El rumbo de la política nacional está pendiente de tres hechos que se escalonarían en la primera quincena de octubre: el cacerolazo convocado para el 1 de ese mes, las elecciones presidenciales venezolanas del 7 y el paro y marcha de la CTA y el moyanismo a Plaza de Mayo convocados para el 11.
Si se
conjugaran una protesta social tanto o más masiva que la del 13-S, el triunfo
de Henrique Capriles y una gran demostración de fuerza de Moyano y Micheli, el
efecto acumulativo que se produciría podría llevar al kirchnerismo a su hora
más negra desde el 2003.
No por nada desde el fin de semana pasado se está
librando en las redes sociales una guerra entre los caceroleros y las usinas
oficiales, que tratan de confundir mediante falsas convocatorias a otras
fechas.
La psicosis
por las protestas colocó al gobierno a la defensiva y consiguió que, al menos
esta semana, CFK se haya esforzado, en sus apariciones por cadena nacional, en
mostrarse menos agresiva y algo más cuidadosa. Es que la efervescencia social
podría tener otra variante: según análisis de fuentes oficiales, una victoria
de Capriles desataría probablemente en la Argentina una movilización masiva
espontánea en contra de la presidente. Después de los exabruptos del jefe de
gabinete, Juan Manuel Abal Medina, y del Secretario de Cultura, Jorge Coscia,
denostando al 13-S, desde Olivos se habrían impartido instrucciones para que no
haya más agresiones.
El cristinismo apuesta ahora a evitar que la protesta se
potencie como reacción a los gestos del gobierno. Aunque esto no quiere decir
que no vaya a haber operaciones. Por ejemplo, en los próximos días es probable
que se difunda la posibilidad de que se produzcan enfrentamientos violentos en
la próxima protesta, con el objetivo de intimidar a la gente y desalentar así
la movilización. El fin de semana pasado, la presidente habría comentado ante
varios de sus colaboradores que no tiene interés en ser reelecta. Pero este
dato choca con la dura realidad de la política. Esto es, que el kirchnerismo
necesita permanecer en el poder porque, en caso contrario, nadie le
garantizaría la continuidad de la impunidad.
Volviendo a
la coyuntura, aun si los hechos de octubre la debilitaran sensiblemente,
Cristina no estaría dispuesta a ceder en lo más mínimo, por ejemplo, convocando
a los gobernadores a conversar sobre la situación nacional.
De acuerdo a
lo trascendido en las últimas horas, los médicos presidenciales le habrían
recomendado una licencia para reponerse y reducir así la excesiva medicación
actual, necesaria para mantener el ritmo de la actividad oficial. Es un tema
que desde ya quedará para después del inminente viaje de CFK a Nueva York para
participar de la asamblea anual de las Naciones Unidas.
VIGILIA POLÍTICA
En la vereda
opositora también se advierte la tensa espera por los tres hechos claves de la
primera quincena de octubre. En los últimos días, José Manuel de la Sota empezó a tejer alianzas con vistas a un frente peronista anti K para el año que viene. Los hermanos Rodríguez Saá se encolumnaron ahora detrás del cordobés y lo mismo estaría haciendo Jorge Busti en Entre Ríos. Detrás de estos movimientos está la idea de que el peronismo disidente debería negociar con Mauricio Macri desde una posición de fuerza. Fiel a su estilo de no definir nada hasta último momento, el jefe del PRO mantiene el misterio en torno a sus intenciones para el año que viene. Su asesor estrella, Jaime Durán Barba, ya definió que el 2013 no es definitorio para el proyecto presidencial del 2015.
En otras palabras, que Macri no debería comprometer demasiado su figura en una elección legislativa. Pero si la imagen positiva de CFK baja hasta cerca de los 30 puntos, este análisis podría quedar superado por los acontecimientos. Como es obvio, este ajedrez electoral depende de los tiempos. En esto las versiones van y vienen. Ahora, trascendió que el gobierno estaría dejando de lado la idea de adelantar las elecciones.
La idea de convocar a elecciones para junio y primarias en mayo choca con la complejidad de incorporar al padrón cerca de un millón y medio de votantes de entre 16 y 18 años y cerca de dos millones si se sanciona el proyecto para que puedan votar los extranjeros con dos años de residencia.
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