Se aproximan las elecciones presidenciales en Venezuela, que se realizarán el 7 de octubre de este año y con ello un nuevo panorama internacional se vislumbra.
Hasta el momento, Hugo Chávez ha manejado el país a su antojo y violando la Constitución y leyes durante 14 años, generando una crisis sin precedentes en la historia de nuestro país. Su pésimo gobierno ha generado la destrucción de la industria petrolera, la cual ha presentado una serie de accidentes producto de la negligencia gubernamental y de la falta de mantenimiento de sus plantas y maquinarias. También ha producido una estampida de las inversiones nacionales y extranjeras y de venezolanos talentosos quienes se han ido a otras latitudes en busca de un mejor futuro.
Asimismo, el régimen de Chávez ha desencadenado una inseguridad nunca vista, al punto de que los venezolanos viven con miedo a ser asesinados o secuestrados en cualquier momento. La crisis eléctrica mantiene a oscuras a casi todo el país, generando cuantiosas pérdidas materiales. El desabastecimiento de alimentos es evidente debido a la casi nula producción que hoy en día tiene Venezuela, a las confiscaciones, nacionalizaciones, persecución a la empresa privada, negligencia estatal y otras razones, todas imputables al gobierno chavista.
La crisis en materia de vivienda ha generado un malestar social generalizado ya que hay cientos de familias damnificadas que no han recibido atención por parte del gobierno y las que les han entregado viviendas, estas son de muy mala calidad y no reúnen los requisitos mínimos de habitabilidad.
En fin, todo en Venezuela es un verdadero caos y los venezolanos viven de calamidad en calamidad, a lo cual se suma las persecuciones políticas a los opositores, la ausencia de una verdadera libertad de expresión, los presos políticos, el mal estado de las vías públicas, la inflación exagerada, el control de divisas que imposibilita cualquier negocio y viaje al exterior, la sujeción al régimen de los hermanos Castro en Cuba y las relaciones peligrosas con Irán, Siria y Bielorrusia.
Por si fuera poco, los ciudadanos de Venezuela tienen que aguantar casi a diario los insultos, improperios y groserías del señor Chávez en cadena nacional de radio y televisión, lo cual significa una verdadera tortura psicológica para cualquier ser humano.
En cambio, hacia el exterior del país la actitud de Chávez es muy diferente: ha regalado alrededor de 70.000 millones de dólares a otros países para construir casas, hospitales, autopistas, aeropuertos, refinerías, centrales de electricidad, entre otras cosas, siendo los principales beneficiados de estos obsequios Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Argentina, Islas del Caribe e incluso países del África.
El régimen de Chávez ha mantenido una política exterior contraria a los intereses nacionales y basada en el chantaje y compra de conciencia para apoyar su proyecto hegemónico imperialista internacional. Con la “petrochequera” en la mano, ha logrado influir en las decisiones de organismos internacionales como la OEA, ha financiado partidos políticos y movimientos sociales para influir y desestabilizar la forma de gobierno de diversos países del continente americano y ha logrado tomar el control de algunos países cuyos gobernantes han suscrito el modelo socialista castro-chavista, que tiene como principal objetivo la perpetuidad en el poder.
Por otra parte, diversos países y organizaciones internacionales han denunciado los vínculos de Chávez con agrupaciones terroristas como las FARC, ETA, Hezbollá, Hammas, entre otros, inclusive hay graves acusaciones de implicaciones con el narcotráfico internacional, el cual ha aumentado exponencialmente en Venezuela.
Las relaciones con Irán son tan estrechas como peligrosas, al punto de que diversos periódicos del mundo han señalado que en Venezuela se construyen bases para mísiles iraníes y se extrae uranio para los planes nucleares de Ahmadinejad
Toda esta situación ha generado una geopolítica de tensión y preocupación mundial que ha colocado a Venezuela en el ojo del huracán y la ha convertido en un país hostil y forajido, incumplidor de sus obligaciones contempladas en los tratados internacionales.
