se les juzga equivocados, a los
abstencionistas se les acusa de traidores; a aquéllos se les pasa la mano y a
éstos se les injuria. La tontería frenética se desmanda en contra de los
abstencionistas sin intentar comprender su actitud, sobre todo cuando no
existen sectores organizados que la promuevan.
ELUCIDACIONES.
Dos grandes familias de explicaciones pueden
converger hacia estos resultados. La primera considera el régimen chavista más
que un modo de gobernar sería un sistema afianzado aunque no inmune. Los
sistemas sociales viven ciclos de instauración, expansión, consolidación,
crisis, eventual decadencia y muerte. Estos procesos pueden ser acelerados o
demorados pero no decididos a voluntad. La salud de Chávez ha creado una
situación en la cual el régimen actual no puede continuar; sin embargo, ese
régimen podría ser sustituido por la oposición democrática o por el chavismo
sin Chávez: el chavismo a secas. Esta primera explicación implicaría que las fuerzas
democráticas, aun actuando correctamente, podrían acelerar el fin del imperio
rojo pero no decretarlo.
La otra explicación es más contingente y se
refiere a las consecuencias de las visiones equivocadas que habrían dominado la
conducta opositora. Estos yerros serían atribuibles a la dirección política
existente al no haber caracterizado en forma correcta al régimen y, por lo
tanto, no habría tenido capacidad de enfrentarlo. No es falta de coraje o valor
cívico sino de entender cómo se reemplaza un régimen autoritario en el siglo
XXI. Claro que saben que Chávez es un autócrata y claro que saben que hay
trampas, fraudes, "triquiñuelas" (palabra admitida en el diccionario
opositor desde que Henrique Capriles la pronunció) y todo tipo de ventajismo,
pero considera que paso a paso, mediante la acumulación de fuerza una elección
tras otra, llegará el momento en que la mayoría no sería escamoteada. El asunto
es que no necesariamente se acumula fuerza de un evento a otro; no se va
siempre de menos a más, como la autocomplacencia vio las elecciones del 7-O
(aumentamos y seguiremos aumentando). No era verdad: se descendió otra vez. Los
incrementos se volvieron decrementos.
Es posible que las dos explicaciones sean
compatibles. Un sistema que todavía tiene vigores (y estertores) junto a una
dirección democrática desacertada; lo primero no depende de la voluntad, lo
segundo sí. En este aspecto resulta alentadora la existencia de un equipo de
análisis de la MUD, encabezado por Arístides Hospedales y destacados intelectuales
y analistas. Tuve la oportunidad de asistir a una reunión con ellos y encontré
allí un espíritu crítico y autocrítico encomiable. No puedo hablar por sus
integrantes pero si se les toma en cuenta las cosas pudieran cambiar.
PREJUICIOS.
En el campo opositor se consideró que las
candidaturas decididas por "el dedo" de Chávez eran por definición
impopulares o, al menos, debían serlo.
No necesariamente como quedó demostrado
en casi todos los casos; precisamente porque en un régimen personalista lo que
importa para las fuerzas que sostienen al autócrata es la reproducción de su
dominación personal.
El hecho de que los candidatos rojos llevaran la impronta
de la decisión del caudillo, investidos del toque mágico de su representación
intransferible, en vez de debilitarlos tal vez los fortaleció.
Habría que analizar también cada estado.
Aunque arropados por la ola escarlata que propinó esta derrota, hay unos
reveses que tienen raíces regionales adicionales. En varios estados existen
signos de agotamiento de la propuesta opositora. Manejos grupales, sectarios,
cupulares, que no movilizaron a los demócratas en la magnitud requerida para
vencer. El ventajismo del gobierno fue exacerbado con cierta fatiga con las
fórmulas allí presentadas. ¿Será posible que en algunos estados el cansancio
con los dirigentes opositores locales sea mayor que el que tienen con Chávez en
el plano nacional? ¿Será que el chantaje que puso en marcha el PSUV funcionó,
según el cual si querías un estado que tuviera recursos debías elegir el
candidato de Chávez? ¿Ambas explicaciones o sólo una?
LA
CANDIDATURA.
Viene una elección presidencial si es que no
prosperan las maniobras para impedirlas debido a las rencillas internas entre
los grupos cubano y militar del oficialismo.Habrá un cuadro de extrema
complejidad. Hay quienes piensan que ese asunto está resuelto con Capriles, lo
cual no es tan obvio. Debo decir que he votado por Capriles muchas veces: dos
para alcalde, dos para gobernador y una para presidente; la única vez que no
voté por él no podía hacerlo porque se presentó como candidato de Copei en el
Zulia. Dicho esto, no descarto que tenga una opción indudable para volver a ser
candidato presidencial; pero debe verse con cuidado el asunto. Acaba de ser elegido
gobernador de Miranda y la pregunta es si alguien puede ir y venir de un cargo
de elección popular a su antojo (de paso, estuve de acuerdo con su candidatura
a gobernador porque estimé que era quien mejor garantizaba la victoria en el
estado).
Sin embargo, el problema más importante para
la oposición en nuevas presidenciales es si concurre en idénticas condiciones
electorales o lucha por transformarlas. La denuncia que ha hecho Andrés
Velásquez en Bolívar ha permitido que por primera vez y en forma amplia los
opositores admitan abiertamente la existencia del fraude. Así lo han llamado.
El problema esencial no es el candidato sino
la estrategia, y la pregunta es si con una estrategia impugnadora, que aspire a
ser exitosa, debe ser el mismo candidato. También habría que preguntar si
existen condiciones para que la exclusión que se impusieron hacia sectores el
7-O puedan dar paso a una unidad más amplia.
Todas estas decisiones requieren
estadistas... Favor presentarse.
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