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lunes, 24 de septiembre de 2012

MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES, EL VENENO DEL ODIO

La semana pasada, cuando estaba en una reunión, nos pusimos a hablar de la situación política del país y del odio que uno puede sentir en algunas personas.  Yo dije que, como cristianos, no podemos sentir odio sino que debemos llevar el Amor de Dios a todos los venezolanos, sin excluir a nadie, porque esa es una de las mejores maneras de lograr la Paz en nuestro país.  Una joven, ahí presente,  me miró con cara de sufrimiento y tocándose el corazón me preguntó: "¿Pero cómo puede hacer uno para sacar este odio que tenemos aquí adentro?". De verdad, me impresionó mucho ver cómo una persona tan joven se mostraba tan inquieta, con tan poca paz,  y con verdaderos deseos de sacar ese sentimiento de su corazón.
Y es que como dice el psicólogo peruano Frank Clavijo: "el odio o resentimiento es un sentimiento de hostilidad que no se ha logrado superar, es un sentimiento de ira por lo que se cree que se fue tratado injustamente, es un enfurecimiento que se siente cada vez que hablan de esa persona o de la situación en particular que le pasó, es un dolor emocional.  Es un sentimiento destructivo que le impide tener la capacidad de dejar pasar, olvidar o perdonar...  Finalmente se puede decir que el resentimiento es un malestar emocional en el que se gasta demasiadas energías para alcanzar algo en contra de alguien y en el que finalmente se termina perdiendo, pues es como tomar un veneno uno mismo para que la otra persona o los otros sientan los efectos del envenenamiento".
Por su parte el filósofo Max Scheler afirma que una persona que siente odio o resentimiento se intoxica a sí misma: "El otro le ha herido, de ahí no se mueve. Ahí se recluye, se instala y se encapsula. Queda atrapada en el pasado.  Da vida a su rencor con repeticiones y más repeticiones del mismo acontecimiento, de este modo arruina su vida.  Los resentimientos hacen que las heridas se infecten en nuestro interior y ejerzan su influjo pesado y devastador, creando una especie de malestar y de insatisfacción generales. En consecuencia, uno no se siente a gusto en su propia piel. Pero, si no se encuentra a gusto consigo mismo, entonces no se encuentra a gusto en ningún lugar.  Los recuerdos amargos pueden encender siempre de nuevo la cólera y la tristeza, pueden llevar incluso a depresiones".
Y es que el tema del odio y del resentimiento es verdaderamente terrible.  Por eso  es sumamente importante aprender a superar las ofensas y aprender a perdonar, porque el odio y la venganza realmente pueden "envenenar" la vida y convertir a cualquiera en un ser infeliz y amargado.
Yo lo único que le pude decir a esa persona, en ese momento, fue que la mejor manera de no sentir odio es rezar por la persona a quien le guardas rencor.  Su cara de asombro iba en aumento: "¿Rezar por esa persona, pero cómo?", me dijo.  Entonces ahí le expliqué que al principio a lo mejor no te puede provocar rezar por ésta, pero que cuando comienzas a hacerlo, te vas tranquilizando y poco a poco vas sacando ese odio que tienes dentro.  Incluso puede llegar un momento en el que hasta puedes llegar a querer a esa otra  persona a quien pensabas que nunca podrías perdonar.
Y es que esa es la verdad, aunque ustedes no lo crean. Como cristianos, debemos rezar por nuestros "enemigos", debemos querer a todas las personas, por más mal que hagan.  Eso nos hace un gran bien a todos porque el hombre está hecho para el amor y no para el odio. Y si no me lo creen hagan un experimento por varios días y empiecen a desearle el bien a sus "enemigos" para que vean cómo el corazón se les va llenando de una paz que no podrán describir con palabras.
Cuando logramos perdonar, y no sentir rencor,  nosotros somos los mayores beneficiados. Si vivimos en la onda del perdón y de la oración nuestra vida se volverá inmediatamente más alegre, más serena, más positiva, por más problemas que tengamos. En pocas palabras, lograremos vivir en Paz con nosotros mismos y le haremos la vida más agradable a los demás. Y podremos dormir  tranquilos, porque pudimos estar por encima de ese veneno tan terrible que es el odio, el resentimiento y el deseo de venganza.
Si ponemos voluntad, y con la ayuda de Dios, sacaremos ese veneno de nuestro corazón y lograremos la victoria del Amor sobre el odio, del Perdón sobre la venganza, de la Humildad sobre el orgullo, de la Unidad sobre la división.  Esas palabras con mayúscula hacen mucha falta en Venezuela así que vivamos y digamos:  ¡No al odio y sí al Perdón y al Amor!  Sigamos el llamado que hizo Benedicto XVI hace días en Beirut a "trabajar por la Paz, cada uno como pueda y allí donde se encuentre".
mariadenissecapriles@gmail.com

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