Por esto, el mundo civilizado y democrático tiene toda su atención puesta en los próximos comicios electorales en Venezuela, ya que de él depende el destino de América Latina y que en el mundo haya más paz.
Es un hecho innegable e indubitable que el candidato opositor Henrique Capriles Radonski ganará las elecciones ya que cuenta con el apoyo mayoritario del pueblo venezolano, y su triunfo marcará un cambio profundo en la política exterior del gobierno en favor del desarrollo de la democracia y del respeto a los Derechos Humanos.
De los resultados electorales del 7 de octubre depende que Venezuela siga patrocinando intervenciones indebidas en la política interna de los países de América y del mundo; depende que Venezuela siga siendo albergue de narcotraficantes, guerrilleros y terroristas; depende que siga siendo un país hostil a los EEUU y a gran parte de Europa y los países democráticos; depende que siga siendo uno de los principales puntos de salida de la cocaína que se trafica en el mundo; depende que Irán siga penetrando América para fines inconfesables.
La victoria de Capriles Radonski significa la paz, la democracia y la libertad. Implica el cese inmediato del financiamiento a las actividades injerencistas en la política interna de otros países, la cooperación real con la lucha antidroga y antiterrorista, el cumplimiento de las disposiciones de organismos internacionales, el apoyo a países democráticos y el rechazo a las dictaduras oprobiosas que subyugan a muchos países.
La llegada de Capriles a la presidencia de Venezuela significará un giro trascendental en la política exterior del país, que debe comenzar por la profesionalización y despartidización de las Embajadas y Consulados en el mundo; con el estrechamiento de las relaciones con países democráticos y respetuosos de los Derechos Humanos y con el alejamiento de las relaciones con las dictaduras corruptas y sanguinarias con las que Chávez mantiene vínculos cercanos.
Capriles Radonski restablecerá plenamente el comercio binacional con Colombia, como lo fue siempre, y sacará del territorio venezolano a todos los líderes guerrilleros colombianos a los que el gobierno de Chávez les ha dado albergue y protección. Volveremos a ser dos naciones hermanas cuyas relaciones se basarán en el respeto mutuo, la cooperación en la lucha antidrogas y en la consecución de la paz.
Tendremos relaciones cordiales y amistosas con los EEUU y con las grandes democracias occidentales para beneficio de la golpeada economía venezolana.
Se restablecerán plenamente las relaciones diplomáticas y de hermandad con la República de Honduras y se suscribirán acuerdos de cooperación y de intercambio en diversas áreas que sean de provecho para ambas naciones.
Se restablecerán las relaciones diplomáticas con la República de Paraguay, reafirmando nuestros vínculos de solidaridad latinoamericana.
Se cortará el chorro de petróleo regalado que se envía a Cuba para mantener la dictadura comunista de los hermanos Castro.
Asimismo, se terminarán los regalos de recursos económicos a otros países con fines ideológicos y para sostener gobiernos autoritarios y antidemocráticos como el de Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega.
También se acabará con los acuerdos suscritos con Irán, Bielorrusia y otras dictaduras del mundo que solo benefician a esos países y no dejan nada beneficioso para Venezuela.
Venezuela volverá a la OEA y al sistema de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En definitiva, se invertirá ese dinero que ahora se dilapida y regala sin contraprestación alguna, en los venezolanos y en el país para lograr un desarrollo económico y el progreso social que fue negado por el régimen de Chávez.
Venezuela se insertará en el concierto de naciones como un país respetado y dispuesto a colaborar con las actividades en pro de la democracia y los Derechos Humanos, con un Presidente digno de tan alta investidura y consciente de su rol internacional y del papel que debe jugar Venezuela a nivel global.
Capriles Radonski garantiza la paz y la estabilidad en la región y será factor de unidad en Latinoamérica para bien de nuestros pueblos.
Que Dios le de sabiduría a los venezolanos para que sepan que lo que se decida el 7 de octubre tendrá repercusiones en la gran parte de los países de América Latina y del mundo.catrachovenezolano@gmail.com
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