Está escrito: ser mansos como palomas y astutos como serpientes. Honestidad no puede significar ingenuidad, pues abundan en el mundo astutas y deshonestas serpientes que no dudan recurrir a trampas y engaños cuando se trata de obtener o satisfacer protervos intereses.
Esta enseñanza, que
está en el Evangelio, no es una suerte de exhortación al mal proceder y,
tampoco, un llamado a ser astutos sin consideración de los valores
fundamentales que rigen las conductas honestas, sino un llamado a estar
prevenidos sobre las amenazas que acechan, por doquier, en todas las instancias
y situaciones de la vida.
Lamentablemente, Juan
Carlos Caldera, joven de cuya honestidad no conozco razón para dudar, cayó en
la trampa preferida de la serpiente que, desde tiempos del Paraíso Terrenal, es
su favorita: la mentira que envuelve todo engaño. El error no estuvo en recibir
una suma de dinero --que, para los
tiempos actuales de nuestra Venezuela, resulta modesta-- sino en no tener en cuenta aquello de que “el
árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos.”
Caldera no se
arrimó a un árbol reconocido bueno, cuya rama representante trató de ir más
allá de la simple entrega de un normal apoyo económico ofrecido, para tratar de
proponer encuentros y reuniones que, educadamente eludió el joven político, pero
que recogió el video escondido de manera
infame.
El régimen comunista
sabe que está herido de muerte. Por eso, trata de extender a su adversario su
propia conducta corrupta que ha ejercido en estos catorce años de mal gobierno.
Uno de los dirigentes del llamado “proceso” calificó el apoyo económico a
Caldera, como corrupción y soborno. ¿Será por el hábito establecido en su
partido? Es insólito ver como funcionarios incondicionales del gobierno se
rasgan sus vestiduras como puras vestales, como si no hubiesen existido los
maletines viajeros; las toneladas de alimentos perdidos que la chispa del
venezolano bautizó “pudreval”; los miles
de millones de dólares producidos por nuestro petróleo y regalados a países
extranjeros; las destrucción casi total de la vialidad en Venezuela; la pérdida
del potencial energético porque nada se invirtió en su mantenimiento; los
señorones del narcotráfico; los más de 150 mil venezolanos asesinados por el
hampa y la criminalidad incontrolada; la desaparición práctica de lo que fuera
Pedevesa como una de las principales productoras de petróleo en el mundo, etc.,
etc.
Derrotados, los comunistas seguirán inventando más y más, como si con eso van a detener la inevitable derrota que les espera. De nada servirá a la serpiente utilizar el poder que aún detenta. El siete de octubre, los venezolanos cobraremos su infamia y abriremos nuestra Nación al retorno de la democracia: ¡Henrique Capriles Radonsky será Presidente!
ppaulbello@gmail.com
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