Una fuerza social y política impregnada de
frescura y voluntad indoblegable se está abriendo paso hacia la nueva Venezuela
que más temprano que tarde se instalará. Y no habrá poder que pueda impedirlo.
Así lo vemos y sentimos a medida que
pasan los días y nos acercamos a una fecha tan decisiva como la del 7O.
A la dirigencia roja le bastó poco más de una
década para su amortización, carcomida por una ideología demencial y una
incompetencia congénita.
De cara a su derrota próxima, el gobierno
venezolano ha recurrido a lo peor de su repertorio de acciones y discursos.
Sólo le ha ido quedando el recurso a la infamia, el miedo y los dineros del
erario público que ha utilizado de la manera más descarada y repugnante.
Sin embargo, de nada le ha valido tal
proceder ayuno de escrúpulos y plagado de arbitrariedades.
El candidato retador del déspota que gobierna
a Venezuela, ha seguido su ascendente camino al triunfo, reuniendo en torno a
él las más disímiles voluntades, congregadas en una unidad que maduró a lo
largo de un proceso difícil pero fructífero; todas ellas identificadas con el
rescate de la democracia, la separación y autonomía de los poderes públicos,
las más amplias libertades, la descentralización político-administrativa y la
apertura a las modernas corrientes económicas del mundo de hoy.
Henrique Capriles se convirtió en el líder de
una fuerza social y política que durante los ignominiosos años recientes se ha
negado a arrodillarse ante el autoritarismo militarista. Es el que ha logrado
encarnar los ideales de democracia y libertad sembrados por años en la mente y
el corazón de los venezolanos, en la actualidad pisoteados por quienes nos
gobiernan.
Es la cabeza de un vasto movimiento que ha
sufrido los embates de las más perniciosas políticas económicas y sociales.
Capriles es hoy quien está conduciendo con tino el vasto rechazo a una
ejecutoria gubernamental que ha demolido las instituciones, arruinado a
empresas privadas y públicas y hundido al país en la más grande corrupción
administrativa y el abandono moral.
Pero Capriles es también el candidato de los
anhelos de prosperidad y bienestar de quienes han estado al margen del
desarrollo. Él representa las posibilidades ciertas de acceso mayoritario a los
bienes educativos, científicos y tecnológicos, requeridos, hoy más que nunca,
para elevar los niveles de vida de la población, para que ésta no siga
dependiendo de las limosnas de un Estado paternalista. Sus ejecutorias
gubernamentales lo avalan.
La necesidad perentoria de insertarse en la
globalidad con inteligencia y preservando
los intereses nacionales, tiene en el candidato de las fuerzas democráticas un
sólido puntal. Con él, las inversiones internacionales contarán con la
seguridad y estabilidad que requieran los negocios, de modo que el objetivo de
creación de mayores empleos productivos se alcance. En atención a éste,
igualmente, será estimulado el comercio de importación y exportación, en el
marco amplio de la interdependencia económica que caracteriza el presente.
El país, no hay duda, ha despertado de una
pesadilla que nunca debimos experimentar. Basta ver las enormes y emotivas
concentraciones públicas que a lo largo y ancho del territorio nacional se han
venido dando en apoyo de las propuestas programáticas del candidato de la
unidad democrática.
Estamos convencidos de que de la falta de
credibilidad y del desprestigio internacional de los últimos tiempos, Venezuela
pasará a recobrar el alto aprecio que siempre gozó en la comunidad
internacional.
Henrique Capriles ha interpretado cabalmente
el sueño de progreso, bienestar material y realce moral que mueve a la mayoría
nacional.
Más allá de la elección queda un camino largo
y dificultoso por recorrer, sin olvidar que tenemos de inmediato las muy
importantes elecciones regionales. Los estropicios del gobierno actual no son
pocos. Las amenazas a las libertades y a la democracia seguirán latentes. Los
esfuerzos por mantener la gobernabilidad deberán ser ingentes. Requeriremos de
la cooperación y del apoyo de factores dentro y fuera del país.
Afortunadamente, contamos con una unidad de
fuerzas políticas que tienen claro lo que hay que hacer. También con una
sociedad que en su búsqueda de un mejor país,
no permitirá que desviemos el rumbo ya trazado.
emilio.nouel@gmail.com
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